Tegucigalpa, Honduras.- En una de las salas del Hospital Escuela, el reloj marca el mediodía, pero el tiempo parece no avanzar para don José Filiberto, un hombre de 77 años que lleva meses postrado en una cama esperando algo más que atención médica: alguien que venga por él.
A unos pasos de su camilla, don Alan, de 44 años, mira el techo en silencio.Llegó hace casi un año por una emergencia y, aunque su salud mejoró, su familia no volvió.
“Logramos comunicarnos con un hermano, pero por su condición de enfermedad alcohólica no quisieron recibirlo”, cuenta Óscar Lazo, jefe del Departamento de Trabajo Social del hospital.
El testimonio de Lazo no sorprende al personal médico. Cada mes, entre 15 y 20 pacientes son ingresados en condición de abandono, muchos de ellos adultos mayores o personas con enfermedades mentales y discapacidades físicas.
Al cierre de octubre, seis continúan internados sin que nadie los reclame.
“Son pacientes adultos, mayores de 18 años, muchos con antecedentes psiquiátricos, con discapacidades físicas o en situación de calle. Encontrar hogares que los reciban no es tarea fácil”, explica Lazo mientras revisa un listado de nombres y diagnósticos.
Algunos fueron encontrados inconscientes en calles o terminales de buses. Otros, traídos por ambulancias, nunca volvieron a ver a un familiar.
Los trabajadores sociales llaman, buscan, gestionan; a veces logran contactar a alguien, pero la respuesta suele ser la misma: “No podemos hacernos cargo”.
“El hogar sigue siendo el mejor lugar para que una persona se recupere, pero lastimosamente muchos son rechazados o simplemente olvidados”, lamenta el funcionario.
En los pasillos del Hospital, el abandono no solo se mide en cifras. Se siente en los platos de comida sin levantar, en las miradas vacías y en las cartas que nadie contesta.
“Comprendemos las condiciones socioeconómicas, pero también hay una responsabilidad moral y humana. El apoyo emocional es vital para la recuperación”, añade Lazo.
El Departamento de Trabajo Social realiza constantes gestiones para reubicar a los pacientes en albergues, asilos o con familiares, aunque muchas veces la falta de recursos o espacios disponibles vuelve el esfuerzo una tarea interminable.
Según los registros del hospital, las edades de los pacientes abandonados oscilan entre los 40 y 80 años, siendo los adultos mayores y las personas en condición de calle los más propensos al abandono.
Mientras tanto, el Hospital Escuela hace un llamado a la población para mantener el contacto y la responsabilidad con sus familiares internos.
Cada mes, recuerdan los médicos y enfermeras, hay hondureños que, tras sobrevivir a una enfermedad, no tienen a dónde ir ni quién los espere.