Tegucigalpa

Stefani, una niña atrapada en el cuerpo de una anciana

Pequeña de cinco años sufre de envejecimiento prematuro, que la hace ver de 60. Un mal que día a día quebranta su salud y desarrollo.

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08.03.2014

Se dice que la vida es un soplo, pero para Diana Stefani Gómez, es un suspiro que puede desvanecerse en cualquier instante.

La pequeña de cinco años vive atrapada en el cuerpo de una anciana a consecuencia del síndrome de progeria o envejecimiento prematuro.

A nivel mundial solo se presenta un caso por cada cuatro a ocho millones de personas, padecimiento del que no se conoce su causa exacta.

Por ser una enfermedad sin precedentes en el país, Stefani y su familia desafían día a día los pronósticos de los médicos, que le auguran solo dos años más de vida.

Pese a su pequeña estatura de un metro y su diminuta contextura de apenas 19 libras, Stefani es una niña vivaz, dinámica e inteligente que se destaca en el grado de preparatoria del jardín de la colonia Nueva Jerusalén.

Su madre, Diana Raquel Herrera, relata que cuando dio a luz recibió entre sus brazos a una bebé normal.

Pero fue a los nueve meses cuando el alto grado de desnutrición de su hija y la caída desproporcionada de su cabello la llevó a buscar asistencia médica.

“La llevé al centro de salud, me remitieron al Hospital Escuela y allí le diagnosticaron su problema, por ser un caso único en el país me dijeron que solo nos queda alimentarla bien y disfrutarla los años que Dios nos la preste”, manifiesta con la voz quebrantada.

La desesperanza ya golpea el corazón de esta madre, pues asegura que lleva dos años sin llevar a su hija al médico, pues no hacen nada por ella y ni siquiera vitaminas le daban.

“Mi niña necesita suplementos alimenticios porque casi no come, sus dientes se le han caído poco a poco y su apetito es muy bajo, pero en los hospitales nunca hay”, manifiesta.

Junto a su esposo Carlos Gómez, doña Diana realiza esfuerzos sobrehumanos para comprar los suplementos de Stefani, pues con su oficio de vender tortillas y los ingresos que genera don Carlos como taxista apenas les ajusta para alimentar a sus cuatro hijos.

De sus vástagos, Stefani es la mayor y ejerce un papel de protectora en la vida de sus hermanas, las gemelas María Fernanda y María José, de tres años, y Antoni Jafet, de 13 meses.

Ella los saca a jugar al patio de la casa y les ayuda a comer, vestirse y arreglar sus juguetes.

Sus padres añoran viajar a Estados Unidos para buscar un especialista que les ayude alargar la vida de su hija.

“Hemos buscado por Internet y en ese país hay especialistas que no curan a los niños, pero sí les ayudan a vivir más, incluso hay gente que ha vivido más de 30 años”, expresa don Carlos.

Mientras sus padres lloran al narrar su historia, Stefani se acercó a colmarlos de besos e invitarlos a cantar su canción favorita, “El mono comelón”.

Y así los tres se funden en un abrazo que quisieran fuera eterno y aliviara el mal de la pequeña que ya presenta síntomas de artritis e hipertensión.