Hillary Clinton no renuncia a la ilusión de convertirse el próximo año en la primera mujer presidente de Estados Unidos, pero su pasado incluye capítulos poco claros que podrían perjudicar de forma directa su campaña.
Los escándalos sexuales en los que su esposo Bill Clinton ha estado relacionado son una piedra que Hillary lleva en los zapatos, y podrán hacer que la caminata sea más ardua de lo esperado.
Las indiscreciones sexuales del expresidente Bill Clinton ya son conocidas y durante años fueron un problema para la pareja estrella del Partido Demócrata.
Primero fue una empleada, Paula Jones, quien procesó a Clinton por acoso. El presidente, en un testimonio de 1998, también admitió relaciones íntimas con una reportera, Gennifer Flowers, aunque un año antes había asegurado (sentado junto a Hillary en un programa de TV) que ese romance con Flowers nunca había existido.
Pero el escándalo explosivo fue la relación que Bill mantuvo con una empleada temporaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky. El caso desató en 1998 un pedido de juicio político contra Clinton en la Cámara de Representantes por los cargos de perjurio y obstrucción de una investigación federal.
El presidente fue salvado por la campana gracias a un voto del Senado, pero el escándalo dejó una cicatriz que seguramente será reabierta en los próximos 18 meses.