Tegucigalpa, Honduras.- El historiador Jorge Amaya recuerda que las viejas instalaciones inauguradas en 1947, donde se practicaban diversos deportes hondureños, fueron el primer gimnasio techado de baloncesto construido en Tegucigalpa bajo la administración de Tiburcio Carías Andino.
En esos años, cuando la ciudad apenas despertaba a la modernidad, el espacio se convirtió en un punto de encuentro para deportistas, estudiantes y familias que buscaban un sitio para actividades recreativas.
Sin embargo, en 1961 estas estructuras fueron consumidas por un incendio. Las llamas no solo redujeron a cenizas las paredes, sino también una parte importante del patrimonio deportivo capitalino.
Amaya recuerda que “durante la administración de Ramón Villeda Morales se reconstruyó el recinto y su nombre cambió a Gimnasio Nacional, inaugurándose en abril de 1964 con la celebración del XI Campeonato Centroamericano de Baloncesto”.
No obstante, fue a partir de 1969 que se le denominó oficialmente Gimnasio Rubén Callejas Valentine, bautizando así una nueva etapa de esplendor deportivo.
Este espacio recreativo dejó de funcionar en 1998, cuando el huracán Mitch destruyó por completo las instalaciones.
“Yo lo conocí de niño y era un lindo recinto”, recuerda con nostalgia el reconocido historiador Jorge Amaya.
¿Qué funciona actualmente?
El histórico edificio, donde actualmente funciona el Instituto Técnico San Martín, enfrenta un deterioro progresivo que podría convertirse en un riesgo si no recibe atención urgente.
El subdirector del centro educativo, Jairo Fabricio Molina Castellanos, explicó que la estructura fue asignada este año al colegio por medio de un acuerdo del Congreso Nacional. Sin embargo, desde su transferencia, el inmueble no ha recibido el mantenimiento necesario, a pesar de ser utilizado por cientos de estudiantes en jornadas matutina y vespertina.
Uno de los daños más graves se encuentra en la losa de la tercera planta, que “presenta filtraciones severas cada vez que llueve. El agua desciende hacia los niveles inferiores, afectando paredes, aulas y espacios administrativos”, lamentó Molina Castellanos.
Además, algunas columnas y muros también muestran grietas evidentes, lo que confirma la antigüedad de la construcción y los años sin intervenciones estructurales.
El subdirector agregó que las aulas han tenido que improvisarse con plywood ante la ausencia de recursos para construir divisiones adecuadas.
“Con el paso del tiempo, este material se deteriora y se pudre, lo que deja salones en condiciones poco apropiadas para impartir clases y para resguardar materiales educativos”, lamentó el entrevistado.
El instituto atiende alrededor de 600 alumnos distribuidos en dos jornadas y trece secciones por turno. Aunque el personal docente ha hecho esfuerzos extraordinarios para mantener operativa la infraestructura, se necesita de manera urgente su restauración.
Durante los años noventa, fue sede de conciertos, competencias deportivas y actividades de la ciudad.
Molina aseguró que, aunque el edificio sigue siendo funcional, esto podría cambiar en pocos años si no se actúa a tiempo. La losa necesita una restauración profunda e incluso un techo adicional para detener las filtraciones.
Maestros y padres de familia del Técnico San Martín hacen un llamado al Estado de Honduras para invertir en la rehabilitación completa del inmueble.
Los docentes consideran que, por su importancia histórica y por ser sede de un instituto público que forma a jóvenes en cinco carreras técnicas, la infraestructura merece un rescate inmediato.