Honduras

Así compran en la Secretaría de Salud facturas falsificadas

El descarado comercio ilegal de recibos falsos se comete en una caseta de seguridad de la Secretaría de Salud, según constató EL HERALDO al comprar algunos de estos documentos a vista paciencia del personal de esa dependencia.

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08.04.2014

En el interior de una polvorosa valija negra yacen apiñados decenas de fólderes repletos de facturas falsas que una red de empleados de la Secretaría de Salud utiliza para encubrir giras fantasma mediante las cuales sangran las finanzas del Estado.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO llegó al centro de este tejido, el lugar donde se venden los recibos falsos a cualquiera que tenga 50 lempiras para comprar un documento fraudulento.

El sitio donde se suministran estos documentos es una caseta de vigilancia de una empresa de seguridad privada contratada por la Secretaría de Salud y que está ubicada en un parqueo que alquila esa dependencia a la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones (Hondutel) en el centro de la capital, a escasos metros de aquella cartera ministerial.

Luego de tener a mano la documentación que probaba la falsedad de las facturas, EL HERALDO investigó lo que se susurra entre los pasillos de la Secretaría de Salud: que los recibos adulterados se venden como confites.

Al lugar se le conoce como “el pul” de la Secretaría de Salud y ahí llegan caravanas de empleados de esa dependencia y otras entidades gubernamentales a comprar los recibos.

En la caseta de seguridad hay un centinela de uniforme con camisa beige y pantalón café que es el encargado de suministrar los recibos.

Una vez identificado el epicentro de este escándalo de corrupción, EL HERALDO procedió a realizar una operación de compra.

Cinco minutos

Un miembro de la Unidad Investigativa de EL HERALDO se hizo pasar por un empleado de la Secretaría de Salud para comprar facturas y demostrar la forma descarada en que se produce este comercio ilícito.

La negociación fue corta y directa. Apenas bastaron cinco minutos para hacer la transacción con el guardia de seguridad y salir con un legajo de facturas falsas.

Con un lacónico “ocupo unas facturas para liquidar unos viajes” que se le dijo al guardia, comenzó la operación de compra en el interior de la garita.

El vigilante, de tez trigueña, delgado y algo desgarbado, invitó al investigador a un oscuro y diminuto cuarto en la parte trasera de la caseta donde había una maltrecha maleta.

“¿De cuál hotel quiere?”, consultó el centinela, mientras abría la cartera y cuyo interior estaban las copiosas facturas de distintos hoteles.

Se le indicó que se requerían facturas de hoteles en Catacamas, Olancho, y en San Lorenzo, Valle.

“Claro que las tengo”, dijo con voz emocionada el vigilante.

El celador demostró vasta experiencia al identificar con rapidez el lugar donde estaban esos recibos en medio de la abundancia de papeles.

El vendedor mostró las facturas y las entregó en el cubículo trasero, donde no se podía graficar la escena, por lo que el comprador infiltrado se movilizó cerca de la puerta de entrada para pagarle y así poder fotografiar el momento en que se hizo el pago.

Se le preguntó al vigilante si aceptaba un billete de 500 lempiras para cancelar los cuatro recibos con valor de 50 lempiras cada una y este respondió que “no hay problema”.

El costo del recibo es una cifra ridícula si se considera el daño patrimonial que genera y los efectos en la reducción de atención en programas de Salud.

Al entregar las facturas se le pide que las cambie porque los números correlativos están en secuencia y se requiere que se entreguen no en orden sucesivo.

El trato se cerró con un estrechón de manos y un “cuando ocupe otras facturas aquí estamos”, finalmente se despide el cuidador.

El reportero de la Unidad Investigativa de EL HERALDO salió de la caseta con las facturas en la mano, mientras el vigilante se queda en la entrada de la misma e inicia una amena plática con un compañero de labores y un tercero que se agrega a la tertulia.

De esta forma, EL HERALDO demostró cómo la Secretaría de Salud es la fuente que nutre de facturas a los empleados que usan este modus operandi de comprar facturas par simular giras y recibir dinero que fue presupuestado para mejorar la salud de los hondureños.


Práctica antigua

Esta práctica lleva varios años realizándose por parte de trabajadores de baja y mediana categoría, así como funcionarios de importantes puestos.

El escándalo del uso de facturas falsas para cobrar dinero por giras inexistentes, que denunció EL HERALDO, se refiere a casos que sucedieron en la gestión anterior, pero el hecho de que se sigan vendiendo esos documentos irregulares indica que esta situación continúa sucediendo.

EL HERALDO conversó con una empleada de la Secretaría de Salud que ha sido testigo de este tipo de compra-venta al margen de la ley, que habló bajo condición de anonimato para detallar algunos aspectos de este comercio ilegal.

“Todo mundo sabe que en el parqueo de Salud, en ‘el pul’, se venden esas facturas, pero nadie hace nada”, cuestionó la fuente.

“De casi todas las dependencias hay quienes sacan esas facturas falsas, aquí casi no se salva nadie porque están embarrados”, insistió el informante.

De acuerdo a la informante, cuando una unidad de la Secretaría de Salud está en una etapa de cobertura extendida de combate a una plaga o enfermedad, la venta de facturas se dispara o entra en una fase de “temporada alta”.

Los empleados de Salud van y vienen de esa reducida caseta, pero también lo hacen de otras dependencias del Estado, asegura la fuente.

“Si revisaran las facturas de todos los que trabajan en el sector público se darían cuenta de la enorme corrupción que hay; en el gobierno del presidente (Porfirio) Lobo (2010-2014) fue una locura de corrupción”, aseguró la fuente.

Las pruebas

EL HERALDO puso al descubierto una red de empleados de la Secretaría de Salud que usan facturas falsas para obtener dinero de viáticos y hospedajes de giras que no se realizan. La documentación en poder de EL HERALDO consta de, además de los recibos, las órdenes de viaje, resúmenes ejecutivos de viaje, constancias de beneficiarios y otros a nombre de empleados del Programa Nacional de Dengue.

Complicidad

Según la fuente de la Secretaría de Salud consultada, para tramitar un pago de una gira se requiere la participación de varios funcionarios, por lo que “no necesariamente tiene que saber si el viaje se hace o no”.

El director de un proyecto es quien programa las giras y por ello no se explica cómo se gastaron recursos en viajes ficticios y el titular de la dependencia no se haya enterado.

De igual manera, el administrador del proyecto tiene que firmar las respectivas órdenes para que se hagan los desembolsos.

Anteriormente existía una unidad llamada preintervención, que hacía una supervisión de los recursos previo a que se hiciera una auditoría para detectar cualquier anormalidad, pero esta entidad tampoco puso las salvaguardas para que estos actos de corrupción se evitaran.


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