Coronavirus

Lo positivo y lo negativo de cinco meses de encierro en Honduras

Por un lado se fomentó la espiritualidad, las medidas de higiene y se promovió el teletrabajo, pero también incrementó la violencia intrafamiliar, los malos hábitos, la obesidad, el desempleo, los cierres de empresas y llevó al país a un endeudamiento en más de 3,500 millones de dólares
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08.08.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- A Josué Martínez el confinamiento le arrebató la libertad y le dejó sin dinero.

Después de más de más de 140 días sin poder salir de casa, extraña no poder desplazarse por las calles de la ciudad con su carreta llena de frutas y verduras, pero dice estar dispuesto al sacrificio del encierro para no poner en riesgo la vida de su anciano padre.

Él viene luchando por mantenerse aislado socialmente desde el 16 de marzo cuando el gobierno de Honduras ordenó un toque de queda a nivel nacional

Martínez es uno de estos tantos vendedores ambulantes que hasta mediados de marzo todos los días recorría diversas colonias y barrios de la ciudad vendiendo sus productos, pero una vez que la pandemia lo encerró dispuso ser disciplinado y no salir para no poner en peligro la vida su progenitor, de sus hermanos y hermanas.

“La fortaleza para llevar una vida sin dinero, porque no salgo a trabajar, está puesta en mi fe en Dios que sostiene que nunca me abandonará, y en el apoyo de mis hermanas”, sostuvo.

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Sus hermanas venden tortillas, un producto de consumo diario que está permitiendo a muchos hogares resistir al brutal aislamiento social, que parece no tener fin.

Mientras el gobierno y los empresarios empujan una “reapertura inteligente”, en momentos que el covid-19 tiene su mayor auge exponencial, muchos hondureños como Martínez actualmente no saben cómo ir a trabajar sin el temor de regresar a casa llevando el virus que podría matar a sus parientes.

Según los médicos, los psicólogos y los economistas, el confinamiento brutal y desesperante ha dejado aspectos positivos, pero muchas más cosas negativas en la vida de las personas, en su salud y en la economía del país.

Lo positivo

Para Felipe Maldonado, vicepresidente del Colegio de Psicólogos de Honduras (Copsih), aunque no es nada agradable, el encierro obligatorio es una medida sanitaria que ha servido para evitar una catástrofe.

Además, la medida ha permitido a las personas estar más cerca de la familia, se fortaleció el teletrabajo, ha sacado a relucir la creatividad, ha fomentado la espiritualidad, la fe en Dios, la solidaridad, incluso ahora hay más conciencia de la importancia de la higiene y de la salud, de la protección personal para no afectar a los demás.

Por su parte, Martín Barahona, expresidente del Colegio de Economistas de Honduras, consideró que el confinamiento hay que verlo desde dos ángulos separados: el sanitario y el económico.

A nivel sanitario, el encierro es una cuestión obligada para controlar la pandemia y no quedaba de otra que hacerlo; pero esta acción por sí sola no es una garantía completa de que uno no se puede contagiar. Esta medida tiene que ir acompañada de medidas de precaución, añadió.

Como economista destacó como positivo que este encierro, obligó a las empresas a tener más iniciativa e impulsar el trabajo formal desde casa, usando la tecnología digital, lo cual ha dejado resultados positivos en la producción.

Foto: El Heraldo

El gobierno emprendió una operación para llevar alimentos a los sectores más vulnerables durante el confinamiento, pero es tan grande ese segmento poblacional que la demanda va más allá de las posibilidades del programa. Foto: Emilio Flores / EL HERALDO.

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Negativo

A nivel general, el confinamiento no ha dejado mayores cosas agradables: está afectando la salud mental de los hondureños. En el encierro se ha disparado la violencia intrafamiliar.

Las personas están sufriendo de ansiedad, estrés; la depresión está aumentado, “es más, si no existe un programa de prevención y de atención a la salud mental de la población, los casos de suicidio podrían incrementarse”, proyectó el presidente de los psicólogos.

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Explicó que el confinamiento está generando malos hábitos en los niños, jóvenes y adultos, se está abusando de las bebidas alcohólicas, del tabaco y del consumo de alimentos que pueden llevar a la obesidad, ya que la gente no está saliendo a realizar ejercicios físicos.

Hay un descuido personal tanto en hombres como en mujeres, también están aquellos que están agarrando el hábito de estar todo el día con el teléfono celular frente a sus ojos, y otros que permanecen muchas horas sentados frente a la computadora trabajando.

El sedentarismo, los trastornos alimenticios y del sueño a la larga tendrá un gran impacto en la salud de los hondureños, explicó Maldonado.

Recordó que antes los jóvenes salían a jugar futbol, a correr, iban a bailar, pero ahora en muchos de ellos hay frustración, impotencia... unos porque tienen dificultades para estudiar, otros porque no se han podido graduar y están aquellos que perdieron su trabajo, apuntó el psicólogo, quien ve muy lejos el regreso de los niños, colegiales y universitarios a sus centros de estudio.

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En lo económico

El impacto negativo es terrible ya que en lo personal la gente no puede salir a laborar, sobre todo con aquellas actividades que no pueden ser realizadas o sustituidas por las vías digitales, entonces muchas familias no tienen ingresos, explicó Barahona.

