Tegucigalpa, Honduras.- Las recientes reuniones convocadas por el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Roosevelt Hernández, con altos mandos de las Fuerzas Armadas han desatado inquietud y malestar dentro de la institución castrense.
Según diversas fuentes, estos encuentros se habrían desarrollado con el objetivo de conocer el nivel de respaldo que mantiene entre los oficiales y la lealtad hacia la presidenta Xiomara Castro, además de identificar a quienes estarían filtrando información a medios de comunicación.
El ambiente interno se ha descrito como “tenso” y con señales de desconfianza, justo cuando el país se encuentra a poco más de un mes de las elecciones generales.
Estas acciones han generado preocupación entre analistas y exmiembros de la institución, quienes advierten que este tipo de medidas podrían afectar la unidad y el carácter apolítico de las Fuerzas Armadas.
El general en condición de retiro, Luis Maldonado, señaló que las actuaciones del jefe del Estado Mayor Conjunto están teniendo un impacto institucional y nacional al poner en duda la credibilidad y la neutralidad de la institución armada.
“Las declaraciones o la información que provea el jefe del Estado Mayor Conjunto tiene impacto institucional y también nacional, en relación con la confianza y la credibilidad que debe proyectar a la opinión pública”, expresó Maldonado.
A su juicio, las reuniones sostenidas por Hernández, en las que se habrían presentado discrepancias y malestar entre los asistentes, “están lesionando la unidad interna de las Fuerzas Armadas”.
“Si se provocan fraccionamientos al interior de las Fuerzas Armadas, esto puede tener implicaciones para el cumplimiento de la misión y generar una crisis institucional”, advirtió.
Maldonado recordó que las Fuerzas Armadas tienen dos misiones fundamentales: garantizar el ejercicio del sufragio y la alternabilidad en el poder, por lo que cualquier señal de alineamiento político representa un riesgo grave.
“Mientras más mensajes deje el jefe del Estado Mayor que den la impresión de un alineamiento con el partido en el poder y con la pretensión de continuismo, más va creando una percepción de desconfianza y de fraccionamiento interno”, afirmó.
El general retirado también cuestionó las intenciones políticas que se atribuyen a Hernández tras su salida del cargo.
“Desde el punto de vista de las aspiraciones personales, eso es válido, pero si sus actuaciones actuales sirven de catapulta para una futura carrera política, eso es antiético y violenta la apoliticidad que debe caracterizar a las Fuerzas Armadas”, sostuvo.
Sobre la supuesta “cacería de brujas” dentro de la institución para detectar filtraciones, Maldonado fue enfático.
“Si el jefe del Estado Mayor está creando este ambiente, debe hacerse responsable por afectar el clima de lealtad institucional. No se deben levantar rumores ni represalias si la información que se filtra es producto de sus propios desafueros”, explicó.
De cara a las elecciones, Maldonado consideró urgente que las Fuerzas Armadas se concentren en su misión constitucional y se alejen de toda señal de alineamiento partidario.
“El discurso del jefe del Estado Mayor debe orientarse a garantizar el cumplimiento de la misión y no convertirse en un elemento disruptivo. Debe rectificar y quitarse esa percepción de politización que afecta la imagen institucional”, concluyó.
Dudas
Por su parte, la exrectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Julieta Castellanos, coincidió en que el comportamiento del actual jefe del Estado Mayor Conjunto refleja un alineamiento con el partido de gobierno, algo que se viene evidenciando desde el inicio del actual periodo presidencial.
“En este gobierno las Fuerzas Armadas han tenido un alineamiento con el partido de gobierno, especialmente a través del jefe del Estado Mayor Conjunto”, aseguró.
Castellanos recordó que este vínculo se acentuó en episodios como el retraso en el traslado de las maletas electorales en marzo pasado y los ataques a la prensa, lo que, según dijo, “resta credibilidad y confianza en el papel institucional de las Fuerzas Armadas en el proceso electoral”.
Además, cuestionó los bonos y beneficios otorgados recientemente a la institución, al considerar que podrían interpretarse como mecanismos de control político.
“Todo esto se suma a las formas que ha tenido el gobierno de atraer y cautivar a instituciones y funcionarios. Se evidencia una política de acercamiento que debilita la independencia institucional”, señaló.
La analista también advirtió que la creciente cercanía de Hernández con la familia presidencial ha generado divisiones internas y despidos recientes de oficiales de alto rango, como el director de centros penales y el rector de la Universidad de la Defensa, lo que ha profundizado la fisura en el alto mando.
“Esto genera dudas y posiciones diferentes dentro de la institución. Las reuniones recientes para exigir lealtad solo aumentan esa incertidumbre”, dijo.
Castellanos enfatizó que estas acciones no solo comprometen la imparcialidad de las Fuerzas Armadas, sino que también siembran temor entre los mandos ante un posible cambio de gobierno.
“Ellos se están comprometiendo con el partido de gobierno, pero no están seguros de que gane las elecciones. Esa incertidumbre es lo que está desintegrando a la institución”, expresó.
Finalmente, consideró que, a 34 días de las elecciones, el general Hernández no muestra intención de rectificar su posición.
“Parece apostar a que el partido Libre ganará, aunque las encuestas lo ubican en tercer lugar. Esa tenacidad de vincularse al partido de gobierno tiene su lectura: busca asegurar lealtades y posiciones, aunque a costa de la confianza institucional”, concluyó.
