Tegucigalpa, Honduras.- A menos de 100 días de las elecciones generales del 30 de noviembre, Honduras enfrenta un escenario electoral marcado por la confusión y la saturación de encuestas contradictorias.
Seis firmas (Libertad y Democracia, Le Vote, TecniMerk, ProEncuestas, Métrica y Opinómetro) han publicado sondeos en los que cada una coloca a un candidato presidencial distinto en la cima.
Libertad y Democracia y Le Vote presentan a Salvador Nasralla, del Partido Liberal, como favorito, aunque con cifras diferentes. TecniMerk también lo proyecta arriba, pero con márgenes más estrechos.
ProEncuestas y Métrica colocan en ventaja a Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional, mientras Opinómetro ubica a Rixi Moncada, aspirante oficialista de Libertad y Refundación (Libre). El resultado es un mosaico de contradicciones que deja más preguntas que certezas: ¿quién miente y quién dice la verdad?
Efectos de saturación
Los expertos advierten que esta avalancha de encuestas genera un efecto corrosivo en la democracia. El electorado, expuesto a datos divergentes y sin un criterio claro de credibilidad, cae en la confusión.
“Cuando cada encuestadora coloca a un candidato distinto en la punta, el ciudadano se pregunta quién miente y quién dice la verdad. Esa duda sistemática mina la confianza en el proceso electoral”, explicó Stephany Pineda, investigadora especializada en creación de contenido.
La saturación también influye en la conducta del votante. Según especialistas, las encuestas pueden inducir al llamado “voto útil”, es decir, a optar por quién aparece más fuerte en las mediciones. Pero en este escenario, el electorado no sabe a quién creer.
“El efecto se revierte: en lugar de orientar, paraliza o lleva al votante a refugiarse en emociones y pasiones partidarias”, advirtió Pineda. La ciudadanía lo percibe de manera directa.
Luis Hernández, un comerciante de Tegucigalpa, expresó que ya no confía en los sondeos: “Hoy dicen que gana Nasralla, mañana que Asfura, y después que Rixi. Uno termina por no creer en nadie. Lo único que hacen es confundirnos”. El impacto no se limita a la indecisión.
Para el analista electoral Denis Gómez, la proliferación de sondeos contradictorios en un país altamente polarizado como Honduras refuerza la desconfianza hacia las instituciones y abre la puerta a narrativas de fraude anticipado.
“Honduras es una nación pasionalmente política, y la saturación de encuestas sin respaldo técnico puede exacerbar la confrontación. Cada bando toma los datos que le convienen y los usa como arma, mientras la ciudadanía queda atrapada en la duda”, señaló.
La confusión también afecta a jóvenes votantes. María José Martínez, estudiante universitaria, comentó que la avalancha de encuestas le genera más frustración que información.
“Uno entra a las redes y ve que cada encuesta dice algo distinto. Eso desanima, porque pareciera que no miden la realidad, sino lo que a cada partido le conviene”, opinó.
En un contexto de fraccionamiento social y tensiones partidarias, los expertos alertan que estas encuestas no solo confunden, sino que alimentan la polarización, generan apatía en sectores cansados de información contradictoria y fortalecen la percepción de que el proceso democrático está manipulado desde el inicio.
Opacidad
El problema se agrava porque varias de estas firmas operan sin la autorización del Consejo Nacional Electoral (CNE). EH Verifica constató que Opinómetro, Le Vote y ProEncuestas no cuentan con resolución vigente del CNE para divulgar encuestas previas a las elecciones generales del 30 de noviembre de 2025, tal como exige la Ley Electoral.
Aunque estaban acreditadas para las elecciones primarias del 9 de marzo, ese permiso ya caducó y el CNE no ha iniciado aún el proceso para habilitar a las encuestadoras de cara a las generales. Según confirmó la portavoz del órgano electoral, cualquier sondeo publicado en estas condiciones carece de validez legal.
Además de la falta de permiso, las encuestadoras muestran un patrón de opacidad. Muchas no publican ficha técnica, ni detallan el tamaño de la muestra, el margen de error o el método de recolección de datos.
Algunas ni siquiera cuentan con sitio web oficial: se limitan a difundir resultados en páginas de redes sociales creadas recientemente, lo que debilita aún más la confianza ciudadana. “Cuando la metodología es inexistente o invisible, la encuesta deja de ser un instrumento técnico y se convierte en propaganda disfrazada de dato científico. Es una forma de desinformación electoral”, sostuvo Gómez.
Por su parte, el analista Luis León señaló que las encuestas en Honduras adolecen de seriedad y control institucional. Explicó que los resultados responden a los intereses de quienes las financian y que, sin transparencia en la metodología —como la muestra, el margen de error y la técnica utilizada—, su credibilidad se ve comprometida.
“Las encuestadoras viven de eso y dan resultados conforme a quien paga la encuesta y de ahí tiene que ver la metodología, la muestra, el margen de error. Yo creo que las encuestas en Honduras y las de redes sociales no son creíbles en general”, opinó León.
León subrayó que en el país proliferan encuestas “empíricas”, incluso levantadas en redes sociales sin ningún rigor técnico, lo que termina confundiendo al electorado.
¿Qué se puede hacer?
En un panorama marcado por la confusión, los expertos coinciden en que la responsabilidad recae en varios frentes. El CNE debe actuar con mayor firmeza y sancionar a quienes divulgan sondeos sin autorización, pues la ley exige un permiso vigente para cada proceso electoral.
A la par, los medios de comunicación tienen el reto de explicar al público las limitaciones de las encuestas y advertir sobre aquellas que carecen de respaldo metodológico.
La sociedad civil y la academia también juegan un papel crucial: iniciativas de educación mediática, aunque de corto plazo, pueden ayudar a que los votantes distingan entre encuestas serias y ejercicios propagandísticos.
En la recta final hacia el 30 de noviembre, las encuestas deberían ser un termómetro de la opinión pública. Sin embargo, en Honduras se han convertido en un campo de batalla político que confunde, divide y debilita la confianza ciudadana.
“Como no hay sanción en Honduras y las encuestas son utilizadas de manera política electoral, entonces es muy difícil pensar que ese resultado y que ese funcionamiento institucional va a ser efectivo”, recomendó el analista Luis León.
Además, el experto señaló que la legislación hondureña aún no regula el levantamiento digital de encuestas, lo que abre un vacío legal aprovechado por actores políticos para difundir sondeos con fines propagandísticos.
La saturación de datos contradictorios, sumada a la falta de autorización y a la opacidad de las firmas, pone en evidencia un desafío mayor: que el voto de los hondureños se defina con información veraz y no con percepciones fabricadas, evitando que la confusión y la desinformación influyan en la decisión de los ciudadanos.
La transparencia en la publicación de encuestas y en la metodología utilizada resulta fundamental para que el electorado pueda confiar en los sondeos. Solo así se puede fortalecer la credibilidad del proceso electoral y garantizar que la democracia funcione de manera efectiva.