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Adiós al historiador e investigador incansable

Siempre solícito a las peticiones de la gente que buscaba su ayuda. Su vasto conocimiento sobre historia hacía que él fuera un libro abierto donde las personas podían encontrar información. Su actitud era el reflejo de su compromiso con la difusión de la historia de nuestro país.

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01.08.2012

“Para usted no estoy enfermo, y le ayudaré cuando usted quiera”, fueron las palabras pronunciadas por Mario Felipe Martínez Castillo la tarde del 17 de julio. Y esta sería la última entrevista ofrecida por el historiador a la sección Vida de EL HERALDO, porque su vida se apagó el lunes 30 de julio a las 6:00 de la tarde.

Su actitud era el reflejo de su compromiso con la difusión de la historia de nuestro país.

Siempre solícito a las peticiones de la gente que buscaba su ayuda, amable y excelente conversador. Su vasto conocimiento sobre historia hacía que él fuera un libro abierto donde las personas podían encontrar información que los textos de historia de la escuela y el colegio no tienen.


Ayer, la Fundación para el Museo del Hombre Hondureño (FMHH) le rindió homenaje póstumo a Martínez Castillo. Familiares, amigos, colegas y representantes de los diferentes centros culturales se reunieron frente a su féretro para decirle adiós al hombre que deja un legado histórico invaluable.

Mario Felipe Martínez Castillo

Nació en Comayagua el 16 de septiembre de 1932, sus padres fueron el doctor Carlos Martínez Palma y doña Mercedes Castillo Cruz. Era el mayor de ocho hermanos, de los cuales solo sobreviven tres. Desde pequeño demostró su inclinación por la historia y en su juventud decidió estudiar esta carrera.


“Yo comencé a estudiar aquí en Tegucigalpa, pero como vi que ninguna de las carreras que había me interesaba y gustaba, opté por investigar, encontrando en Brasil la carrera que me gustaba y quería, esa era la carrera de Historia”, dijo Martínez en una entrevista ofrecida a la revista Siempre de EL HERALDO en febrero de este año. Fundó la carrera de Historia y fue catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

Laboró en el Ministerio de Relaciones Exteriores, después de su jubilación se dedicó a la elaboración y publicación de sus investigaciones.

Su legado a Honduras

Su hermano Tristán Martínez Castillo lo recordó como un amante de la historia de Honduras y dijo que sus aportes no solo sirvieron para enriquecer la historia del país, sino para defender la soberanía nacional.

En esa misma entrevista de febrero, Martínez expresó algo que lo llenaba de orgullo: “en toda mi vida lo que a mí me ha dado más satisfacción y de lo que me sentiré siempre orgulloso es de haber sido una pieza importante en el pleito entre El Salvador y Honduras para el referendo limítrofe en la Corte Suprema de Justicia de La Haya, donde para el juicio oral presentamos más de cuatro mil documentos autenticados que permitieron que Honduras ganara el conflicto en un 95 por ciento de sus pretensiones”.

Además, fue él quien durante de 10 años investigó en el Archivo de Indias, de Sevilla, España, hasta dar con la historia de Lempira, lo que demostró que el indígena no era un mito, como muchos decían.

Además, sus investigaciones de la época colonial son un referente de este período de la historia nacional; “el país le debe las mejores investigaciones coloniales, ya que es un período poco estudiado de la historia, y Mario Felipe ha hecho enormes contribuciones sobre la vida económica de la colonia, especialmente la minería y los cultivos agropecuarios, sobre el arte y la cultura colonial”, expresó el analista Juan Ramón Martínez.

Julieta Castellanos, rectora de la UNAH, recordó el legado que Martínez Castillo le dejó a la universidad.


“Mario Felipe fue uno de los impulsores y fundadores de la carrera de historia de nuestra universidad, generaciones de jóvenes fueron discípulos de tan connotado e incansable educador, quien inculcó a través de su cátedra y sus obras los valores de la identidad nacional y cuyo legado queda impreso en más de 30 obras de su autoría”, expresó.


Armida de López Contreras, presidenta de la junta directiva de la FMHH, recordó cómo el historiador fue parte de la comisión creadora de esta institución, y que fue él quien contribuyó a definir los sitios históricos “que posteriormente pintores hondureños iban a plasmar en los lienzos de la historia de nuestro país”, y esas pinturas son las que se observan en el Museo, del cual fue miembro activo, asiduo colaborador en las actividades y socio contribuyente.


“Don Mario siempre tenía un momento para el diálogo con todas las personas, siempre tenía la capacidad de explicar toda la parte teórica histórica de una manera sencilla para que todas las personas lo tuviéramos de fácil acceso, asimilable; yo creo que esa siempre es una gran característica de los grandes hombres de virtudes heroicas como don Mario: el hecho de ser humildes”, expresó Carmen Cruz, directora de la FMHH.

El historiador será recordado porque su pasión por Honduras y la conservación y difusión de su historia quedó guardada en sus obras: “Paternalismo y esclavitud negra en Tegucigalpa”, “La intendencia de Comayagua”, “Documentos inéditos para la historia de Honduras”, “Los forjadores de nuestra identidad”, “Cuatro centros de arte colonial hispano criollo en Honduras” y, el último, “Lecturas de la capital”, entre otros.

“España le reconoció su trabajo con la Orden de Isabel la Católica y con el premio de estudios Juan Carlos I. Ha habido más momentos en los que se la ha reconocido su trabajo, pero esos dos premios son muy importantes dentro del gobierno español, y significa que tiene todo nuestro apoyo y todo nuestro aprecio”, expresó Álvaro Ortega, director del Centro Cultural de España en Tegucigalpa (CCET).

A su muerte, Mario Felipe dejó pendiente un proyecto familiar muy importante, que es la donación de su casa ubicada a un costado de la Catedral de Comayagua, para que sea un Museo histórico colonial. su hermano Tristán expresó que el historiador quería dejar todo listo en vida y, aunque la muerte lo sorprendió, los planes continúan.


Los restos mortales del recordado historiador se trasladaron hasta su natal Comayagua, donde recibió un homenaje en el Museo Colonial.

Posteriormente se ofreció una misa en la Catedral para luego depositar su cuerpo en el cementerio general.