Tecnología

 Obsolescencia tecnológica: ¿Sabías que la tecnología tiene fecha de vencimiento?

Lo que durante muchas décadas tuvo la forma de un secreto en los pasillos de las grandes industrias, luego fue tomando carácter público

15.02.2016

Tegucigalpa, Honduras
Tu smartphone, tablet, notebook y heladera llegan al mundo con fecha de vencimiento, sabiendo de antemano cuál será el día de su muerte.

Generalizando, se trata de una planificación de los fabricantes animosos de incentivar el consumo. ¿Es posible revertir lo determinado? Tanto como la leche o el yogur, los dispositivos tecnológicos tienen fecha de vencimiento. Aunque, vale aclarar, ningún smartphone o consola exhiben en su lomo las coordenadas temporales para el preciso descarte como sí indican los envases de los alimentos.

Lo que durante muchas décadas tuvo la forma de un secreto en los pasillos de las grandes industrias, luego fue tomando carácter público aunque aún existen muchos consumidores que desconocen por completo de qué se trata la denominada ''obsolescencia programada''.

Comencemos por una definición con aires académicos: Obsolescencia programada es la planificación del fin de la vida útil de un producto o servicio, estrategia determinada durante la fase de diseño por parte del fabricante. En términos concretos: muchos de los objetos que manipulamos a diario ( teléfonos móviles, tabletas, ordenadores, electrodomésticos etc.) son premeditadamente fabricados para que en un futuro cercano se tornen inservibles e inútiles y que sea (casi) imperioso reemplazarlos por uno nuevo siendo ello muchas veces más rentable que reparar las piezas dañadas.

Esto implica, por caso, que poco le costaría a un desarrollador de móviles hacer más robusta y resistente la terminal que lanzan al mercado; ¿poco le costaría? En verdad mucho, pues un producto highlander se transforma en una verdadera traba para la rueda del consumo.

El origen de esta estrategia se remonta a los inicios de la década de 1930, cuando se postuló a la obsolescencia programada como un mecanismo para superar la brutal depresión económica del período. En 1954 el término se popularizó cuando el diseñador industrial Brook Stevens lo utilizó como título para una conferencia. El beneficio de este proceso se ubica en el rincón del fabricante. Ahora bien, la estrategia tiene un revés: es muy posible que el consumidor, decepcionado por la poca vida del dispositivo que ilusionado adquirió hace pocos años, marche hacia las filas de la competencia.

En este sentido, el gran ganador es el Mercado (así con mayúscula); y, de rebote, los fabricantes quienes se ven obligados a ubicarse en un punto intermedio entre la durabilidad y la caducidad. Además de la billetera de los consumidores y del gesto poco durable de los productos, uno de los más afectados es el medio ambiente. Basado en el lucro económico y el consumo creciente, la conciencia ecológica es netamente opuesta a los postulados de la obsolescencia programada, siendo la basura electrónica uno de los componente más contaminantes.

Hay forma de escapar de este círculo vicioso, en el cual las imposiciones de la moda también juegan su rol. El secreto: antes de comprar es conveniente estudiar en detalle el producto de nuestro deseo. Consultar foros, acceder a reviews escritos por especialistas, consultar a conocidos que hayan comprado el mismo producto o servicio u otros de la competencia, para, a fin de cuentas, entregar nuestro dinero y nuestra confianza al fabricante que haya grabado la fecha más lejana para la muerte y el inevitable reemplazo.

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