Honduras

Visitamos sitios donde Francisco Morazán libró sus históricas batallas

EL HERALDO es el único medio hondureño que llega a los lugares donde el héroe demostró su genio combatiendo en desventaja numérica. San Pedro Perulapán tiene su historia

12.09.2018

SAN PEDRO DE PERULAPÁN, EL SALVADOR. -Los principales sitios donde Francisco Morazán libró sus históricas batallas en El Salvador fueron recorridos por EL HERALDO, convirtiéndose en el único medio de comunicación hondureño que llega a estos lugares que aún conservan los vestigios de aquellas guerras por la libertad y la unidad centroamericana.

Las batallas de San Pedro Perulapán, El Espíritu Santo, Gualcho y Jocoro son parte de las hazañas que el héroe mártir alcanzó en este pequeño país al que legó sus restos según lo expresó antes de su muerte en San José, Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842.

San Pedro Perulapán es parte de este recorrido por la historia y su pueblo tiene a Morazán como a uno de sus ídolos, a tal punto que las generaciones no han querido quitarle la bala que tiene incrustada en su pecho la imagen de San Pedro, su santo patrono, víctima inocente de aquella guerra registrada el 25 de septiembre de 1839.

En esta batalla el hondureño Francisco Ferrera, aliado de Rafael Carrera -caudillo guatemalteco utilizado por los separatistas-, pretendió sin éxito tomarse San Salvador.

Es esta una de las confrontaciones más mencionadas por los historiadores centroamericanos, entre ellos Miguel Angel Cabrera, de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), quien fue uno de los primeros que orientó los pasos del equipo periodístico de EL HERALDO para llegar hasta estos históricos sitios.

San Pedro aún tiene la bala que recibió en 1839.

San Pedro aún tiene la bala que recibió en 1839.

Otras visitas
Años atrás este rotativo también hizo historia al dar con los descendientes que el ilustre repúblico dejó en Costa Rica, El Salvador y Nicaragua, como también con los familiares de los próceres José Cecilio del Valle y Dionisio de Herrera, cuyas generaciones están en Guatemala y El Salvador, respectivamente.

El líder unionista protagonizó más de 25 batallas en Honduras, El Salvador, Guatemala y Costa Rica, sobresaliendo- además de las citadas- La Maradiaga, La Trinidad, San Antonio, Mixco, Las Charcas, San Miguelito, Guatemala, Las Lomas, La Laguna, Opoteca, Chiquimulilla y San Salvador, entre otras.

Pese a contar casi siempre con menos de la mitad de los hombres de los que disponía el enemigo, el héroe mártir salió airoso en la mayoría de estas confrontaciones utilizando en muchos casos su estrategia militar, psicología de guerra y motivación colectiva hacia una tropa que siempre le fue leal hasta su asesinato en Costa Rica. Sus luchas no tuvieron nada que ver con las posteriores guerras fratricidas que libraron nacionalistas y liberales, por sus ambiciones de poder en Honduras.

Las de Morazán tuvieron como fondo luchar por una Centroamérica unida, por un solo país próspero y fuerte. Primero encaró la traición a la patria grande de su primer presidente, Manuel José Arce, quien destituyó a los jefes de Estado de los países vecinos por no compartir sus ansias de poder y entreguismo a la facción conservadora representada por la aristocracia y el clero guatemalteco.

En el caso de Honduras, Arce utilizó a Justo Milla para invadir e incendiar Comayagua, capturar al jefe de Estado, Dionisio de Herrera y mandarlo preso a Guatemala.

Es a partir de ese hecho ocurrido en 1827 que entra en escena Morazán, que tenía 35 años. Primero participó como subalterno en la lucha por liberar a Comayagua, luego en la batalla de La Maradiaga, en ambas sin éxito, pero enseguida humilló al invasor Justo Milla en La Trinidad, liberando a Honduras.

Posteriormente, organizó el Ejército Aliado Protector de la Ley con el cual comenzó a liberar aldeas, pueblos y ciudades hasta entrar triunfante a Guatemala el 12 de abril de 1829 y un año después recibir el cargo de presidente de la Federación Centroamericana que lo ostentó hasta 1839.

Este fue un período turbulento, complicado para Morazán, que tuvo que lidiar contra sus enemigos que en varias ocasiones conspiraron contra su gobierno.

San Pedro Perulapán fue escenario de una batalla.

San Pedro Perulapán fue escenario de una batalla.

La ciudad
Los vestigios encontrados por EL HERALDO en esta ciudad salvadoreña son una muestra más de las verídicas batallas que protagonizó el héroe legendario, por si alguien de sus críticos tiene aún alguna duda. Para llegar a esta ciudad de 4 mil habitantes (casco urbano) se abandona la carretera Panamericana que conduce a la capital salvadoreña y a unos diez minutos sobre una bajada se halla esta pintoresca comunidad, una de las más antiguas de El Salvador que pertenece al departamento de Cuscatlán.

Ubicada a 25 kilómetros al oriente de San Salvador, San Pedro Perulapán tiene 90.48 kilómetros cuadrados, con 18 cantones (aldeas) y unos 50 mil habitantes de los cuales solo cuatro mil viven en el casco urbano, donde se escenificó la batalla hace 179 años.

Se llama así porque sus primeros pobladores eran de “la tribu de los pululos, que más tarde fue llamada perules por los españoles” y que luego se combinó con la palabra “apán, que significa río”, según el historiador salvadoreño Leonel Hernández.

La llegada
A las 12:00 del mediodía EL HERALDO ya se encontraba en la zona donde el ilustre repúblico utilizó su talento para ganar una de sus últimas batallas con tan solo 500 hombres, contra dos mil de los que disponía Ferrera, el mismo al que cinco meses antes había derrotado en El Espíritu Santo.

Fue Ferrera, justamente, quien tres años después, como presidente de Honduras, celebró jubiloso la muerte de Morazán en Costa Rica ordenando a los alcaldes que se pronunciaran aplaudiendo aquel asesinato.

EL HERALDO se apersonó a la alcaldía, pero estaba cerrada porque el alcalde se encontraba con sus empleados en otro sitio, en un evento social.

La siguiente visita fue a la Casa de la Cultura, pero también estaba cerrada porque su director andaba almorzando.

Pero a los minutos apareció. Se trata de José Martín Beltrán Zelaya, un hombre amable, culto, que prefirió suspender su almuerzo para atender al equipo de EL HERALDO.

Era la primera vez que una delegación de prensa de un vecino país llegaba a San Pedro Perulapán a indagar in situ sobre un hecho de casi dos siglos pero que no se olvida.

“Vamos al cerro de El Campanario”, fue lo primero que se le ocurrió al director de la Casa de la Cultura y señaló la pequeña altura en plena ciudad que fue ocupada por Morazán la madrugada del 25 de septiembre de 1839.

El pequeño cerro está a unos cien metros de la iglesia, tiene una altura de unos 30 metros y en su cúspide hay un monumento a Francisco Morazán erigido en 1958 por el escultor Ernesto Salaverría. “Al general Francisco Morazán, héroe y mártir de la unión centroamericana”, dice una placa del monumento.

Desde aquí Morazán dirigió y participó en la que fue una de sus últimas batallas, antes de salir al exilio.

Entrada a El Campanario en San Pedro Perulapán.