Si eres una de las personas que suelen tener las manos y los pies fríos, aun en temperaturas altas y no sabes a qué se debe, esta nota contiene la respuesta a esta duda, que está relacionada con el sistema digestivo.
En general nos encontramos personas que tienden a ser más frioleras y otras más calurosas y que, ante climas similares reaccionan de manera diferente.
La clave está en nuestra temperatura corporal, que es importante intentar equilibrar en extremo, pues no son buenas en ninguno de los casos.
En general, las zonas que se suelen enfriar más fácilmente son las extremidades. Es decir, las manos y los pies.
En nuestro interior los órganos que tienden a enfriarse y, por tanto, los que más necesitan el calor, son el hígado y los riñones, mientras que el estómago y los intestinos suelen acumular calor.
Cuando nuestro organismo tiene que hacer un sobreesfuerzo en alguna parte, suele aumentar la circulación en ese punto, causando una mayor o menor inflamación, que en realidad tiene el objetivo de centrar ahí los mecanismo de autocuración.
Y cuando eso sucede, a la vez nos encontramos con una falta de circulación en las zonas aparentemente menos vitales, que son precisamente las extremidades.
El sistema digestivo
Nuestro sistema digestivo, debido a la mala alimentación o a una alimentación continuada a lo largo del día, suele sufrir un exceso de calor, ya que está funcionando casi permanentemente. El estómago se ve obligado a hacer grandes esfuerzos, lo cual incrementa los ácidos gástricos y, por lo tanto, su temperatura.
Por otro lado, estos esfuerzos los continúa posteriormente el intestino. Si nos tocamos la barriga podemos llegar a notar incluso que la piel está fría, pero eso no es más que un síntoma del exceso de calor que hay en el interior.
Por lo tanto, unos pies y manos continuamente fríos posiblemente son la consecuencia de un exceso de calor en nuestro sistema digestivo.
Además de la molestia que conlleva, es importante tratarlo para prevenir, principalmente, problemas articulares a la larga.
De manera inmediata siempre podemos darnos calor local en las extremidades de diferentes maneras: con baños de agua caliente, abrigando bien esas zonas, aplicando cremas caloríficas a base de jengibre, canela, etc., asimismo, realizando masajes.
No obstante, debemos tener en cuenta que eso serán sólo remedios paliativos, y que si lo que queremos es equilibrar nuestra temperatura corporal, lo cual también mejorará nuestra salud en general, lo que debemos hacer es facilitar la función de nuestro sistema digestivo.
Quitar calor al sistema digestivo
Elegir alimentos saludables y evitar aquellos perjudiciales, especialmente las carnes rojas y embutidos, los quesos grasos, los fritos o determinados dulces.
Estar atentos para evitar aquellos alimentos que nos cueste digerir, como pueden ser algunas legumbres y lácteos, masticar bien los alimentos, no comer grandes cantidades, saber parar antes de sentirnos demasiado saciados, no volver a comer hasta haber hecho la digestión de la comida anterior.
Terapia con agua
El agua también nos puede ayudar a regular la temperatura corporal, pero tendremos que hacerlo gradualmente.
En general nos duchamos con agua caliente o tibia, y progresivamente deberemos ir terminando las duchas con agua fría por todo el cuerpo, excepto en la cabeza.
Las primeras veces pueden ser unos segundos pero, con el paso del tiempo, podemos ir ampliando ese rato de agua fría e incluso ir alternándola con el agua caliente.
Es importante que antes y después de la ducha no sintamos frío, para que el contraste sea mayor, y al terminar deberemos frotarnos bien con la toalla para promover el calor natural.