Tegucigalpa, Honduras.- A veces empieza con un comentario sutil, un tono extraño o un silencio incómodo en medio de una reunión. No siempre se trata de algo evidente, pero basta para dejarle una sensación de incomodidad o desvalorización.
No son ataques frontales ni gestos groseros, sino conductas pequeñas, disfrazadas de normalidad, que poco a poco minan la armonía en el ambiente laboral.
En espacios donde la cooperación, el respeto y la comunicación son esenciales, estas actitudes pueden tener efectos profundamente negativos. ¿Ha experimentado usted situaciones similares? Las microagresiones son expresiones breves, indirectas o ambiguas que reflejan prejuicios hacia personas por su raza, género, edad, religión, orientación sexual, discapacidad u otra característica de identidad.
En el entorno profesional, esto puede manifestarse, por ejemplo, cuando un compañero interrumpe repetidamente a alguien durante las reuniones, felicita a una persona por “hablar tan bien” como si fuera inesperado, o asume que alguien joven no tiene la experiencia suficiente para liderar.
El Dr. Derald Wing Sue, profesor de psicología en la Universidad de Columbia, advierte: “Las microagresiones son como una muerte por mil cortes. Cada una parece pequeña, pero juntas causan un gran daño”.
El verdadero problema radica en que las microagresiones suelen pasar desapercibidas. Al esconderse tras bromas, costumbres o comentarios que aparentan inocencia, la persona afectada puede llegar a dudar de sus propias percepciones.
Esta incertidumbre genera estrés, ansiedad, insatisfacción laboral e incluso agotamiento emocional. Con el tiempo, se crea un ambiente nocivo donde se pierde la confianza, la motivación y el sentido de pertenencia.
Las señales...
En vista de lo anterior, ¿cómo puede usted saber si está siendo víctima de una microagresión y bregar a través de tan incómoda situación? El primer paso es observar.
Las microagresiones tienden a ser repetitivas. Si un colega olvida su nombre constantemente, ignora sus opiniones o hace comentarios cargados de estereotipos, preste atención.
Escuche su intuición: si algo le incomoda, probablemente tenga fundamento. Llevar un registro de estos incidentes puede ayudarle a identificar patrones y contar con evidencia, si decide tomar medidas.
En América Latina, este tipo de comportamientos a menudo se disfraza con humor o jerarquías culturales arraigadas. Frases como “no se ofenda, es solo una broma”, o prácticas donde se menosprecia a alguien por su acento, su lugar de origen o su nivel educativo, son comunes y rara vez se cuestionan.
Además, el respeto excesivo a la autoridad puede hacer que muchos empleados duden en expresar incomodidad o denunciar estas situaciones. Sin embargo, ignorarlas perpetúa dinámicas dañinas que impiden el desarrollo de ambientes laborales sanos y equitativos.En segundo lugar, desarrolle criterio y coraje.
Enfrentar estas situaciones requiere sensibilidad y decisión. Si se siente en condiciones de hacerlo, dialogue directamente con la persona. Utilice frases que expresen cómo se sintió, sin acusar: “Me sentí excluido cuando no se tomó en cuenta mi sugerencia” o “Ese comentario me resultó incómodo”.
A veces, quien lo dijo no es consciente del impacto y puede estar dispuesto a cambiar si se le habla con respeto. Si el comportamiento persiste o el entorno no ofrece seguridad emocional, lo más prudente es acudir a Recursos Humanos o a un superior de confianza.Las personas en posiciones de liderazgo tienen una responsabilidad clave.
Deben estar capacitadas para detectar estas conductas y actuar con firmeza cuando se presenten. Promover un lenguaje inclusivo, asegurar que todos tengan voz en las reuniones y establecer normas claras de convivencia son acciones fundamentales. Asimismo, implementar talleres, espacios de retroalimentación anónima y encuentros periódicos fortalece la cultura organizacional.
Cuide su bienestar
Practique el autocuidado: ya sea a través de la meditación, la terapia o el distanciamiento de dinámicas tóxicas. Recuerde que su dignidad no depende del desconocimiento ajeno. Usted merece un ambiente laboral donde se le respete, valore y escuche.
