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Cristian Gavarrete: cuando el color toma la palabra

Esta pintura opera desde su propio lenguaje, si en ella hay nostalgia o un deseo de redención humana, existen gracias a su única realidad: el color

FOTOGALERÍA
02.06.2018

Tegucigalpa, Honduras

“La realidad de la pintura es el color sobre el lienzo”.
Édouard Manet

Cuando un joven pintor inicia su carrera, es normal que sus preocupaciones estéticas estén centradas en el tema (en el qué decir); en cambio, los asuntos de lenguaje (el cómo decirlo), aunque están presentes, no mueven sustancialmente el interés del artista.

Por tal razón, cuando observé “Posdata”, nombre del primer proyecto pictórico de Cristian Gavarrete, inaugurado en Gracias, Lempira, el 27 de julio de 2017, no dejé de sentir sorpresa, estaba frente a una pintura que hablaba desde la piel de la pintura. Estaba frente a una obra que, lejos de cubrir el espacio, lo hacía visible.

Ahora en “Reminiscencias”, su segundo proyecto, inaugurado el 24 de mayo en el Museo para la Identidad Nacional (MIN), esta tesis se confirmaba en su justa dimensión.

Sin negarse a contar una historia o una vivencia, esta pintura tiene como punto de partida y como punto de llegada el color. Pronto la estrategia visual de Gavarrete me ofreció su propuesta, dialogar desde los códigos de su propio lenguaje.

Percibimos, en estas piezas, el recurso figurativo, pero al acercar el ojo nos damos cuenta que los límites, profundidad y volumen de las formas están sustentadas en el color; en ese momento recordé un precepto del artista Valerio Adami: “El instrumento para leer el dibujo es el color, como la voz es el instrumento para leer la palabra escrita”.

Los colores dan voz a las estructuras figurativas de Gavarrete y digo estructuras porque las formas que se revelan en estas telas no tienen la intención de ser referentes humanos del mundo real, sino construcciones perceptivas del color, he allí su naturaleza estructural.

De la serie “Reminiscencias”. A diferencia de “Posdata”, en esta nueva serie la luz tiende a disolver la figura con veladuras más intensas. Esta obra marca un nuevo rumbo en la estética de Gavarrete.

De la serie “Reminiscencias”. A diferencia de “Posdata”, en esta nueva serie la luz tiende a disolver la figura con veladuras más intensas. Esta obra marca un nuevo rumbo en la estética de Gavarrete.



Es curioso, pero generalmente la pintura hondureña ha representado lo indígena con expresiones de grito, angustia y dolor, en cambio, en estas obras hay zonas de color que terminan en silencio, son el revés del grito, no alzan nunca el tono, prevalece así la sobriedad del color ante el desgarramiento existencial.

Quizá esta sea la razón por la que no existe tenebrismo en el expresionismo de Gavarrete, decantado su lenguaje hacia atmósferas impresionistas, su color va al encuentro de la luz, más que conmoción hay visión.
“Reminiscencias” presenta un hilo de continuidad respecto a “Posdata”, no es casual que el artista haya exhibido cuatro piezas de ese proyecto en el MIN; este sentido de continuidad me parece un buen ejercicio de coherencia ya que permite ver el material de origen de su segundo proyecto, pero Gavarrete deja sentado en “Reminiscencias” su deseo de reformular el tamaño de las obras y potenciar la intensidad de la luz, es por ello que introduce obras de gran formato en las que observamos, entre otras piezas, un tríptico que se puede leer como un mural.

Lo novedoso de “Reminiscencias” es la apuesta por una luz más intensa, elaborada con un juego de transparencias que profundizan la desmaterialización de la figura humana.

Por momentos sentí la necesidad de que la figura se esfumara por completo para dejar en el lienzo solo la huella del color. Curiosamente el tríptico no deja esa impresión, ya que el peso de la figura humana en esa obra nos hace recordar la poderosa herencia de la academia, es normal, Gavarrete aún está en ese proceso de búsqueda que va resolviendo con solvencia.

En sus dos proyectos, la relación fondo-imagen no es casual, es bien pensada, este joven artista jerarquiza las composiciones de sus obras sobre la base de contrastes de color, por ejemplo: variedad de luz sobre fondo blanco, este es un gesto técnico, pero a su vez pone en marcha una visión, la pintura se organiza con la pintura, es por ello que no boceta, su pelea es un “cuerpo a cuerpo con la pintura”.

El artista Cristian Gavarrete.

El artista Cristian Gavarrete.



El color es el eje que organiza todo el trabajo, la figuración sustentada en el cuerpo humano no deja de seducir, el cuerpo, en sí mismo, es un poderoso referente que es difícil soslayar por el peso específico que tiene en la historia del arte.

Por eso las academias hacen énfasis en la figuración, pero en el caso de Cristian Gavarrete su figuración tiene algo más allá que cánones y volúmenes bien logrados, son estructuras de color, acordes tonales que descarnalizan el cuerpo para dejarnos sus metáforas de luz. En estas obras se desnuda al ser humano, pero se desnuda en tonos de luz, se alude a los recuerdos, pero la primera memoria es el color, habla del dolor y el encanto, pero en contrastes de luz y sombra.

Todo lo que Gavarrete dice en estas obras es articulado desde el lenguaje pictórico, este debe ser siempre la gran pasión de un artista, lo que el artista tenga que decir de lo humano, solo será trascendente si encuentra en la forma el mejor medio para dialogar con el mundo; en el arte, la forma es su lenguaje.

Interesante lección, pintura que al representar cuerpos se disuelve en la luz, paradójicamente, al disolverse en color, termina constituyendo su propio lenguaje, es decir, el cuerpo de la pintura.

En la obra de Gavarrete, disolver equivale a concentrar. Su gesto anuncia una transición hacia la abstracción, de hecho, hay áreas que son manchas abstractas, zonas donde la luz germina en la luz. Si alguna pasión existe en esta pintura, ella reside en el color. No digo que esta sea la única y mejor manera de abordar el tema de lo indígena o el tema de la memoria personal, pero sí creo que es la mejor forma de entender el sentido y valor de la pintura.

Esta pintura, aún en proceso, ya presenta perspectivas claras sobre el viaje artístico que quiere emprender. La pintura de Gavarrete se define por su deseo de ser. Frente al lienzo hay un artista que aún se debate entre la “pintura pura” o la “pura pintura”, entre la narración o la gestualidad.

No sé al final qué decisión tomará, lo que sí está claro es que ha iniciado problematizando el discurso pictórico, esta es una de las grandes virtudes de la muestra que se ofrece en el MIN.

Gavarrete sorprende por los retos que asume, no se conforma con ir hacia el dominio técnico, su aspiración es más ambiciosa, asume la tarea de la perfección técnica en el marco de una búsqueda conceptual del color, su intención es clara: hacer de la pintura un ejercicio intelectual que trascienda los valores de una academia que raya en lo artesanal.

El camino está abierto, la persistencia nos dirá si Cristian Gavarrete nos visitó en un sueño o vino para reclamar un espacio en la plástica hondureña.

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