Honduras

Ecocidio en la Reserva de la Biosfera del Río Plátano

EL HERALDO Plus recorrió tramos de la carretera ilegal de 108 kilómetros entre Dulce Nombre de Culmí, Olancho, y Wanpusirpi, Gracias a Dios, para mostrar el daño al Patrimonio de la Humanidad

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05.07.2021

GRACIAS A DIOS, HONDURAS.- La construcción ilegal de una carretera en la Biosfera del Río Plátano es la puerta de acceso al ecocidio de una joya natural declarada Patrimonio Mundial.

El camino de 108 kilómetros —80 están terminados— entre los municipios de Dulce Nombre de Culmí, Olancho, y Wanpusirpi, Gracias a Dios, se convirtió en una inmensa selva deforestada que abarca principalmente la Reserva del Hombre y Biosfera del Río Plátano, pero también se interna por tramos en la Reserva de Biosfera Tawahka Asangni y el Parque Nacional Warunta.

Miles de árboles y plantas convertidos en cenizas contrastan con potreros ilegales delimitados descaradamente con alambres de púas en donde pastan decenas de cabezas de ganado.

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La construcción de la carretera no tiene permisos, tampoco soporte legal, solo está amparada en la necesidad de conectar comunidades, aunque en medio existen fuertes intereses particulares.

Los fondos del proyecto para la ampliación de la carretera no tienen un contribuyente visible, por lo que no se puede señalar a nadie como responsable.

EL HERALDO Plus visitó la zona en compañía de técnicos del Instituto de Conservación Forestal (ICF) y elementos de las Fuerzas Armadas (FF AA) —la zona es altamente peligrosa— para evidenciar la devastación de uno de los patrimonios naturales del mundo. El narcotráfico, la ganadería expansiva ilegal, los cortes ilegales de madera, entre otros, acechan a cualquier visitante extraño.

Solo en la construcción del último tramo de la carretera a inmediaciones del caserío Kausirpi (Wanpusirpi) se han deforestado 1,700 hectáreas de bosque, aunque el impacto de la apertura contribuyó a que solo en nueve meses en la pandemia de covid-19 la tasa de devastación en la Biosfera del Río Plátano incrementara de 2,700 a 8,000 hectáreas por año.

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EL HERALDO evidenció la tala y quema ilegal de miles de hectáreas de bosque que pasarán a ser potreros para alimentar vacas en una zona declarada Patrimonio de la Humanidad. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

EL HERALDO evidenció la tala y quema ilegal de miles de hectáreas de bosque que pasarán a ser potreros para alimentar vacas en una zona declarada Patrimonio de la Humanidad. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

En la mayor parte de la carretera, el daño a la Biosfera del Río Plátano es irreversible, ya no hay selva, solo cientos de hectáreas con potreros verdes donde se alimentan cientos de vacas.

En el último tramo y lo que se está construyendo todavía se puede resguardar la selva tropical, pues se realizaron cortes para ampliar la calle, pero los extremos continúan vírgenes.

La contribución del narcotráfico es parte de la problemática ya que en toda la carretera no existe ningún tipo de control militar que verifique quiénes o qué mercancías o productos circulan diariamente.

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Carretera ilegal

La carretera entre Dulce Nombre de Culmí, Olancho, y Wanpusirpi, Gracias a Dios, comienza en el desvío de Los Mangos.

Autoridades del ICF —que por temor a represalias pidieron omitir sus identidades— explicaron que una pequeña parte del tramo data desde los ochenta.

Ya vivían personas en la zona cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró la Biosfera del Río Plátano como Patrimonio Mundial en 1982.

Desde ese entonces la carretera ha presentando ampliaciones ilegales en diferentes periodos.

La última que elevó la alerta y el reclamo de personas principalmente en redes sociales fue realizado durante la pandemia.

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La apertura abarcó cerca de 20 kilómetros, dejando 28 kilómetros en construcción para poder unir completamente las dos zonas, Gracias a Dios con Olancho.

La construcción paralizada está en la zona núcleo de la Reserva de Biosfera Tawahka Asangni, pero en realidad la mayor parte de la carretera está en la reserva de la Biosfera del Río Plátano.

“En el primer tramo hasta 2018 teníamos 4,700 hectáreas perdidas, esto se obtuvo de un estudio para medir el impacto en una zona específica de la carretera de 35,000 hectáreas, pero también nos reveló que durante la pandemia hemos perdido 1,700 hectáreas por el último tramo, debido a la entrada de más personas en la zona”, argumentó el personal del ICF.

En el recorrido en vehículo se evidenció que el estado del camino es transitable e incluso están construyendo unos puentes. Existen tramos donde el acceso es complicado, pero son pocos.

