Momentos de tensión e ingobernabilidad se viven desde la tarde del viernes en dos municipios de este departamento de occidente de Honduras.
El sábado, a eso de las 6:30 de la tarde, los agentes “Cobras” movilizados a este sector del país para calmar los ánimos de la población tuvieron que lanzar gases lacrimógenos para dispersar a unas 200 personas que se habían reunido enardecidos en la plaza central de San Juan.
Estos pobladores horas antes habían quemado las postas policiales de San Juan y San Miguelito, así como la patrulla RPM1006, asignada a esta última localidad.
Lo hicieron en represalia porque los agentes asignados a San Juan dispararon y le quitaron la vida a un humilde vendedor de cuajada de nombre Antonio Benítez Gómez. Según lo informado anoche, el vendedor era una persona muy humilde, inclusive conocido por toda la comunidad como “enfermito”, por lo que no se metía con nadie para hacerle daño.
Para justificar la acción criminal, los policías asignados a San Juan habrían reportado que Antonio hacía disparos al aire y que por eso había sido requerido.
Al negarse a la inspección, los policías le habrían disparado, siendo el agente Amaya el sindicado como autor material del crimen.
Desde que se cometió el hecho criminal, los pobladores llegaron enardecidos a la posta de San Juan, quemando todo lo que había en su interior, entre ellos escritorios, documentos y indumentaria policial.
Ante la acción de los pobladores, los policías decidieron huir del lugar.
Minutos antes habían solicitado refuerzos a sus compañeros de San Miguelito, los cuales se desplazaron en una patrulla que también terminó quemada a unos 200 metros del puente de la localidad.
Indignados por la presencia de más policías, que llegaron a defender a los supuestos criminales, varios pobladores viajaron a San Miguelito, el cual se ubica a unos 20 minutos en carro, para quemar la posta de esa comunidad.
En horas de la tarde, el padre Francisco ofreció una misa para implorar que vuelva la paz al pueblo. Posteriormente se reunió con una comisión de unas 14 personas, entre las cuales estaban jefes policiales que viajaron desde Tegucigalpa.
Durante la reunión se planteó que la población estaba indignada por el crimen cometido por los policías y fue ahí donde afirmaron que los abusos de esos agentes policiales no eran nuevos, por lo que la paciencia de la población se terminó.
“Solo pedíamos justicia, nosotros no buscamos la guerra, con anticipación les advertimos de las acciones irregulares de ese policía (apellido Amaya) y nunca tomaron acciones. El pueblo se cansó y mientras no manden policías correctos, no queremos a la autoridad aquí”, dijo Eulalio Chávez, poblador de San Juan, Intibucá. El crimen de Antonio Benítez ocurrió a eso de las 12:30 del mediodía en el barrio El Triángulo de San Juan.
“No se justifica la acción, era un muchacho humilde que se ganaba la vida haciendo mandados. La Policía ahora justifica su mal proceder asegurando que él andaba armado, pero no es cierto, era un muchacho con problemas (de salud) y nunca tuvo un arma”, dijo Mario Alfredo Díaz.
Fueron los mismos policías los que declararon a los medios que habían disparado a Antonio porque este los atacó con el arma que andaba y prueba de ello es que había dos impactos en el chaleco que portaba el policía. La declaración hizo estallar en ira a toda la comunidad.
Ya son varios los casos en que pobladores se han tomado las instalaciones policiales, en los otros casos ha sido exigiendo que les entreguen a algún delincuente.