Tegucigalpa, Honduras.-Tegucigalpa, la ciudad más poblada de Honduras, cumple este 29 de septiembre 447 años de historia. Sin embargo, historiadores e investigadores del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH) señalan que la capital no cuenta con un acta de fundación.
Es decir, su origen no está vinculado a un documento legal que certifique su nacimiento, como sí ocurre con Comayagua o San Pedro Sula.
“Lo primero que debemos aclarar es que Tegucigalpa no fue fundada. Fue creada como un asentamiento minero, y de ahí su historia tomó forma”, explicó Dennis Portillo, investigador del IHAH.
Durante la época colonial, la Corona española exigía que los conquistadores establecieran ciudades siguiendo normas estrictas, conocidas como las Leyes de Indias. Estas disposiciones detallaban cómo debía fundarse un poblado.
El entrevistado recordó que el asentamiento debía levantarse en un valle, con acceso al agua y con comunidades indígenas cercanas. Todo debía quedar registrado en un acta levantada por un notario real. Ese fue el caso de Comayagua, Gracias (Lempira) y San Pedro Sula. Sin embargo, Tegucigalpa tomó otro camino.
El territorio que hoy ocupa la capital atrajo a los españoles por una sola razón: la riqueza de sus minas de plata. No llegaron con la intención de fundar una ciudad, sino de explotar el mineral.
Por ello, los primeros europeos se instalaron directamente cerca de los yacimientos. Con el tiempo, esa presencia se volvió permanente, aunque sin cumplir el proceso legal de fundación.
“Alrededor de las minas crecieron comunidades, pero no existe un acta que diga ‘aquí se fundó Tegucigalpa en nombre de la Corona’. Esa fecha exacta nunca existió”, reiteró Portillo.
Los documentos más antiguos señalan que entre 1563 y 1565 ya había denuncios de minas en Santa Lucía, muy cerca de Tegucigalpa. Eso confirma que existía actividad minera española en la zona.
Fue hasta 1578 cuando el rey de España otorgó a la localidad la categoría de Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa, figura legal que daba existencia oficial a los asentamientos mineros.
El Real de Minas fue oficializado en 1579, aunque no equivalía a una fundación en sentido estricto. Se trataba más bien de un reconocimiento administrativo con fines de control e impuestos.
Ese detalle marca la diferencia con otras ciudades hondureñas. Mientras San Pedro Sula celebra su fundación con un acta del siglo XVI, Tegucigalpa celebra la creación de su Real de Minas.
Con el paso de los siglos, la ciudad fue cambiando de categoría. En julio de 1762 fue elevada a Villa, lo que le dio mayor peso político y económico dentro de la administración colonial.
El 11 de diciembre de 1821, casi un mes después de la independencia de Centroamérica, Tegucigalpa pasó a la categoría de Ciudad. La última transformación llegó el 2 de noviembre de 1880, cuando durante el gobierno de Marco Aurelio Soto se trasladó la capital desde Comayagua hasta Tegucigalpa.
Esa decisión, recuerda Portillo, no se debió a razones geográficas o políticas, sino a los intereses económicos del propio presidente, vinculado con la Rosario Mining Company en San Juancito. La compañía era la mayor explotadora de oro y plata en la zona, y Soto, como accionista, vio conveniente tener el poder político cerca de los intereses económicos.
“Marco Aurelio Soto trasladó la capital por razones económicas. Quería unir el poder político y el económico en un mismo lugar”, afirmó el investigador.
Por su parte, el historiador Daniel Vásquez explicó que Honduras atravesó varias etapas durante la conquista y no todas estuvieron unificadas al mismo tiempo. “En el caso de Tegucigalpa, nace por ser un pueblo minero. Por eso en 1578 se le da el título de Real de Minas, un título que se le otorga por ser un pueblo minero y por pertenecer a su majestad el rey”, puntualizó.
En cuanto a las diferencias entre un pueblo con acta de fundación y uno de origen minero, Vásquez aclaró: “Prácticamente son las mismas características; lo único es que unos se fueron creando poco a poco como asentamientos temporales para trabajos mineros, mientras que en los otros ya había un asentamiento permanente de los conquistadores o autoridades, lo que permitió estructurar un cabildo”.
Este 29 de septiembre se conmemora el aniversario de Tegucigalpa tomando como referencia la creación del Real de Minas en 1578 y su oficialización en 1579.
La celebración tiene sentido, coinciden los historiadores, porque aunque no haya acta de fundación, sí existe un documento legal que reconoce al asentamiento como parte del sistema colonial.
Las ferias patronales, procesiones y actividades culturales son reflejo de esta historia híbrida: la de una ciudad que no nació de un acta, sino de la riqueza minera que marcó su destino.
Tegucigalpa es, en pocas palabras, una capital atípica cuyo origen está escrito en vetas de plata y no en tinta notarial.