Honduras

Descifrada la estructura de las maras y pandillas de Honduras

Rangos, obligaciones y rituales figuran en una investigación realizada sobre la organización de estas temidas organizaciones criminales

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05.05.2016

Tegucigalpa, Honduras
Desde la cárcel, las maras y pandillas extienen sus tentáculos de poder en los barrios y colonias de Honduras.

De este secreto a voces -o mejor dicho, de dominio público- también hay detalles poco conocidos sobre la organización de las temidas estructuras criminales.

El informe Maras y Pandillas de Honduras, de la revista especializada InSigth Crime, descompone la estructura, detalle a detalle, de los grupos delictivos que mantienen de rodillas de Honduras.

La Mara Salvatrucha y el barrio 18 vuelven a estar en el ojo de los estudios. Jerarquías verticales que se vuelven horizontales según se analiza cada escalón. Así funcionan estos dos grupos.

La jerarquía del barrio 18
Al menos siete escalones tiene la estructura organizacional de la pandilla Barrio 18, la cual es considerada como nominalmente jerárquica, en cuya cúspide está el toro, figura que representa la máxima autoridad de esta asociación criminal.

Si bien es cierto, que la mayoría de 'toros' están en la cárcel, algunos de ellos se encuentran en las calles que dependiendo de su estatus y longevidad tienen bajo su comando una cierta cantidad de células a las que se conocen como 'clicas' que constituyen la unidad más claramente definida de la agrupación.

Los encargados de cada clica son los 'homie', quienes tienen una serie de 'soldados' a su cargo.

El informe subraya que 'soldado es un concepto omnicomprensivo que abarca todo lo que puede denotar distintos puestos dentro de la mara o pandilla; los distintos roles dentro del rango de soldado no son fácilmente distinguibles para los observadores externos'.

'El rango depende de varios factores, en ocasiones arbitrarios, que van desde una lealtad percibida hacia la pandilla, hasta la predisposición para cometer actos violentos y las amistades que alguien pueda forjar dentro de la pandilla', agrega.

A su mando, un soldado 18 puede tener una sola zona o varios territorios, dependiendo de su rango, quienes también asumen distinto roles, donde algunos podrían especializarse en el aspecto financiero, cobrando el dinero de extorsión o haciendo actividades de narcomenudeo.

Mientras que otros soldados se convierten en gatilleros, es decir las personas que halan el gatillo de las armas de fuego con las que comenten homicidios que dada la importancia que se le da a la violencia en el mundo pandilleril, no sorprende que estos frecuentemente tengan una importancia simbólica, además de servir una función esencial.

Los paisas es el rango que está por debajo de los soldados, de los cuales se distinguen dos tipos: paisas firmes y aquellos que simplemente son denominados paisas.

En el caso de los firmes o miembros fijos son aquellos que están a punto de convertirse en soldados, que han demostrado una extraordinaria lealtad y/o capacidad de trabajo en pro de los intereses de la pandilla, quienes no pueden dar un 'no' como respuesta y están dispuestos a ofrecer sus vidas por el grupo al igual que por su jefe inmediato.

Carne de cañón
La devoción de los paisas y paisas firmes hacen que sean la carne de cañón en las disputas y perennes riñas que caracterizan las relaciones antagónicas de la 18 en contra de sus rivales, las fuerzas de seguridad, incluyendo otros actores armados.

4,500

Miembros de maras y pandillas hay en Honduras, según los informes más conservadores

Aunque unos podrán ser menos prescendibles que otros, todos comprenden que para ser considerados como elementos importantes dentro de la pandilla tienen que estar dispuestos a morir.

La iniciación de los paisas se realiza a través de 'el brinco' que consiste en una golpiza y es el momento que ellos añoran.

La persona que dirija ese tipo de ritual se convertirá en el mentor de ese miembro y será el jefe inmediato dentro de la pandilla en lo sucesivo.

La publicación detalla que 'esta relación muchas veces dura varios años, periodo durante el cual un soldado o un homie instruirá y liderará a varios paisas, quienes luego se convertirán ellos mismos en soldados. Si el soldado juega bien sus cartas y mantiene un ojo sobre sí mismo y su gente, puede ubicarlos en distintos vecindarios, ganando un significativo poder dentro de la pandilla'.

Nivel más bajo
Dentro de la jerarquía de la pandilla, los 'banderas' niños entre los 6 y 14 años de edad representan el nivel más bajo, quienes todavía no son miembros y la mayoría de las ocasiones son reclutados a la fuerza.

La función de estas personas es de aviso o advertencia, por esa razón llamados como tal y están distribuidos por todo el vecindario, pero muchas veces se concentran en las entradas, puntos de acceso a colonias o en las fronteras.

Además, permanecen cerca de las estaciones de Policía, merodean las escenas del crimen, portan armas, recogen o entregan los pagos de extorsión, recolectan, entregan drogas e inusualmente recaudan las ganancias por estos estupefacientes.

La emisión de señales, envio de mensajes de texto o llamando por celular cuando tienen que alertar sobre la presencia de extraños y rivales es la forma de comunicación de los banderas.

