Siempre

“Laberinto carrusel”: Descenso a los infiernos

Martín Cálix en el tejido de su ficción aborda el submundo urbano del centro de la capital de Honduras
18.05.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En 1980 apareció “Ciudad con dragones”, quizá el mejor poemario de Pompeyo del Valle, dedicado a Tegucigalpa.

Cuarenta y tres años después, el poeta Martín Cálix acaba de publicar la novela “Laberinto carrusel”, del sello editorial Casasola, y retoma esa idea de que Tegucigalpa “es una ciudad dormida (...) atrapada en las rocas como un doliente animal mitológico”, que figura en el poema “Fábula” del mencionado libro pompeyano.

En efecto, Cálix en el tejido de su ficción aborda, a través de Roque, su protagonista agónico, viejo poeta alcoholizado en declive, el submundo urbano del centro de la capital, “en las tardes después de las cinco en las cantinas del downtown” (p. 32), como el Pío Rico y el Golden Fish.

El autor de “Laberinto carrusel” pareciera actualizar las líneas escritas en la obra citada: “Ciudad, sola ciudad, dime ¿qué maldición pesa sobre ti?/¿En qué terrible noche se reunieron las brujas del bosque/para disponer tus tormentos? ¿Dónde está la clave para romper/el hechizo que te condena a ese sueño parecido a la muerte?”.

El alcoholismo de Roque se convierte en extravío del juicio, impulsos irracionales, frustración y rabia.

El poeta decrépito, archivista de sus fracasos, habita el mundo pesadillesco del temor, la incertidumbre y la culpa, y donde la única fuerza redentora parece ser la sexualidad.

Las borracheras de Roque provocan infortunios como el abandono de que es objeto por parte de su compañera María Luisa, hastiada ya de esa conducta recurrente y del todo irracional.

Podría afirmarse incluso que Roque incurre en una suerte de sonambulismo, habida cuenta de que la condición del sonámbulo indica una ruptura con el sistema de valores pero también deviene en una prolongación de deseos prohibidos, habitualmente relegados al rincón de los sueños y fantasías.

Notable resulta el personaje de Raquel, la “chica punk”, a quien Roque todavía es capaz de seducir, pese a que “está borracho y es patético como todos los viejos borrachos” (p. 16).

Ella es “la flaca”, cocainómana y “tan salvaje como la ciudad, ella es la materialización de aquello que afirman que Tegucigalpa es una ciudad habitada por dragones” (p. 27).

En el capítulo dedicado a Raquel, Cálix pule el texto en el que despliega los placeres de los sentidos con audacia y frescura. Allí Roque experimenta la previsible pasión “tormentosa”, “el llamado salvaje” (p. 20), que sólo el esplendor carnal es capaz de proporcionar.

El autor de “Laberinto carrusel” ejerce un control literario sobre los psicodramas individuales de sus personajes jugados contra el fondo social de su medio ambiente, esa geografía infernal.

La ebriedad del viejo acaso sea la única puerta accesible que conduce hacia la desinhibición y el desasimiento de las estructuras racionales del “orden establecido”.

Ya se sabe cuál es el precio a pagar, y, una vez más, a ello se alude en el poema “Taberna” de “Ciudad con dragones”: “El humo y las voces se mezclan extrañamente/ con el olor de los recuerdos/ en este viejo bar donde las almas de los borrachos/de la ciudad/ (...) parecen volar ciegamente como pesados pájaros”.

Martín Cálix ha sabido crear una novela dotada de coherencia y alejada de las fórmulas estereotipadas.

En ella se alcanza a “ver Tegucigalpa desde un punto alto. (...) se puede ver así a la ciudad y pensar que aquel lugar es un dragón dormido, un dragón que lleva miles de años dormido” (p. 126).

Sobre el autor

Hernán Antonio Bermúdez. Escritor y crítico literario. Perteneció a los grupos de vanguardia cultural Vidanueva (a finales de los años 60) y Tauanka (a principios de los años 70). Ha formado parte de consejos editoriales de varias revistas literarias de Honduras, como “Coloquio”, “Señales”, “Alcaraván”, “Astrolabio” y “Galatea”. Fue uno de los fundadores de la Editorial Guaymuras en 1980. Ha publicado los libros “Retahíla” (1980), “Cinco poetas hondureños” (1981), “Afinidades” (2007), reeditado por Mimalapalabra en 2011, y “Resquicios” (2021).