Tegucigalpa, Honduras.- Dentro de las últimas producciones de la plástica hondureña, "Transmutante" es un proyecto que busca incidir en la cultura artística del país.
Su innovación consiste en ser la síntesis de un largo proceso de producción y experimentación técnico-formal. El proyecto es la evolución lógica de una práctica que inició en las referencialidades de la pintura figurativa para dar paso a una pintura donde el hecho referencial es la pintura misma, es decir, el color, las texturas, la mancha, el trazo gestual, los contrastes tonales, todo ello sustentado en un exuberante despliegue de materia pictórica.
Sus conexiones con la realidad son más evocadoras que enunciativas, es pintura para pensar, para sentir, para descubrir; son fragmentos abiertos a la interpretación; se mueve en el acto de ocultar y desocultar.
¿Qué oculta esta pintura?, encubre la realidad objetivada, aquella que se reconoce en un solo golpe de vista. ¿Qué desoculta?, revela la gran metáfora de la piel que se materializa en las envolventes capaz de pintura que el artista Orlando Roque plasma en un impetuoso cuerpo a cuerpo con la pintura.
Tradicionalmente, su obra se ha caracterizado por recurrir a signos y símbolos que aluden a una estética de la representación que tiene su expresión más acabada en el arte figurativo.
Precisamente, es en este punto que Roque inserta ese tránsito que lo hace transmutar de la figuración a la abstracción.
El artista entiende que hay otras formas de representar lo corpóreo y su entorno, sabe que puede construir un tejido de signos y símbolos que ya no estén al servicio de representar sino de encarnarse en el color mismo y en el material.
Mediante esta operación perceptiva busca generar una reflexión ya no física del cuerpo, sino emocional y espiritual, incluso, podríamos aproximarnos a una lectura metafísica de lo corporal.
Representar siempre ha significado crear una identidad entre el sujeto y los objetos. La representación ha creado un puente entre el ser y lo real, sin embargo, el arte abstracto descentralizó esa relación casi lineal entre sujeto, representación y realidad.
Descentralizar no significa anular esa relación sino reubicarla para dar lugar a nuevos sentidos a partir de lo informe y el color. En el caso de Roque, es lícito agregar un elemento más: la densa materialidad del acrílico, auxiliada por el gel, la masilla y otros recursos plásticos.
En "Transmutante", el llamado mundo real que el artista ha venido representando a lo largo de su carrera artística, adquiere otro sentido porque lo representado se trasmuta en una operación simbólica diferente: la piel de la pintura. No hay evasión, hay evocación: sus preocupaciones temático-existenciales siguen presentes en su obra, pero han sido reconvertidas (transmutadas) por la presencia única del color.
Orlando Roque, nos propone entonces un nuevo modelo integral de identidad: la pintura como metáfora de la piel. A partir de ese nuevo modelo de identidad, el color y la materia se convierten en ese espacio por donde transita nuestra experiencia emocional más profunda.
Lo anterior explica la densidad con que cubre la tela a partir de todos los recursos bidimensionales que utiliza. La saturación matérica no es ocultamiento, más bien, pone en evidencia el gran territorio emocional que conforma nuestro cuerpo.
Las capas de pintura son la gran imagen de nuestra densidad emocional, es decir, de nuestras capas psíquicas. “Deja tu mirada en estas envolturas de pintura y yo abriré mi piel para que atisbes, a través de mi herida, el mundo interior que me habita y condiciona”, parece ser el axioma del artista, es decir, el núcleo conceptual que articula este proyecto estructurado con una fuerte carga simbólica.