El supuesto extorsionador, de aspecto joven, delgado, llega a una gasolinera y primero, algo inseguro, observa su entorno para posteriormente hacer llamadas telefónicas desde su celular. Después de hacer algunos minutos de conversaciones en el aparato móvil, se queda parado y se le observa cuando fija su vista en el otro extremo, donde se encuentra la víctima protegida.
La víctima protegida se sienta en una acera de una gasolinera a la espera de que el extorsionador llegue para darle el dinero. En la bolsa trasera del pantalón se observa una parte del sobre de papel manila en la que se encuentra el dinero de la entrega controlada.
La víctima protegida se sienta en una acera de una gasolinera a la espera de que el extorsionador llegue para darle el dinero. En la bolsa trasera del pantalón se observa una parte del sobre de papel manila en la que se encuentra el dinero de la entrega controlada.
El testigo protegido realiza una llamada telefónica mientras el extorsionador lo mira fijamente. Después de la comunicación, la víctima se pone de pie y se alista para sacar el dinero del bolsillo trasero de su pantalón y entregarlo.
La alegría de tener dinero fácil le dura poco. Agentes de la Fuerza Nacional Antiextorsión salen al paso del sospechoso y le apuntan para evitar que se dé a la fuga. El supuesto extorsionador se queda paralizado y uno de los elementos de ese cuerpo de inteligencia posteriormente lo sujeta de la camisa y lo introduce a un vehículo.
Varios elementos de la FNA se transportan en una patrulla para llevar custodiado al extorsionador a la Dirección Nacional de Investigación Criminal.
Un día después de su arresto, el sujeto es presentado ante la prensa junto a otros supuestos extorsionadores a los que se les decomisaron unos 300 mil lempiras.