La era de la confusión artificial: cuando la IA comienza a pensar por nosotros

¿Estamos usando la inteligencia artificial para comprender el mundo, o estamos permitiendo que reescriba lo que el mundo significa para nosotros?

  • 16 de octubre de 2025 a las 10:53
La era de la confusión artificial: cuando la IA comienza a pensar por nosotros

Tegucigalpa, Honduras.- ¿Alguna vez se ha detenido a pensar si lo que está leyendo, o incluso sintiendo, es realmente verdadero? Esa pequeña pausa, ese destello de duda, se ha convertido en uno de los obsequios más inquietantes de nuestro tiempo.

La Inteligencia Artificial, esa maravilla que alguna vez admiramos por resolver nuestros problemas, está reescribiendo silenciosamente lo que llamamos verdad. No grita, susurra... moldeando la realidad con una delicadeza tan sutil que ya no sabemos quién habla, si nosotros... o la máquina.

En realidad, la IA ha perfeccionado el arte de la imitación. Escribe poemas, pinta retratos y hasta aparenta comprender nuestra tristeza. Pero tras ese encanto se oculta un talento peligroso, porque, sorpresivamente, puede mentir con perfección.

¿Estamos apagando nuestra mente? Otro peligro oculto de la Inteligencia Artificial

Videos falsos, voces clonadas, artículos fabricados... todo con la misma autoridad que la verdad. Geoffrey Hinton, uno de los padres fundadores de la IA, advirtió al abandonar Google: "Es difícil ver cómo podría evitarse que los actores malintencionados la usen para cosas malas". Y él no exageraba. Vivimos en una era en la que la verdad puede ser esculpida por cualquiera con conexión a internet y un comando ingenioso.

¿Y qué produce eso en la mente humana? Los psicólogos comienzan a observar una especie de vértigo emocional, una desorientación moderna de la confianza. Cuando el mundo nos alimenta continuamente con ilusiones perfectas, nuestro cerebro empieza a desconfiar de sí mismo.

Pasamos frente a demasiadas "casi verdades" y, poco a poco, perdemos el asidero de lo real. No se trata solo de confusión, sino de erosión, y eso preocupa. Del mismo modo que el ruido constante apaga el oído, la mentira constante adormece el juicio.

Imagine que se coloca frente a un espejo que no le devuelve su rostro, sino una versión ligeramente mejorada, con piel impecable, ojos más amables, sonrisa perfecta, un retrato suyo idealizado. Usted sabría que es falso, claro, pero... tras verlo tantas veces, ¿no empezaría a desear que fuese real o hasta a creer que es real? Esa es la trampa psicológica más silenciosa de la IA. No necesita manipularnos con estridencia, sino que le basta con hacer que lo falso parezca cómodamente creíble.

La digitalización es decisiva para impulsar la competitividad de la región

Sam Altman, director de OpenAI, dijo algo que hoy suena profético: "La parte peligrosa es que los modelos son lo suficientemente buenos como para hacerle creer algo que no es cierto". Altman hablaba de los deepfakes y la desinformación, pero el peligro es más profundo.

Cuanto más dependemos de la IA para decirnos qué es verdad, menos ejercitamos el músculo del discernimiento y este se puede atrofiar. Cuando todo parece convincente, nuestra capacidad de dudar simplemente se debilita. Y cuando eso ocurre, ya no estamos solo desinformados. Pasamos a quedar desanclados mentalmente.

Esa desorientación genera una fatiga emocional casi imperceptible. Las personas comienzan a dudar no solo de las noticias, sino unas de otras. Las relaciones sufren cuando empezamos a sospechar de la sinceridad. En línea, nos preguntamos: ¿es esta una persona, o un programa entrenado para sonar como una? ¿Ha experimentado usted esa duda? Fuera de la red, comparamos nuestras vidas imperfectas con los resultados impecables de los algoritmos... y, en silencio, nos sentimos menores, ¿no es así? Es como si el corazón humano compitiera contra una ilusión que jamás podrá superar.

Demis Hassabis, mente brillante detrás de DeepMind, reflexionó que "La IA es un espejo para la humanidad: refleja nuestra inteligencia y nuestras fallas". Ese espejo es poderoso, pero, ¡cuidado!, los espejos también distorsionan.

Si pasamos demasiado tiempo frente a uno, corremos el riesgo de confundir reflejo con identidad. ¿Usa usted la IA para comprender el mundo, o la esta dejando redefinir lo que el mundo significa para usted?

Aún hay una manera de preservar la cordura dentro de este laberinto digital. Comience con la lucidez mental, algo que nos hace humanos. Deténgase antes de compartir, verifique antes de creer y pregunte antes de asentir.

Enseñe a su mente a sostener las dudas como un faro sostiene la luz de forma firme, constante, orientadora. Es lo que los psicólogos llaman verificación de realidad, es decir, la capacidad de examinar sus pensamientos antes de que lo dominen. En esta era de ilusiones generadas, es más vital e imperativo que nunca.

La IA seguirá perfeccionándose, pues llego para quedarse. Nos seducirá, nos consolará y, a veces, incluso nos curará. No obstante, también pondrá a prueba nuestra resistencia emocional. En el tintero de juicio está la capacidad de seguir siendo humanos cuando las máquinas hablan nuestro idioma mejor que nosotros mismos.

Su desafío y el del resto de la humanidad no es superar intelectualmente a la IA, sino superarla emocionalmente. El desafío es mantener viva la empatía, la curiosidad y la duda moral, esas hermosas imperfecciones que ningún algoritmo puede fingir por completo.

¿Qué nos depara el porvenir con un mundo en el que la separación de la realidad y el universo virtual se nubla? ¿Cuál es el futuro al que usted aspira? Indudablemente sabemos que no debe ser un futuro donde la IA nos enseñe qué creer, sino donde nos recuerde lo valioso que es creer con cautela.

Porque la verdad, en el fondo, nunca ha sido cuestión de información, sino de conexión, y no conexiones digitales. Es calor humano, candor y sentimiento; ese delicado hilo entre una mente humana honesta y otra. Y si logramos conservarlo, entonces, tal vez, las máquinas no ganen la guerra por nuestro corazón.

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Lourdes Alvarado
Lourdes Alvarado
Periodista

Licenciada en Periodismo por la UNAH. Content creator, proofreading, desarrollo en medios digitales, visuales e impresos.

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