Honduras

Sacerdote francés construye hospital en Ojojona

Francis Schiefer inició la obra hace siete años y hoy por fin el municipio de Ojojona ya cuenta con un lujoso centro médico.

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07.04.2014

Una apendicitis que estuvo a punto de mandar a un campesino a la tumba motivó al sacerdote francés Francis Schiefer a construir el hospital que hoy es orgullo de Ojojona, pintoresco pueblo de arquitectura colonial española, 30 km al sur de la capital hondureña.

Retorciéndose del dolor, Héctor llegó una noche hace más de siete años a la casa adonde Schiefer prestaba primeros auxilios a los pobladores de Ojojona, relata a la AFP el sacerdote en un salón del hospital, a través de cuyos amplios ventanales se ven los pinares que rodean el pueblo.

Sin poder curar a Héctor con su magro botiquín, el sacerdote tomó su automóvil y lo llevó al estatal Hospital Escuela, en el centro de Tegucigalpa, el principal de este empobrecido país centroamericano golpeado por la violencia del narcotráfico y el récord mundial de homicidios, 85.5 por cada 100,0000 habitantes, según datos locales.

El sacerdote quedó impactado. Aquello parecía un hospital de guerra, con baleados, macheteados, acuchillados y accidentados. En una de las camillas, Héctor corría el riesgo de morir, a la espera de que un médico lo atendiera.

'Pensé que estaba en un lugar como de hace 15 siglos en Francia, como 50 personas, muchos heridos y borrachos en el piso', recuerda Schiefer.

Fue en la madrugada cuando el campesino pudo al fin ser operado y de milagro se salvó. En la angustia de esos momentos, prosigue el sacerdote, se prometió: '¡Voy a construir un hospital para los pobres!'.


¡Dijeron que estaba loco!

Nacido en Hombourg-Haut, departamento de Mosella, el 9 de julio de 1949, Schiefer, atraído por la vocación de servicio que le inculcaron sus padres, llegó a Honduras en diciembre de 2004.

Unos meses antes su amigo, el cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez, lo había invitado durante una reunión de religiosos en Francia a hacer un voluntariado en Honduras.

A su llegada al país centroamericano, Schiefer asumió la parroquia de los municipios de Ojojona, Santa Ana y San Buenaventura, que juntos reúnen 48 aldeas con unos 35,000 habitantes.

Pocos días trascurrieron desde su visita al Hospital Escuela para que convocara a sus asistentes y a miembros de la feligresía para exponerles su plan, construir un hospital. 'Dijeron que estaba loco', recuerda el religioso en su plática con la AFP.

Los fondos de la parroquia apenas llegaban a 118,000 lempiras (menos de 6,000 euros). Envió cartas a más de 200 países y organismos, y le contestaron 43. Las embajadas de Francia, Italia, Taiwán, Canadá, la Orden de Malta y Estados Unidos estaban entre los que se apuntaron en el proyecto, especificó.

Tocó las puertas de la Casa Presidencial y el entonces presidente Manuel Zelaya --derrocado en junio 2009-- le respondió: 'Me gusta mucho su idea, padre, a eso vamos'.

El 8 de junio de 2006, con el terreno ya limpio de la maleza y de la basura que botaban los pobladores de Ojojona, llegó Zelaya a colocar la primera piedra en una gran celebración.

En 2011 se inauguraban los primeros edificios. Hoy, siete años después de que surgió la idea, hay una inversión cercana a los seis millones de euros en el hospital San Juan de María Vianney.


Un moderno hospital

En dos hectáreas en las afueras de Ojojona, a la orilla de una calle asfaltada, se levantan los pabellones de consulta externa, consulta externa pediátrica, rayos X, ortopedia, medicina interna, parto, sala de nutrición de niños, quirófano. En total son 15 módulos, todos pintados de cálidos colores.

Mientras era atendida de un trauma que le causó su pareja, Ilcia Díaz (25) comentó a la AFP: 'Lo tratan bien a uno en el hospital y es un ambiente tranquilo'.

Destacan en el centro asistencial el módulo de hospitalización de 48 camas y los dos salones para intervenciones quirúrgicas de todas las especialidades.

En el hospital, impecablemente limpio, laboran 70 empleados, de ellos 18 médicos y 12 enfermeras.

El hospital se financia con la membresía de miles de familias, procedentes de los tres municipios, la capital y otras zonas del país, que aportan al año 15 euros los más pobres y 56 los de mayores ingresos. Las consultas valen menos de un euro y la intervención quirúrgica más compleja, unos 170 euros.

El presupuesto anual de 700,000 euros se completa con la ayuda de países y organismos cooperantes, y el gobierno que aporta el 25% del presupuesto anual.

Los médicos y la enfermeras se internan también en las montañas para llegar en brigadas a las recónditas aldeas a llevar la salud preventiva y atender parturientas, lo que ha disminuido la mortalidad infantil.

En su modestia, Schiefer pide a la AFP destacar la obra y no su figura. Su rostro se ilumina al recordar que la frase que hace siete años salió de su boca 'es ahorita una leyenda': '¡un hospital de lujo para los pobres!'.