Sin color, sin sabor y apenas con Jocimar. El Día del Amor fue salvado para Motagua por el ariete brasileño, que conectó de cabeza, puso el 1-0 y encubrió otra pobre presentación del equipo de Reinaldo Clavasquín...
Un partido previsible
El Ciclón se topó contra una barrera muy bien cimentada por Edwin Pavón. Una estricta línea de cinco, más otro dibujo de mucha marca en la mitad del campo, acaso permitían que el Mimado mirara la meta de Ricardo Canales, a decir verdad con poco trabajo sucio.
La patología que se le diagnosticó al Ciclón tras el desastre en el derbi capitalino, seguía siendo el cuadro clínico de este equipo de Reinaldo Clavasquín, con muchas ganas, pero con pocas aptitudes futboleras.
Equipo de autómatas
Y si ante Olimpia apenas hubo un disparo desviado en 90 minutos, el primer tiempo contra el Toro cholomeño confirmaba la pobre teoría adoptada por el comando técnico: Nery Medina y Carlos Discua viendo el juego en las gradas (por disposición técnica) y Georgie Welcome comiéndose las uñas en la banca. El revulsivo se llamaba Júnior Padilla, y si tocó más de cinco veces la pelota fue mucho.
Embarrado en la trampa de Edwin Pavón (Santamaría, Barrios y Posas despejando en las alturas todas las bolas que salían de Omar Elvir, Adán Ramírez y el novato Bryan Figueroa), el Ciclón no se limpiaba las legañas y repetía la tortura: centro a la nada y más centros a la nada. Una lágrima.
Ahí está él... Jocimar
Sacudido en el medio tiempo, tenía que llegar la reacción del Azul. Más orgullo que fútbol. Los menos de mil hinchas presentes en el coloso del barrio Morazán miraban cómo se llegaba al minuto 60 con la presión en la mochila. Omar Elvir volvió a ganar la banda (muy mal el marcaje de Samir García por ese sector) y lustró su educada pierna zurda para explotar la cabeza de Jocimar en el corazón del área; el hombre que se quedó en el Nido solo por la petición del entrenador, pagaba con lingotes de oro la confianza de Clavasquín.
El cabezazo dejó como estatua a Canales y el brasileño celebró por tercera vez este torneo (las tres veces con la testa). Siete minutos después, el DT le permitió escuchar la ovación de la grada que tan bien hace a los futbolistas, sobre todo a este, silbado tantas veces el torneo anterior. Welcome tomó su lugar y Robi Norales se alistó para el contragolpe.
Como siempre pasa, tras el gol el Choloma se dio cuenta que podía jugar al ataque en el Nacional y el Flaco Tejada aportó horizontalidad y Leo Isaula se la comió solo al 75; más allá de eso, los 531 hinchas del Mimado vieron cómo la fallaba Welcome al 85 y pidieron por un segundo triunfo seguido, el domingo en el clásico ante el Verde. ¿Se podrá?