Honduras

Destrucción del bosque de mangle amenaza biodiversidad del Golfo

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21.08.2016

San Lorenzo, Valle, Honduras
La diversidad natural del Golfo de Fonseca por décadas ha maravillado a todos los que han tenido el placer de conocerlo. Sus hermosas playas, la exquisitez de su gastronomía y los hermosos atardeceres son la principal motivación de los turistas para visitarlo, generando miles de divisas anuales a los habitantes del sector.

Pese a las múltiples bondades que nos ofrece la zona, el mayor protector de su ecosistema, el mangle, ha venido desapareciendo y con ello amenazando la preservación de la vida marina, flora y fauna.

En el año 2000, a través del decreto 5-99E, se creó el Subsistema de Áreas Naturales y Protegidas de la Zona Sur de Honduras (Sapzsurh), declarándose 10 sitios protegidos divididos en siete áreas de manejo de hábitat y especies, dos de usos múltiples y un parque nacional marino.

Dicho ecosistema se divide en el área de Manejo Hábitat/Especie de Bahía de Chismuyo de San Lorenzo, Los Delgaditos, Las Iguanas-Punta Condega, El Jicarito, San Bernardo y La Berbería.

Asimismo, se cuenta con el Área de Usos Múltiples de Isla del Tigre y Cerro Guanacaure, sin olvidar el Parque Nacional Marino Archipiélago del Golfo de Fonseca.

Este sistema natural tiene una superficie total de 82,591.86 hectáreas, dividiéndose en 58,581.30 hectáreas de superficie terrestre y 24,010.56 hectáreas de superficie marina.

El área protegida está ubicada entre los municipios de El Triunfo, Namasigüe, Choluteca, El Corpus, Santa Ana de Yusguare y Marcovia, en el departamento de Choluteca; Nacaome, Alianza, Amapala, San Lorenzo y Goascorán, en el departamento de Valle.

La biodiversidad con que cuenta el Golfo de Fonseca lo ubicó en el puntaje más alto de importancia de humedales a nivel internacional, brindándole el título de sitio Ramsar No 1,000 a partir del 10 de junio de 1999.

Pérdidas
La distinción otorgada a la región sur forma parte de las acciones mundiales en la preservación de los humedales en todo el mundo y se le dio el número 1,000 por ser uno de los ecosistemas naturales más completos, ya que cuenta con siete especies diferentes de mangle.

Al momento de entregarle dicho título al Golfo de Fonseca, la región contaba con un área aproximada de 69,711 hectáreas de mangle, dentro y fuera de las áreas protegidas, según los datos que recoge el Plan de Manejo del Subsistema de Áreas Naturales y Protegidas de la Zona Sur de Honduras, a junio de 2015.

El documento también menciona que al realizarse una comparación con los datos actualizados del Anuario Estadístico Forestal 2014 del Instituto de Conservación Forestal (ICF), se estima que el área de mangle actual es de 33,205 hectáreas, lo que representa una pérdida del 52.36 por ciento de mangle en los últimos 16 años.

Modesto Ochoa, presidente del Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca (Coddeffagolf), comentó que la degradación que el sector mangle ha experimentado ha dejado consecuencias graves.

“El ecosistema ha resentido la pérdida de tantas hectáreas de bosque de mangle, lo vemos en la disminución considerable de la pesca, ahora los pescadores deben exponerse más e ir mar adentro, en aguas más profundas, para poder traer el sustento a sus familias”, comentó.

Los daños en sectores costeros provocados por el incremento del oleaje o los fenómenos de las marejadas son cada vez más frecuentes y causan mayores pérdidas económicas.

Las afectaciones ya no son exclusivas del sector costero, puesto que cientos de familias que viven alejadas de las costas están padeciendo por la falta de abastecimiento de agua ante la salinización de la misma.

“En el municipio de El Triunfo tenemos claros ejemplos de lo que sucede cuando cortamos el mangle y ya no tenemos barreras naturales que impidan el acceso subterránea del agua del mar, está se introduce en flujos de agua dulce y la convierte, impidiendo que la ciudadanía pueda hacer uso del vital recurso”, mencionó Ochoa.

Foto: El Heraldo

Causas
El crecimiento desmedido del rubro del camarón en sectores ancestralmente ocupados por bosques de mangle es una de las principales razones que han provocado la destrucción del mismo.

Un estudio multitemporal de la superficie ocupada para la cría de camarón en el Golfo de Fonseca, elaborado por el máster en gestión Sostenible de la Tierra y del Territorio de la Universidad de Santiago de Compostela, España, indica que el área de camaroneras en el sur pasó de 638 hectáreas (1.6%) en 1986 a 9,640 hectáreas (23.5%) en el año 2011.

El estudio establece que el período en que el área de manglar se vio más afectada por la industria camaronera fue entre 1993 y 1999, con un 6.2 por ciento del cambio de uso del suelo.

De igual manera menciona que la superficie sobre la cual las camaroneras se han expandido son los playones, reportando un cambio de uso de 24,973 hectáreas (61%) en 1986 a 14,172 hectáreas (34.6%) en 2011.

El documento advierte que el área de manglar de las zonas declaradas como protegidas pasó de 6,733 hectáreas (34.5%) del año 1986 a 5,926 hectáreas (30.4%) en el año 2011, el área de las camaroneras paóo de 28.6 hectáreas (0.1%) a 2,248 hectáreas (11.5%).

Entre las zonas protegidas más afectadas por el impacto de la camaricultura en el Golfo de Fonseca se encuentra San Bernardo, con jurisdicción en los municipios de El Triunfo, Namasigüe y Choluteca; así como La Berbería, ubicada en El Triunfo.

“Necesitamos mayores regulaciones y controles por parte de las autoridades de gobierno al entregar concesiones en sitios protegidos, ya que el daño en el ecosistema quedará y si no hacemos nada ahora se prolongará”, reflexionó el presidente de Coddeffagolf.

Además de la camaricultura, la producción de caña, la recolección de sal, la utilización de leña y la captación de resina para teñir objetos son otros rubros que le están robando espacio al bosque.

Las denuncias por corte ilegal de mangle han venido en aumento en los últimos tres años, sin que hasta la fecha se tengan respuestas.

Yessica Romero, apoderada legal de Coddeffagolf, aseguró que cada mes se capta un promedio de cinco denuncias