Tegucigalpa, Honduras.- La sororidad, entendida como la solidaridad y el apoyo entre mujeres en la lucha contra la desigualdad de género y otras barreras sociales, gana eco sobre todo en una fechas como estas, teñidas de morado, hermandad y protesta.
En ocasión al pasado Día Internacional de la Mujer, que se conmemora cada 8 de marzo, educarse en la necesidad de generar redes de apoyo entre mujeres, en lugar de continuar dinámicas que promueven la insana competencia y la individualidad desde el egoísmo y la superioridad, es preciso.
La psicóloga Diana Lozano presenta que la sororidad va desde lo más simple hasta lo más genuino. “Como red de apoyo nos permite validar emociones, disfrutar aciertos y acompañar heridas con responsabilidad afectiva, enseñando que la equidad de género se persigue, no por convicción de un ideal particular, si no con el fin colectivo de forjar una sociedad más igualitaria”.
Por su parte, planteamientos como “la peor enemiga de una mujer es otra mujer” deben ser deconstruidos. “Este tipo de ideas se perpetúan porque forman parte de una narrativa que busca dividir a las mujeres y evitar la construcción de alianzas entre ellas”, explica la especialista.
Asimismo, hace alusión a que incluso a manera “de broma” se enfatizan discursos en los que se presenta a las mujeres como rivales en temas de apariencia, estado civil (sentimental), éxito profesional, maternidad y autorrealización personal.
“Al ser mujeres el entorno nos ha sugerido a fomentar ciertas erráticas de explotación de nuestro propio bienestar por la aparente necesidad de ingresar a espacios y ser validadas”, extiende Lozano.
Y añade que “históricamente la mujer ha tenido menos oportunidades, por ello se fomenta la sensación de que solo hay lugar para unas pocas y que, por ende, se debe potenciar la competencia entre nosotras”.

Deconstruyendo ideas
Para ayudar a forjar una sociedad en donde la sororidad tenga más peso, eco y espacio, la psicóloga plantea seguir trabajando por erradicar los patrones de conducta machistas, a través del acceso a información actualizada y la adquisición de nuevas habilidades de pensamiento y afrontamiento.
En esa línea, denunciar y visibilizar la violencia hacia y entre mujeres debe ser tarea de todas. “Se debe señalar cuando se fomente la competencia innecesaria o la descalificación entre nosotras, y tener rutas de denuncias con enfoque de género”.
Por supuesto, hay que educar desde la infancia. “Enseñar a niñas y niños la importancia de la colaboración entre todos, desestimando aquellos discursos machistas en donde haya intenciones de menospreciar” hace parte importante del cometido.
Lo mismo que “practicar la empatía y el apoyo como red de apoyo en donde se nos permita crecer en comunidad dentro de alianzas positivas con responsabilidad afectiva”.
Lo anterior, sumado a la oportunidad de compartir más espacios de formación y deconstrucción de patrones sociales junto a personas que integran temáticas como las nuevas masculinidades y el respeto a los derechos de los diferentes grupos va en línea con el propósito de hacer de la sororidad un estilo de vida.