Honduras

Esfuerzo de los campesinos se fue por la borda: 'No traigan bolsa solidaria, queremos semilla y abono”

Los agricultores desde ya están volviendo a sembrar la última semilla que tienen, pero necesitan orientación por parte de las autoridades, ya que desconocen cuándo inicia y termina la canícula

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28.06.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- La mayor alegría de todo campesino es ver florecer su milpa, sacar la cosecha y comer todo aquello que la tierra bondadosamente provee.

Lamentablemente eso no pasa todo el tiempo en el corredor seco de Honduras, donde la lluvia cada vez es más escasa, provocando que los cultivos se pierdan en las olas sofocantes del calor.

La gente siembra para subsistir, es decir que lo que logre cultivar será su provisión de alimentos por cuatro, cinco, seis meses y hasta un año.

Aquí no hay otro trabajo que sembrar la tierra, cultivar lo que se va a comer, por lo que quien no guarda se arriesga a aguantar hambre, pues la ayuda del gobierno es como la lluvia: tarda en llegar y es incierta.

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Por fe

La fe es lo último que se pierde, testimonio vivo de ello es don Carlos Elías Zúniga, de 85 años.

Un recipiente de abono sostenido con una cabuya en su cintura se acaba a cada puñado que lanza a las matitas de maíz que acaba de sembrar.

“No llovió en abril y mayo, el invierno nos engañó, hasta el 14 de junio cayeron las primeras tormentas, ahí empecé a sembrar con mi nieto, ahora les estoy tirando abono para que no se pierdan como las primeras matas”, expresó el longevo agricultor.

“Yo estoy volviendo a sembrar, la fe es lo último que se pierde, Dios sabrá si nos mandará lluvia para poder cultivar algo, si no, volvemos a sembrar, qué vamos a hacer, de esto comemos, tenemos que esforzarnos hasta que Dios diga”, expresó.

En su larga vida esta es de las sequías más extensas que ha visto, porque no llovió en dos meses, ahora espera que el invierno sea mejor en la siembra de postrera que él ya comenzó.

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“No traigan bolsa solidaria, queremos semilla y abono”

“A mí no me traigan bolsa solidaria, yo necesito semillas, abono, insecticidas para poder sembrar, eso necesitamos en estos lugares, apoyo de las autoridades para poder trabajar”.

El agricultor Ismael Ramos tenía sembrado en dos parcelas, en otros tiempos ahorita estuviera sacando unos 40 quintales de maíz y otros 20 de frijoles, pero este año todo se perdió, aseguró.

“Nos afectó la poca lluvia, las matas no se crecieron. Es una lástima, una calamidad la que sufrimos por la sequía, todo se arruinó, el maíz y los frijoles”, expresó con angustia.

“Uno de esto come, lo que cultiva lo guarda para el resto del año porque no hay trabajo, conseguir cien lempiras aquí cuesta y solo la libra de frijoles vale 15 lempiras”.

“En estos pueblos estamos en el completo olvido, no tenemos ayuda de técnicos, semillas, abono, nadie del gobierno se acerca a preguntarnos cómo hacemos para cosechar, o si tenemos semillas para recuperar lo perdido”, lamentó.

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“Aquí todo el mundo perdió la cosecha, es algo grave”

“La situación es grave, aquí todo el mundo perdió su cosecha, si se va a las parcelas, las va a encontrar secas, con las matas amarillas o que no crecieron”, contó Uvencio Contreras, de El Comercio, Texíguat, El Paraíso.

“Hasta hace unos cuatro días llovió, por eso algunos pastos se están poniendo verdes, pero solo eso hay, pasto que sirve para que coman los animales, pero qué va a pasar con la gente que no tiene ni animalitos”, cuestionó.

Uvencio Contreras, habitante de El Comercio, Texíguat. Foto: David Romero/El Heraldo

Uvencio Contreras, habitante de El Comercio, Texíguat. Foto: David Romero/El Heraldo

“Aquí toda la gente es pobre, vive de la agricultura, de lo que siembren, de ahí sacan el maicito y los frijoles para poder comer, en unos meses la crisis será peor de la que estamos viviendo en este momento”, alertó.

Sembrar tampoco es barato porque un quintal de frijoles vale 1,200 lempiras en el mercado y el saco de fertilizante 800, entonces eso desanima a los agricultores.

“El 25 de agosto se cree que se puede volver a sembrar, pero la cosecha saldrá a finales del año, si está bueno el invierno”, expresó.

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“Solo me queda una semilla picada para sembrar”

“Sembré desde los primeros días de abril, pero todo lo perdí, las matas nacieron pero no crecieron, no echaron elotes, se quedaron chiquitas”, contó don Óscar René Palma de la comunidad de El Llano, Nueva Armenia, Francisco Morazán.

“Como todo se perdió estoy volviendo a sembrar, pero una semilla picada que me quedó, porque la semilla buena la tiré de primera, gracias a Dios han nacido algunas matitas, les hace bien la lluvia de estos días”, expresó.

A la par estaba uno de sus hijos menores, Samuel Antonio. “Imagínese usted, somos 12 en la casa, tengo cipotes chiquitos que mantener y no tenemos comida, la cosecha se perdió, estamos preocupados”.

Óscar René Palma y su hijo Samuel esperan que mejore el clima. Foto: David Romero/El Heraldo

Óscar René Palma y su hijo Samuel esperan que mejore el clima. Foto: David Romero/El Heraldo

“Si el invierno hubiera sido bueno, ya estuviera sacando unos 30 cargas de maíz y frijoles, pero usted puede ver que las matas no crecieron, da tristeza esta situación”.

La fe de este labriego es que la canícula sea corta y puedan cosechar algo de postrera.

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“De primera mejor no siembro, se pierde”

“Si tengo suficiente maíz y frijoles para aguantar no siembro de primera porque todo se pierde, este año todo mundo está sufriendo por eso, no llovió”.

“En los últimos cuatro años he preferido dejar de sembrar, uno pierde la semilla, trabaja para nada y no cosecha, solo para botar se esfuerza uno”, manifestó don José Gonzales, de la comunidad de Los Almendros, Nacaome, Valle.

“Ahorita todo está complicado, gracias a Dios yo sembré en la postrera del año pasado y no me fue tan mal, cuidando la comidita puedo esperar hasta la siembra de postrera, ahora todo está perdido”, constató.

Don José Gonzales prefirió no sembrar de primera. Foto: David Romero/El Heraldo

Don José Gonzales prefirió no sembrar de primera. Foto: David Romero/El Heraldo

Lo más triste, expuso el señor, es que con la pandemia de covid-19 no pueden salir de su comunidad para no infectarse: “Del monte a la casa, es lo único que recorremos, porque sin alimentos y enfermos, la situación es más grave”.

El labriego confesó que de postrera sembrará sus milpas y espera poder sacar la comida para el otro año.

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