Tegucigalpa, Honduras.- En el Cementerio General de Tegucigalpa reposan dos de los personajes más emblemáticos de la historia nacional: Vicente Cáceres y Jesús Aguilar Paz. Sin embargo, sus tumbas se encuentran abandonadas y descuidadas por la falta de compromiso de instituciones como la Secretaría de Educación y de los centros educativos que llevan con orgullo sus nombres en la fachada.
Los mausoleos lucen cubiertos de maleza, cuyas raíces han quebrado parte de las estructuras. La pintura se ha borrado con los años y los pasillos de cemento muestran grietas ocasionadas por el paso del tiempo.
El Instituto Central Vicente Cáceres y el Instituto Jesús Aguilar Paz, referentes de la educación hondureña, exhiben con grandeza los nombres de estos próceres, pero sus tumbas no reciben el mismo cuidado.
Las instituciones educativas recuerdan sus legados, mientras sus sepulcros permanecen en el silencio y el abandono de los años.
“Estas tumbas necesitan mantenimiento urgente, son parte de la historia de la capital y del país. Aquí descansan hombres que aportaron a la educación y al pensamiento hondureño”, expresó Edras Izaguirre, administrador del Cementerio General.
Izaguirre hizo un llamado directo a las autoridades educativas, a los directivos de estos institutos y a la Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras (Secapph), para que asuman el compromiso de rescatar estos espacios de memoria.
El Cementerio General es en sí mismo un patrimonio histórico, un museo al aire libre que guarda los restos de presidentes, escritores, educadores y artistas, aunque en cada esquina también se reflejan décadas de abandono institucional.
Las tumbas de Cáceres y Aguilar Paz están deterioradas por el paso del tiempo, y las raíces amenazan con desmoronar sus viejas estructuras.
La situación empeora en la temporada de lluvias, cuando las filtraciones aceleran el deterioro. “Es triste llegar aquí y ver que hombres tan importantes están sepultados en condiciones que no reflejan el valor de sus vidas. No es justo que solo se recuerden en discursos y no con acciones”, comentó una visitante frecuente del camposanto, quien prefirió no revelar su nombre.
El llamado también se extiende a las comunidades educativas: alumnos, maestros y egresados de ambos institutos podrían organizar brigadas de limpieza y jornadas culturales para rescatar el valor de estos personajes.
El rescate de estas tumbas no requiere únicamente recursos económicos, sino voluntad y organización. Una capa de pintura, la reparación de los muros y el corte de la maleza pueden devolverles la dignidad que merecen.
Además, estas tumbas podrían convertirse en puntos de visita educativa y cultural para las nuevas generaciones, quienes muchas veces desconocen que los nombres de sus centros escolares pertenecen a figuras reales que marcaron la historia del país.