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A pesar de ser una zona protegida, en la carretera no existe ningún tipo de retén para inspeccionar vehículos o detener las rastras cargadas de madera que salen todos los días. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

A pesar de ser una zona protegida, en la carretera no existe ningún tipo de retén para inspeccionar vehículos o detener las rastras cargadas de madera que salen todos los días. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

En teoría, según explicaron las personas del ICF, la carretera no debería existir, ya que para la Reserva del Hombre y Biosfera del Río Plátano hay planes de manejo discutidos y aprobados en conjunto con las comunidades indígenas que prohíben las aperturas y los mantenimientos a las carreteras existentes.

“Esa carretera podemos dar fe que no hemos emitido autorización o permisos y que hasta este momento no tiene licenciamientos ambientales”, subrayaron.

Destacaron que la Biosfera del Río Plátano consta de 832 mil hectáreas debido a la ampliación que realizó el Congreso Nacional en 1997, está ubicada entre los departamentos de Colón, Olancho y Gracias a Dios y se divide en tres zonas: núcleo, cultural y amortiguamiento, siendo la última la más extensa y más deforestada por la calle.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982 por la UNESCO por ser un plumón para el mundo.

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Todas las prohibiciones enmarcadas por la declaratoria son teoría, EL HERALDO constató que apenas a unos 10 kilómetros desde el desvío de Los Mangos (donde inicia la carretera) se construye un puente para unir el paso que interrumpe uno de los ríos.

A partir de ahí la zona parece todo menos la Reserva de la Biosfera del Río Plátano o un Patrimonio de la Humanidad.

“Todo esto es biosfera, pero la ampliación de la frontera ganadera con la tala y quema eliminó los ecosistemas”, dijo el personal del ICF.

En tramos extensos la selva está extinguida totalmente en ambos lados de la carretera donde solo se pueden ver cientos de hectáreas convertidas en potreros.

Solo pequeños pasos conservan la selva de bosque tropical húmedo conífero y latifoleado de diversas especies de árboles y plantas que no han sido quemados.

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Durante el recorrido se evidenció la presencia de decenas de casas y comunidades establecidas dentro de la biosfera, algunos con autorización por ser parte de pueblos indígenas y otros simplemente empleados de millonarios ganaderos.

En ambos extremos de la carretera hay cercos debido a la venta de la tierra, los tratos se realizan de boca pues papeles no existen.

“Las normas de uso de la reserva no permiten la carretera, las normas las definieron los líderes, la apertura es ilegal, totalmente, un delito. Ellos abogan a la necesidad, pero deben seguir las normas que los respaldan, hay trámites que se deben realizar, pero hay restricciones”, explicaron.

Reconocieron que “ellos plantean necesidades reales, uno de los problemas de la reserva es que no hay ningún control de tráfico de personas, entra y sale gente todos los días, van pipantes llenos de personas, y por eso no se puede parar la deforestación, las medidas que debe tomarse son de Estado, se requieren puestos de control para saber quiénes en verdad viven en la zona, tenemos un patrimonio mundial en peligro”.

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La selva que estaba antes de la construcción de la carretera quedó en el olvido, ahora solo se pueden ver espacios devastados o con monte que se utilizan para poder alimentar a las cabezas de ganado. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

La selva que estaba antes de la construcción de la carretera quedó en el olvido, ahora solo se pueden ver espacios devastados o con monte que se utilizan para poder alimentar a las cabezas de ganado. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

Devastación a gran escala

El encuentro con zonas recién quemadas es constante, no hay ningún tipo de control que impida el daño al ambiente.

“Las personas ingresan por la apertura, un individuo descombra y mete ganado, solo se pueden sacar por órdenes de jueces o la Fiscalía del Medio Ambiente”.

Así que solicitaron: “Empieza con una quema, es el avance de la frontera ganadera, el trabajo agrícola es muy poco, ellos dicen que no están en la biosfera porque no están en la zona núcleo, pero no entienden que aquí es la biosfera, nadie queda preso, nadie, hay que sentar un precedente”.

Uno de los descombros más grandes está ubicado a 40 kilómetros del desvío de Los Mangos, entre los sectores de La Llorona y Plan Grande. El área está totalmente quemada, con cientos de árboles y plantas en el suelo, todo debido al paso de la carretera.

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En el lugar se evidenció cómo pobladores realizan trabajos de agricultura preparando el terreno para la siembra.

Alarmado, uno de ellos decidió subir cerro arriba hasta donde estaba EL HERALDO para consultar qué estaba pasando.

El individuo, con botas de hule y gorra, no se inmutó por la presencia militar, explicó que habían quemado para sembrar pues tienen que alimentarse.

Se le consultó si sabía que estaba en un área prohibida, pero simplemente subió los hombros y se marchó.

