Siempre

Un superhéroe de Ocotepeque: Electrus, el guardián de la electricidad

Un vistazo a esta cinta de acción y fantasía, primer largometraje de Ocotepeque en salas de cine y creación original de Víctor Manuel Henríquez, protagonista y director

23.11.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-En el albor de noviembre me sorprendió la premier (el lunes 11) de una nueva película hondureña, que el jueves 14 se estrenó en salas de cine a nivel nacional aunque en pocas tandas. Se trata de “Electrus, el guardián de la electricidad”, realizado en Ocotepeque por HL Planet Pictures, un filme escrito, producido, dirigido y protagonizado por Víctor Manuel Henríquez.

¿Quién se ha llevado mi queso?

Hace 25 años, un hambriento niño de la calle se roba una libra de queso de 10 lempiras. Cuando el cliente afectado amenaza con fajearlo, lo detiene un hombre que le paga lo robado; luego convence al cipote de acogerlo y educarlo.

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En el presente, aquel niño ahora es el joven electricista Erick Cruz (Víctor Henríquez), pero el hombre que lo rescató en ese entonces, su maestro Fay Hatzashi (Wilmer Melgar), quien lo ha entrenado en las artes marciales, sigue igualito físicamente. Este aparente error de continuidad se aclara cuando le revela a Erick la gran verdad: él no es un ser humano común, sino uno de los cinco Guardianes del Ciclo, orden milenaria y poderosa que controla la tierra, el agua, el aire, el fuego y la electricidad (su don), que lo condena a vivir durante mil años con la misión de salvar a la humanidad de cualquier amenaza haciendo uso de sus poderes, hasta que encuentre a un relevo idóneo.

Cuando le transfiere su poder, el maestro desaparece y Erick asume su nuevo rol, el de guardián de la electricidad: Electrus, un personaje cuyo look evoca a dos ninjas del videojuego Mortal Kombat: Rayden por sus poderes y Noob Saibot por su indumentaria negra.

Poder sin límites

Paralelo a la historia de “los buenos” de la película, vamos conociendo la red criminal Las Sombras, cuyo primer acto ilícito, la subasta clandestina de uranio dirigida por el ambicioso Volcan (llana, sin tilde), es saboteado por una operación de las FATH (Fuerzas Anti-Terroristas de Honduras).

Tras perder la valiosa materia, Volcan (Wilson Herrera) cae en desgracia con Kalifa (James Aguilar), su jefe mafioso, pero, lejos de intimidarse, lo traiciona creando una red criminal rival, que conforma persuadiendo a antiguos súbditos de Kalifa y otras perlas del bajo mundo.

Mediante la violencia y estrategias de infiltración y fuga, rescata a su psicópata hermano Zika (César Gómez) de la pena de muerte en la cárcel, pero falla su plan de soltar rehenes a cambio de la devolución del uranio. Y no fracasó por culpa de las FATH, sino por la inesperada aparición de Electrus, quien salva a los rehenes y le da una golpiza a los compinches de Volcan, enmascarados como Anonymous, aunque estos logran huir.

En San Marcos, San Francisco del Valle y otros municipios de Ocotepeque, Las Sombras imponen el terror, pero las FATH, con ayuda de Electrus, las desarticulan en una cruenta batalla en una planta industrial.

Esta ficción a priori luce interesante, pero al realizarse con elenco y crew sin mucho rodaje en el oficio, el resultado dista mucho de lo esperado.

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Tus zonas erróneas

Sonido: Mala edición de diálogos en off; efectos sonoros con tonos e intensidad irregulares; escaso sonido ambiente y olvidaron añadir el diálogo del sobrino de Volcan cuando le cuenta sobre los negocios de Kalifa. Rescato la música incidental y la canción oficial, “El guardián”, de la banda de rock Abbadon.

Fotografía: Excesivo contraste en filtros verde grisáceos; mala iluminación, por lo que los interiores se vieron oscuros; en exteriores, pobre balanceo de cámaras, el cielo suele verse todo blanco, como en la toma en el interior del carro cuando Volcan rescata a un ladrón.

Efectos especiales: Lucieron muy serie B, con balazos que parecían rayos láser rosados y explosiones exageradas, sobre todo la del dron.

Actuación: Acartonada, aunque hubo villanos con rasgos diferenciadores como Zika y “El Colombiano”. El mal doblaje y montaje de voces los hizo ver muy sobreactuados.

Guión: Entre diálogos realistas se iban frases fuera de lugar, como el matón cuando le dice a un militar: “Detente ahí idiota, di tus últimas palabras”. La puesta en escena de algunos eventos fue descaradamente inverosímil, como la subasta de uranio en un solar al aire libre, donde los drones espías hasta hacían primeros planos de la transacción “clandestina”. Si en el rescate de rehenes, Electrus se teletransportó para llegar allá en instantes, ¿por qué en la batalla final se fue en moto?

Montaje: Descuidaron detalles, por ejemplo, cuando emboscan a las FATH con criminales que emergen de la piscina, ese efecto sorpresa perece porque en tomas previas vimos que en esas cristalinas aguas no había nadie. Los enfrentamientos entre Electrus y Las Sombras no fueron bien filmados: la fotografía oscura en interiores con personajes de trajes negros, la cámara en mano y con planos cerrados mareantes o Electrus filmado de espaldas, tapando al agredido, impidieron apreciar muchas destrezas marciales.

Estos desaciertos sumado a un mal mercadeo le pasaron factura en taquilla. Como aporte queda Electrus, superhéroe catracho que se suma a Chinche-Man, “El Paletero” y otros personajes originales de nuestro cine. Les reconozco su iniciativa de querer hacer algo diferente, pero el producto final que nos ofrecieron dejó mucho que desear. Si harán una secuela, como lo dejaron planteado al final del filme, deberán prepararse mucho para crear algo mejor ya que la expertise, el dominio del lenguaje cinematográfico, ningún guardián del cine se las va a transferir.