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Las amenazas que Popeye, el sicario de Pablo Escobar, hizo a árbitros argentinos

Hace algunos días salieron a la luz escalofriantes detalles sobre amaños, pagos y amenazas contra algunos árbitros

19.10.2020

BOGOTÁ, COLOMBIA.-Pablo Escobar, uno de los hombres con más poder en Colombia, siempre reconoció ser un gran fan del deporte, en especial del fútbol.

El Atlético Nacional era el equipo de su vida, lo adoraba al grado de poner mucho dinero en salarios, con la intención de respaldar las contrataciones de importantes figuras que contribuyeron para ganar la Copa Libertadores de 1989.

Hace algunos días salieron a la luz escalofriantes detalles sobre amaños, pagos y amenazas contra algunos árbitros.

El árbitro argentino Carlos Espósito contó a Radio La Red detalles de la pesadilla que vivió junto a sus asistentes Abel Gnecco y Juan Bava en la previa a la vuelta de las semifinales.

Según su relato, Pablo envió a Popeye a amenazarlos: “Todo arrancó desde que llegamos al aeropuerto de Me  dellín. Los árbitros colombianos que nos fueron a recibir ya nos habían entregado, estuvimos obligados. Íbamos por el camino Montañita en el que nos decían ‘acá mataron un árbitro, acá tiraron a un juez de línea...’.

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Continuó recordando que él había pedido que le llevaran agua a la habitación y que 'entraron cuatro, uno con ametralladora. A Gnecco le pusieron una nueve milímetros en la cabeza. Y atrás entró el famoso Popeye, bien vestido, traje, corbata. Traía un maletín. Lo abrió y dijo ‘acá hay 250 mil dólares. Llévenselo, tranquilos, van a salir de Colombia sin problemas’'.

'‘La vida de ustedes acá no vale nada. Y en Buenos Aires nos puede costar 1,000 dólares por cada uno’. Y ahí se fueron. '¿Qué hacemos?', les pregunté a Bava y Gnecco. No sabíamos para qué lado arrancar. Les sugerí agarrar las valijas e ir a dormir al aeropuerto”, siguió contando.

'Esto fue un día antes del partido. Me asomé por la ventana y abajo había cinco tipos que no se movían. Pensamos en llamar a Grondona. En eso vino un árbitro, voy a dar el apellido: Sierra. Y nos dijo que nos debíamos levantar porque había que ir a sacar un permiso de trabajo”, pero lo que ellos no sabían es que eso fue una mentira para sacarlos de las habitaciones.

'Al llegar al lugar no había nadie. Era feriado. Entonces le tiré ´pelotudo, nos sacaste a propósito´”. De ahí fuimos directo al estadio', detalló.

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“Al llegar a la cancha, nos dejaron el auto a unos 300 metros de la entrada. Estábamos rodeados. Llegamos al vestuario y el árbitro colombiano que nos había visitado en el hotel se apareció con una virgen. Gnecco le pegó una patada a la virgen que voló no sé adónde. Ahí llegó el jefe de policía de Medellín y le expliqué que apenas terminaba el partido nos teníamos que ir al aeropuerto. Me explicó que si ganaba Nacional iba a ser difícil por la fiesta. Pobre hombre, si ven la serie de Escobar, a los pocos días lo acribillaron”, confesó el juez.

Además recordó que “el partido terminó 6-0. En alguno de los goles lo miré a Bava y nos hicimos la cruz. Al final hubo como 15 muertos por la gente que salía a los balcones y tiraban los tiros al aire. Nos terminamos yendo al aeropuerto, y estaban los uruguayos, que se tomaban el mismo vuelo. Vino el presidente de Danubio, un tipazo, y me preguntó si la habíamos pasado mal. Sabían todo. A ellos les había pasado lo mismo”.

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