Madrid, España.- En el preludio de Halloween, dos títulos de videojuegos resurgen como las propuestas más intensas del género: Silent Hill F y Little Nightmares III.
Ambos retoman los pilares del horror psicológico y la atmósfera opresiva, cada uno desde un universo estético distinto, pero con el propósito común de perturbar al jugador.
El renacer del horror japonés en Silent Hill F
Konami ha logrado reavivar su franquicia más icónica con una entrega que devuelve a la saga su poder original.
En solo cuatro días, Silent Hill F superó el millón de copias vendidas y recibió una puntuación de 86 en Metacritic, confirmando que el público sigue ansiando su mezcla de misterio y angustia.
Ambientado en el Japón rural de los años 60, el juego introduce a Shimizu Hinako, una joven estudiante que enfrenta la corrupción del alma humana en un entorno invadido por la niebla, los monstruos y las deformaciones físicas y mentales propias del folklore japonés. Esta entrega prescinde de armas de fuego y obliga al jugador a sobrevivir con recursos improvisados, reforzando la tensión constante.
Los paisajes sombríos y los efectos sonoros contribuyen a un terror sensorial, donde el sonido precede al susto. Aun con texturas mejorables, el manejo de la oscuridad y una banda sonora impecable mantienen la atmósfera en vilo.
Little Nightmares III’ la inocencia deformada
Supermassive Games toma el relevo de Tarsier Studios en la tercera entrega de Little Nightmares, una serie reconocida por transformar lo cotidiano en pesadilla.
La estética sigue intacta: un universo infantil distorsionado, con reminiscencias del imaginario de Tim Burton.
La gran novedad es el modo cooperativo, que permite jugar acompañado de otra persona o con un compañero controlado por inteligencia artificial.
Esta modalidad aporta dinamismo, aunque la IA puede resultar frustrante en ciertos momentos. El juego conserva su estructura de rompecabezas y sigilo, con desafíos más suaves, pero mantiene la esencia perturbadora que lo distingue.
A diferencia de las dos primeras entregas, este capítulo no continúa la historia anterior: inaugura un nuevo universo narrativo con protagonistas distintos. Esa independencia narrativa le resta conexión emocional, pero amplía su horizonte creativo.
Aunque Little Nightmares III no alcanza la perfección de sus predecesores, sigue siendo un título magnético por su atmósfera y diseño visual.