Como desconocidos fueron ingresados en horas de la mañana a la morgue los cadáveres de tres hombres que aparecieron en sacos en dos puntos diferentes de la capital, mientras que la Policía realizaba las investigaciones orientadas a identificarlos.
Alrededor de las 6:00 de la mañana la Policía fue notificada de que en la orilla de una calle de tierra, cerca de la terminal de buses de Tiloarque, yacía el cuerpo inerte de una persona, por lo que varios agentes se movilizaron de la estación del barrio La Granja a verificar la información.
Los agentes confirmaron que la víctima era un hombre que estaba amarrado de pies y manos para atrás, quien presentaba señales de tortura.
Minutos más tarde en el anillo periférico, cerca del lugar conocido como “el plantel del Nasry (Tito) Asfura” y la colonia Faldas de Calpules, fueron descubiertos otros dos cuerpos humanos en similares condiciones, lo que fue verificado por agentes policiales que se desplazaron a la zona.
Empleados del Ministerio Público y equipos de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) se presentaron a los lugares de los hechos y trasladaron los cadáveres en los sacos para realizar el reconocimiento legal en la morgue capitalina. Ya en horas de la noche, uno de los cadáveres hallados en el periférico fue identificado como Óscar Yahír Díaz Palma, de unos 26 años.
¿Crímenes relacionados?
En forma preliminar, la Policía no descartó que los crímenes estén relacionados, ya que presentan el mismo patrón y los costales estaban amarrados con cuerdas del mismo estilo y color.
Los técnicos de la Sección de Inspecciones Oculares de la DNIC revisaron las escenas de los hallazgos y encontraron indicios de que uno de los cuerpos encontrados en el anillo periférico fue arrastrado porque en el pavimento había manchas de sangre.
Agentes de Homicidios realizan una serie de investigaciones orientadas a identificar a las dos víctimas restantes y a los asesinos.
La Policía sospecha que los infortunados fallecieron a causa de asfixia por estrangulamiento, porque no presentaban heridas de bala.
Las dos zonas se han convertido en botaderos de cadáveres, ya que constantemente se reportan crímenes, sin que la Policía haya identificado a los asesinos.
En Honduras se registra una tasa de 85.5 homicidios por cada cien mil habitantes, siendo uno de los países más violentos del mundo.