Por otra parte, el confinamiento está afectando la economía del país de una manera muy drástica con el cierre de empresas, pérdida de empleos y reduciéndose la productividad en casi todas las áreas.

“Ya desde antes teníamos una situación casi recesiva porque no crecíamos más allá del 2.5 o 2.8 por ciento y eso durante los últimos diez años. Si en los últimos años el crecimiento económico fue muy escaso, no digamos ahora”.

Este profesional coincide con las autoridades estatales en que el decrecimiento económico será entre el 8 y 9 por ciento. “No es necesario ser un gran especialista para saber que la pobreza y la indigencia van a crecer y eso en otras palabras se traduce en escaso consumo de alimentos, desgraciadamente”.

Antes de la pandemia ya teníamos un retroceso de unos 10 años en términos de lo que era el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

“Y aquí le tomo como referencia los dos últimos años de la administración de Ricardo Maduro y los dos primeros del gobierno de Manuel Zelaya donde hubo crecimiento económico mayor del seis por ciento. No era la gran maravilla en los dos gobiernos, pero era aceptable por lo menos la pobreza y el desempleo no crecían'.

'Si a estos diez años le sumamos lo que ha ocurrido en estos últimos cinco meses diría que hemos retrocedido unos 20 años en términos de lo que es actividad económica y generación de empleo y estabilidad en las empresas', consideró.

Foto: El Heraldo

Cientos de personas de la economía informal desafiaron la cuarentena y la tranmisión del virus para trabajar, ya que viven del ingreso diario. Foto: Marvin Salgado / EL HERALDO.
Como no hay actividad económica y mayores ingresos tributarios, el gobierno está sometiendo al país a un grave endeudamiento.

'Honduras ya tenía un saldo de deuda pública -interna y externa- de la mitad del PIB, como ahora hay que atender una emergencia, entonces se flexibilizan ciertas fuentes crediticias y abre la válvula y vamos a quedar entre un 65 y 70 % de deuda en relación al PIB', analizó Barahona.

El experto apuntó a que si se estaba pagando 45,000 millones de lempiras del presupuesto en cumplimiento del servicio de la deuda -para amortizar capital y pagar intereses- ahora con las nuevas cargas se van a utilizar unos 60,000 millones de lempiras, significa que la mitad de los ingresos del gobierno en impuestos van a tener que utilizarse para cancelar esos compromisos.

Otro de los efectos negativos, del largo encierro, es que las recaudaciones tributarias van a ser menores, de unos 110 mil millones de lempiras que captaba, esto podría caer a los 80,000 millones, entonces el gobierno va a tener que pedir una moratoria, plazos y periodos de gracia para empezar a pagar cuando ya la situación de las recaudaciones se normalice.

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Hambruna

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) ha manifestado el temor de que el largo encierro para controlar la pandemia y el paro de la productividad conlleve a la humanidad a una hambruna apocalíptica.

Según el economista Claudio Salgado, el encierro y el paro económico está generando mayor pobreza, mayor desempleo y más desigualdad económica.

“El problema es el desastre con que el gobierno está manejando la crisis; busca salir del confinamiento mandando a la gente a trabajar sin las medidas de seguridad, sin su equipo de protección, pareciera que la idea es aumentar los contagios y retroceder a un confinamiento total”, criticó.

La amenaza de una desgracia alimentaria es latente y ya se está viendo en esta capital con las personas que salen diariamente a la calle, a los bulevares, a pedir dinero.

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Lo más terrible es que se busca retornar a ciertas actividades cuando la curva de la pandemia sigue moviéndose de forma ascendente, mientras que por otro lado el gobierno busca sembrar una falsa percepción de que el virus se está controlando, criticó Salgado.

“Lastimosamente nos toco un mal gobierno para enfrentar esta pandemia”, dijo este economista haciendo alusión a cómo se ha derrochado el dinero y como se ha endeudado en más de 3,500 millones de dólares al país, y los programas de ayuda social no llegan a los que ya llevan cinco meses encerrados, como medida del Ejecutivo para detener el avance del covid-19.

Ambos economistas son del criterio que si el gobierno no reorienta su política económica y social obviamente aquí se dará una crisis profunda tanto humanitaria como alimentaria.

Hasta este momento las familias resisten con determinación el aislamiento social para librarse del contagio, pero llegará un momento en que la difícil situación económica los obligará a salir, proyectaron.

Esto lo tiene bien claro Martínez, el vendedor ambulante que ya lleva cinco meses encerrado. Todos los días por la mente de este trabajador informal desfilan una serie de ideas para salir con su carreta a las calles donde el virus anda sin control, pero el vivir y tener con vida a sus familiares por el momento pueden más.

En el país una gran cantidad de la economía descansa en el comercio informal, o sea los pequeños negocios, las actividades productivas independientes, donde muchas personas no han respetado la cuarentena y han salido a trabajar para subsistir, no obstante el impacto de los contagios ha sido muy alto.

A la fecha el gobierno y las entidades empresariales no manejan con precisión datos de cuántas empresas y microempresas han cerrado, cuántos empleos se han perdido, extraoficialmente se habla de unos 400,000 puestos de trabajo.

De acuerdo con los expertos, mientras el gobierno no encuentre un mecanismo que permita un equilibrio entre la salud y la economía la salida total del confinamiento se presenta incierto.