En la vida se pasa por espacios y tiempos muy difíciles, donde se reúne el desamor, la tristeza, infidelidad, la soledad y la pobreza. Todos estos sentimientos están dentro de la vida del ser humano y son cosas reales de la vida. Siempre escuchamos a personas decir ¡este es un mal día para mí! O en medio del dolor, expresiones de arrepentimiento. También podemos escuchar a muchos hombres decirles a las mujeres “¡hola bebe!”, y después de caminar dos cuadras escuchamos al mismo hombre decirle a otra mujer “¡eres mi sol!”, y la mujer recibe este elogio con agrado porque es un piropo sano, sin embargo, no podemos determinar si ese piropo sea cierto o falso, o quizás si es para una sola persona ese amor real, por ello el título de este escrito es de la hipocresía al amor real.
En los muchos espacios y oportunidades que me ha regalado la vida he escuchado a muchas mujeres decir “¡soy feliz!”, pero están sufriendo golpes y maltratos de su marido. También he escuchado decir: “es que él es así, algún día va a cambiar”.
Y tal vez, puede ser que ese hombre puede cambiar en un momento determinado, no obstante, mientras eso sucede más golpes, más rechazos se reciben. Pero si Dios está en esa pareja, sus discusiones solo durarán minutos y luego se buscaran uno o el otro, el verdadero amor es aquel que se cultiva con un mensaje de “buenos días”, un “¿cómo estás?”, “¿ya comió?”, un “te amo”, “te extraño”. No se necesita dinero para ser feliz y el dinero no puede comprar la felicidad, pero si es importante que el verdadero amor sea detallista con esa persona que tanto ama. El hipócrita dice “te amo” a todas, mientras que el verdadero amante se esfuerza cada día para darle lo mejor a su familia. Termino mi escrito diciendo que no solo el hombre debe de amar, cuidar y proteger a la mujer, sino también la mujer debe de amar, cuidar y proteger al hombre.