La mayor parte del trabajo sucio para la pandilla es realizado por los banderas y por ende asumen el riesgo más alto ante la ley debido a que generan menos sospecha, siendo poco probable que tengan que enfrentar detención judicial al ser atrapados por ser menores de edad.

Otros colaboradores
El traficante de droga que opera a nivel local es un tipo de colaborador con el que cuenta este grupo de antisociales que son conocidos como traquetos o 'pucher' que aunque no son parte de la pandilla son distribuidores de estas sustancias ilícitas.

La 18 también dispone de conductores de taxis, mecánicos que reparan sus automotores y que les facilitan
inteligencia, incluyendo abogados que los asisten en asuntos legales.

Las jainas o novias de estos pandilleros juegan un rol importante, ya que pueden traficar drogas a su vez manejar las finanzas de un homie o paisa, llevar dinero y meter alucinógenos a las cárceles donde se encuentran recluídos los toros u otros miembros.

En último lugar se encuentran los familiares que trabajan de mensajeros, repartidores o mulas, otros trabajos ocasionales y que pueden servir para esconder drogas, armas así como elementos de vital importancia para líderes de estas bandas delictivas.

'Son las familias las que cubren toda la gama de actividades de la pandilla que dependen totalmente de los flujos de ingresos provenientes de la actividad que genera la pandilla; en algunas familias hay hasta tres generaciones de miembros activos de la 18', indica el reporte.

La Salvatrucha y el 'palabrero'
Mientras el Barrio 18 se analiza punto por punto, la estructura de la Mara Salvatrucha es más difícil de descifrar, señala el informe de InSight Crime.

Sin embargo, los analistas están conscientes que es un grupo criminal más sofisticado y buscan ampliar su radio de operación. Y cuando hablan de expandirse es a nivel geográfico y económico.

En la Salvatrucha quien lleva las riendas de la mara es el 'palabrero', un marero generalmente encarcelado a quien las rejas no le restringen el control; en su lugar, le da más poderío.

'El encarcelamiento puede acelerar el ascenso en ambas estructuras (Barrio 18 y la Mara Salvatrucha)', concluye el análisis, aunque es un dato de dominio popular en Honduras.

Bartolinas, sistemas de seguridad y visitas restringidas no impiden, según la investigación, que el 'palabrero', conocido también como 'viejo', mantenga 'comunicación permanente con los súbditos en la calle, así como con familiares y líderes de maras en otros países'.

Ni siquiera el bloqueo de la señal de teléfonos celulares, anunciada por el gobierno como un golpe a las estructuras criminales en las prisiones, es una barrera suficiente.

El análisis presume que estos líderes encarcelados utilizan 'teléfonos satelitales para comunicarse', además que envían mensajesa través de sus familiares y otros miembros para sostener el enlace con el barrio.

Pero estas comunicaciones tampoco son simples cartas. Los mareros han logrado desarrrollar un sistema codificado escrito, conocido como 'huilas' en el bajo mundo de estas organizaciones criminales.

Lea además: Mensajes en clave de maras salen ahora desde la cárcel

Control en los barrios
Luego del Palabrero está el jefe a nivel de barrio o colonia. Obviamente, este control es importante, porque la Mara Salvatrucha se organiza en células.

Este jefe es llamado por su apodo y también se le conoce como sargento, quien posee un pequeño número de soldados leales -los que vienen en la siguiente escala- a su disposición para trabajos requeridos por la mara.

La principal tarea del soldado, llamado 'ranflero', es la gerencia del negocio de la droga, aunque también se presta a las tareas de seguridad, un punto vital de sobrevivencia.

Estos dos trabajos -droga y seguridad- se mantiene con los 'locos' -equivalentes a los paisas-. No tienen condición de miembros activos, pero están a punto de dar el paso para entrar a la estructura a través de la golpiza ceremonial.

'Trabajan como traficantes de drogas para la mara. Mueven la droga en pequeñas cantidades en mochilas en los puntos de venta', revela el análisis.

Y en el último peldaño, pero no menos importante para el grupo criminal, figuran las banderas. Estos son quienes dan movimiento, masa y fuerza.

'Cuenta con una gran cantidad de jóvenes que son incorporados a sus operaciones en distintos niveles y con distintas responsabilidades dependiendo de su edad, nivel de experiencia, y percibida fidelidad al grupo', describe el informe.

Y como es sabido, su trabajo es vigilar e informar de cualquier movimiento dentro del barrio o la colonia: Quién entra, quién sale y qué hacen.

'Los 'banderas' y los 'locos' muchas veces se comunican a través de celulares o en algunos casos con radios walkies talkies', sostiene la investigación.

Sin embargo, los 'locos' también suelen utilizar un sistema rudimentario de silbidos y palabras para notificar la presencia de las fuerzas de seguridad.

Así, hablan de 'perros' cuando llega la Policía Nacional; las 'iguanas' para la Policía Militar, 'plátanos verdes' para los militares.

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