El espacio que las personas deforestaron, según explicó el personal del ICF, será usado para la ganadería, “todo es por las bestias, por eso queman estas grandes cantidades de hectáreas, jamás podrían cultivar todo el espacio que están dañando”.

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EL HERALDO evidenció que a pesar de que las aperturas están prohibidas y el ICF no otorga permisos, en algunas zonas se construyen puentes para cruzar ríos e internarse en la selva tropical. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

EL HERALDO evidenció que a pesar de que las aperturas están prohibidas y el ICF no otorga permisos, en algunas zonas se construyen puentes para cruzar ríos e internarse en la selva tropical. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

El afán de ampliar la frontera ganadera se lleva de encuentro los 33 ecosistemas terrestres y cinco marinos donde habitan 721 especies de vertebrados —muchas en peligro de extinción—, 586 especies de plantas, 411 especies de aves documentadas y 108 especies de reptiles y anfibios, por mencionar datos.

Todo comienza de la misma manera según relataron los entrevistados: personas particulares amplían un tramo de la carretera, posteriormente pequeños grupos se asientan.

Primero comienzan a quemar ilegalmente las hectáreas de selva que están en la orilla de la carretera y luego abarcan más espacio al interior para ampliar su radio, incluyendo caminos ramificados para el paso del ganado y la salida de madera preciosa.

Meses después limpian la zonas, muchas veces con la excusa de sembrar para comer, pero la finalidad real es que la selva sea potrero para poder alimentar a las miles de cabezas de ganado de los millonarios de la zona.

“Ni el ICF ni las Fuerzas Armadas están en condiciones de parar la obra, juez o juzgados deben pararlo, así nosotros podemos actuar para paralizar el tránsito, las facultades legales no nos permiten por ahora. Si usted va más adentro, usted lo que verá son potreros y va a ver calles por todos lados, cuneteado y alcantarillado y hasta puentes”, dijo un superior de las Fuerzas Armadas que acompañó el recorrido.

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La práctica es considerada normal, puesto que no existe ningún tipo de retén militar que prohíba o detenga el ecocidio.

En ese aspecto el narcotráfico saca ventaja, ya que “ellos necesitan facilidades para mover su mercancía y la carretera, sin duda, les ayuda de gran manera”.

El daño al medio ambiente no termina ahí, con las aperturas se comienza a construir ramificaciones, caminos de 10, 15 o 20 kilómetros internados en la selva, ahí en el espacio virgen comienza la tala ilegal de madera preciosa como la caoba, que es hurtada ante la vista y paciencia de las autoridades.

Las personas no tienen necesidad de sacar los árboles enteros pues los aserraderos están ubicados en medio de la selva tropical.

Con la llegada de las personas una serie de especies animales han incrementado su peligro de extinción y otros comienzan a entrar en el listado.

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El último tramo de la carretera está en etapa de construcción y aunque sus promotores aducen necesidades en la comunidad, los aspectos legales prohíben totalmente la devastación de los árboles en la reserva mundial. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

El último tramo de la carretera está en etapa de construcción y aunque sus promotores aducen necesidades en la comunidad, los aspectos legales prohíben totalmente la devastación de los árboles en la reserva mundial. Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo Foto: Jhony Magallanes/El Heraldo

Según la UNESCO, en la zona el mono araña mexicano está en peligro crítico de extinción, el tapir centroamericano en peligro de extinción, el oso hormiguero gigante y el manatí antillano viven en condición vulnerable, el jaguar está casi amenazado, así como el pecarí de labios blancos.

También mencionan otras especies carismáticas como el puma, ocelote, jaguarundi y margay, nutria neotropical, mono capuchino de garganta blanca y mono aullador de manto.

El listado sigue con el gran guacamayo verde en peligro de extinción, el vulnerable gran pavo real y el guacamayo escarlata y el águila crestada de Guayana y la majestuosa águila arpía, casi amenazados, que se destacan entre las impresionantes 411 especies de aves documentadas, junto con el jabiru y el buitre rey.

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A 80 kilómetros del desvío de Los Mangos, donde la carretera fue paralizada, el desastre natural es indescriptible.

En ese punto los tractores abrieron camino en medio de la selva, destrozando todo a su paso.

La calle está tomando forma y la maquinaria se encuentra dispersa en zonas aledañas, avanzando bajo el intenso follaje.

Las autoridades están al tanto de la situación, pero la construcción continúa y una vez enlazadas las dos carreteras no existirá forma alguna de detener la deforestación en la Biosfera del Río Plátano.

Incluso, la ampliación está a 500 metros de la zona núcleo, un lugar que había sido respetado y conservado pero que está sufriendo por la mano del hombre.

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