Siempre

El artículo de Octavio Carvajal: El quiebre

Jorge Cálix, diputado de Libre, ve “tarifados” a quienes le indagan por su primo Mario “Cubeta” Cálix; si le hablan de “Tony”, se destapa

18.07.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Lejos de saber dónde está el dinero retenido a narcos y lavadores tras batirse unos en prisiones locales y del imperio, otros están muertos de la risa en sus palacetes hablando de política, de banca, de injusticias y andan torcidos.

Si bien la guerra contra el narcotráfico es compleja, muchos peculios en barriles de la OABI están en ruina bajo el serio revés sanitario y educativo.

Comparar narcos con naderías es ilógico, pero nuestra justicia tiene claros quiebres. Hunde a unos y glorifica a otros desde la ilusoria óptica de la “rectitud”.

Vemos, sin duda, una diosa Temis con misiles dirigidos. Desde la captura de Arnaldo “El Negro” Lobo (no es familia de “Pepe”), el primer narco cedido al norte en abril de 2014, las dudas se agigantan.

Faena

Sin escupir la labor de todo un aparato de seguridad en manos de Julián Pacheco, intuimos que lo chueco sigue pues no todos caen en el “caiga quien caiga”.

Desde el 2002 —en eras de “Batman y Robín”— colorearon una guerra contra las pandillas y ahí están más fuertes y retadoras que nunca, matando a inocentes por pinches 200 lempiras de extorsión.

La batalla contra las drogas igual. La cocaína pasa o la congelan por puntos ciegos. Parece que según el cliente articula la acción, caso contrario hay ciegos en los puntos vitales regidos por grandes. Si las pandillas y los narcos nos aterran, piratas de mercancías también tienen su tierra. ¡Son señorones! Doña Miriam y compañía sabe nombres y apellidos de evasores del fisco y dicen que “el pirata soy yo”.

Sin salirnos del bajo mundo, al caer “El Negro” Lobo, grandes, medianos y pequeños capos se molieron, entre ellos Fabio Lobo y Antonio “Tony” Hernández, hijo y hermano, respectivamente, del digno y casto Porfirio Lobo Sosa y del presidente Juan Orlando Hernández Alvarado quien, abatido en su recta final, jura que los narcos no tendrán respiro. Así el giro.

Billete

Antes se rindieron Los Cachiros que, bravíos, no han dejado cacho suelto por Nueva York. Además, cayeron, Los Valle, Don H y tiro de galanes de la coca a quienes la Fiscalía les retuvo millones en efectivo, poderosos patrimonios en gran parte del territorio. Hasta aquí nada novedoso. Dos pandilleros caen por allá, cuatro a la vuelta. A propósito, ¿y el Tigre?


La gente ausculta ¿y los bienes de Fabio y de “Tony”? ¡No lo sabemos! Los mandos y sus estrellas deben las cuentas. No obstante, callan y, los jefes —a su modo— tienen su leyenda. “Pepe” —que voló al cielo y regresó santificado— ha dicho que su hijo estaba en la calle al momento de su captura, mientras JOH rehúye del tema y pide no hablar más de su hermano quien pagó cara su mudez ante fiscales estadounidenses y el juez Kevin Castell.

Estas letras no tienen el arte para desenmarañar los tejidos de las mafias y sus carretes en el poder. Quizá la verdad solo la posean o la sepan —como así ocurre— influyentes cronistas liados a la política y al estrado empresarial donde cada quien trafica su cuota en los oscuros túneles del ¿quién da más? o ¿quién calla o habla de más? para complacer a su mandamás.

Rata

Los narcos arrestados, rendidos prisioneros aquí o en Estados Unidos, juran que sufragaron millones de dólares para candidatos presidenciales, pusieron diputados, magistrados. Los “injuriados” se declararon pulcros. Curiosamente esos periodistas loados por el sistema rancio, vistos o autocalificados de preclaros, jamás olieron su tufo porque en esos codos del charcal “la rata soy yo”.

Si los capos de monte aflojaron pisto a diestra y siniestra, ¿dónde están sus rollos de dólares incautados en caletas? Si nadie compra sus carísimos y estrafalarios castillos, establos, hatos ganaderos, ¿por qué el Estado no los activa en medio de la peste para hospitales, centros de salud y que la leche y la carne de las vacas no se pudra, sino que nutra a enfermos y haraposos?

Profusos bienes muebles e inmuebles tirados al cesto de la basura y nadie explica nada. La OABI no puede —así aleguen sus funcionarios lo contrario— ni cuidar una caballeriza con el dinero quitado a narcos y lavanderos. Tal vez un periodista de respeto les da cátedra de cómo atender establos y a tocar con manos tersas y no perversas el pisto del bajo mundo. Penosamente, en esta tierra curtida de torcidos por el quiebre de la justicia y una sociedad injusta, “el ladrón soy yo”. A buen entendedor…