Honduras

Cinco minutos para seducir al mundo

El catolicismo mundial recuerda que el primer pontífice latinoamericano pidió a los fieles que rezaran por él cuando fue presentado como sucesor de Pedro.

13.03.2014

Tan solo cinco minutos fue el tiempo que necesitó el papa Francisco
para seducir al mundo cuando el 13 de marzo de 2013 salió al balcón de la plaza de San Pedro poco después de ser elegido y pidió a la muchedumbre que rezara por él.

Un año después, de Manila a México, pasando por Abiyán, Bogotá o París, nadie ha olvidado la “divina sorpresa” que fue la aparición del argentino, cuyas primeras palabras fueron un simple “Buenas noches”.

María Angélica Largo, una colombiana de 50 años, se felicita de la llegada a la cabeza de la Iglesia Católica de “un personaje como más humano, más sencillo”, que marca un cambio positivo para la Iglesia con un papado “más común y corriente” que el de sus predecesores.

Lo mismo piensa Roger Kouassi, un profesor en Abiyán, en Costa de Marfil, que cree que lo más importante es que “Francisco esté cerca de la gente”. En Manila, la capital de Filipinas, Nora Taabic, de 58 años, decidió volver a la Iglesia tras años alejada de la religión “emocionada por los mensajes de amor para los pobres” del nuevo Papa.

Según Odon Vallet, un historiador francés especialista de las religiones, “nunca habíamos visto un Papa tan popular en tan solo unos minutos”. “Esta popularidad es inmensa en Europa, y va más allá de la Iglesia Católica, aunque en Francia hay una minoría de tradicionalistas que no están entusiasmados”, explica.

También es inmensa su popularidad en América Latina y África aunque Juan Pablo II, el “Papa viajero”, sigue siendo el más recordado por los 1,200 millones de católicos del planeta.

En Filipinas, el cuarto país de mundo con más fieles católicos, Nona Andaya-Castillo es otra de las fieles que ha vuelto a la Iglesia tras haberla abandonado.

“Creí que la Iglesia no estaba respondiendo a las necesidades de los pobres y los oprimidos”, explicó esta mujer de 52 años, que la abandonó en los años 1980 por las violaciones de los derechos humanos durante el gobierno de Ferdinand Marcos.

Aunque se opone a cualquier liberalización del aborto, Andaya-Castillo no es contraria a que el nuevo Papa abra las puertas de la Iglesia a los homosexuales.

Algo que rechaza desde México Aurora Gómez. “Si esa gente [los gays] se quiere casar, que vayan al registro civil, la ley ya se lo está permitiendo. Pero no puede ser que quieran cambiar a su modo la Iglesia fundada por Cristo”, asegura.

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Expectativas

Si bien no caben dudas de que la imagen de la Iglesia cambió en un año, han surtido muchas interrogantes sobre la modernización moral y social que Francisco quiere llevar adelante dentro de la entidad.

Como primera medida, el Papa impulsó un gigantesco debate sobre la familia, convocó dos sínodos, envió un cuestionario a todos los obispos sobre las “nuevas formas de familia”, por lo que se esperan importantes decisiones sobre ese tema candente.

La Iglesia Católica deberá responder en un plazo no muy largo y con medidas concretas a las esperanzas de los divorciados que se vuelven a casar, a las madres y padres solteros, a las parejas de hecho, a los que defienden la contracepción.

Pero plasmar en gestos concretos las palabras de Francisco no es una tarea fácil para una organización que ha sobrevivido dos mil años y cuyas transformaciones son viables a largo plazo.

La batalla a favor de la reforma de la desacreditada Curia Romana y de sus controvertidas finanzas, acusada de corrupción y blanqueo de dinero, ya comenzó.

Para ello creó una suerte de ministerio de Economía, con un equipo mixto internacional de cardenales, obispos y expertos auditores, de manera de acabar con el ancestral centralismo de la Iglesia y favorecer la transparencia financiera y administrativa.

Todas esas medidas las ha tomado por recomendación de varias comisiones lideradas por cardenales de toda su confianza, muchos de ellos latinoamericanos, un método inusual dentro de los palacios pontificios.

Se trata solo de primeros pasos, cuyos resultados están aún por llegar.

Los más duros y críticos con el pontificado han sido las víctimas de los curas que han abusado sexualmente de ellos y que piden medidas más contundentes contra el fenómeno y no se resignan a aceptar los pedidos de perdón y las promesas de “tolerancia cero”.

Pero también tendrá que hacer frente al descontento de algunos cardenales italianos que han perdido influencia desde su llegada, o a los que no ven con buenos ojos la reforma del Banco Vaticano.

Otra cuestión delicada es la del matrimonio de los sacerdotes, algunos de los cuales tienen compañeras e incluso hijos.