A los 14 años, Kristal salió de su natal Honduras para viajar a Estados Unidos
a reencontrarse con su madre, quien la dejó de dos años de edad con su abuela para que ella pudiera alcanzar el llamado “sueño americano”.
Kristal, de 24 años, originaria de La Ceiba, que actualmente trabaja como bailarina exótica del centro nocturno La Embajada, en el municipio de Huixtla, a unos 60 kilómetros de la frontera con Guatemala, relata a EL HERALDO que cruzó a territorio mexicano por la frontera El Naranjo-El Ceibo, en el estado de Tabasco, México, y en Tenosique abordó el ferrocarril con destino a la frontera norte.
“Sufrí mucho porque no tenía dinero para comer y tuve que pedir, tampoco podía dormir porque me podía caer del tren”, señala.
Refiere que tras varios días de viaje llegó a la frontera de Reynosa, Tamaulipas, donde conoció a un coyote con el que vivió unos tres años en pareja.
“Él me acostumbró al dinero, pero nunca tenía tiempo para mí y empecé a caer en un mundo de drogas”, confiesa la joven.
Señala que en dos ocasiones ingresó a centros de rehabilitación, pero fue tan fuerte su adicción que volvió a caer en las drogas. Refiere que debido a su problema de adicción, su pareja decidió separase de ella y al no contar con recursos económicos para comprar droga, empezó a vender su cuerpo.
Señala que logró cruzar a Estados Unidos, pero fue deportada en dos ocasiones, y hace cuatro años empezó a trabajar como bailarina exótica en bares de Huixtla.
Kristal refiere que ha luchado por salir de las garras de la drogadicción, pero vuelve a caer, aunque ahora ya no utiliza cocaína con la frecuencia con que lo hacía anteriormente.
Recuerda que la última ocasión en que se comprometió consigo misma a no volver a drogarse fue porque una persona la privó de su libertad e intentó matarla. “Una vez llegó un cliente y pagó mi salida, nos fuimos y recuerdo que pasamos dos garitas de migración y luego entramos como a una ranchería. Me tenía secuestrada y se drogaba y me drogaba a mí también”, relata.
Asegura que ya no quería seguir drogándose y le pedía a la persona que la dejara ir pero eso no sucedía. “Un día logré escaparme y cuando se dio cuenta me siguieron en una camioneta y a caballo, me alcanzó y me golpeó en una ceja que me sangraba”, señala. “Gracias a Dios un primo de él se apiadó de mí y me ayudó a escapar, me dijo que su primo estaba loco y que siempre llevaba a mujeres al rancho a las cuales mataba y las enterraba ahí mismo”, relata la hermosa hondureña.
Kristal se despide por un momento, ya que irá arreglarse para estar lista a las 7:00 de la noche, hora en que unas doce chicas empezarán a deleitar con sus bailes y movimientos sexuales a los clientes.
El centro nocturno La Embajada se ubica en una de las zonas de tolerancia de Huixtla, donde se encuentran una veintena de cantinas, restaurantes, bares y centros nocturnos; muchos de ellos a principios de año fueron clausurados por la Secretaría de Salud debido a diversas irregularidades sanitarias y por la contratación de menores de edad, sin embargo, actualmente se encuentran funcionando de la misma forma que cuando fueron cerrados.
A cualquier hora del día se puede observar a jóvenes mujeres, en su mayoría provenientes de Honduras, Guatemala, El Salvador y algunas mexicanas, ataviadas con ceñidos, cortos y transparentes vestuarios que dejan al descubierto su cuerpo.
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