Se usa su contenido y luego se bota. Parecía que su historia terminaba dentro de un contenedor de basura. Pero las admirables manos de está mujer un día decidieron transformarlas en una gran gama de productos navideños, además de otros enseres que decoran de una manera diferente los hogares hondureños y hasta en el extranjero.
Seguramente les intriga de qué cosa estamos hablando, pero ahora pasamos a contarles de qué se trata. Decidimos visitar a María Cristina Lezama de Cárcamo, en residencial Centroamérica, lugar donde confirmamos las maravillas que realizan sus manos transformando latas de todo tipo y tamaño en verdaderas piezas artesanales.
Nos apersonamos con mi compañero Freddy Rodríguez, quien traslada las imágenes que acompañan este artículo, y nuestros ojos se maravillaron al ver varios productos: sillas, floreros y adornos navideños propios para decorar el árbol de una forma completamente diversa.
Intrigada con esta nueva gama de productos y sobre todo por los materiales que usa, le consultamos qué le había motivado a iniciar esta innovadora tarea, a lo que respondió que 'un día limpiando la parte de la entrada a la casa encontré una lata de cerveza. Mi primera intención fue tirarla como se hace normalmente. Pero verla cerca de un árbol de eucalipto, una idea se cruzo por mi mente, somos el cambio que queremos ver en el mundo', y ese fue el principio que hoy han convertido a esta hondureña, que a sus 62 años dedica gran parte de su jornada a elaborar candelabros, pieza con la que inició su gran colección, que hoy en día la compone confiteras, sillas en miniatura, canastas, bisuterías como pulseras, sin faltar la decoración propia de esta temporada, un árbol navideño con las piezas decorativas y por qué no, hasta lo que conocemos como 'lluvia', piezas colgantes en variados colores alusivos a la fecha, forman parte de lo que sus manos elaboran con una gran imaginación y sobre todo con una gran pasión y entrega, como solo un verdadero artista lo sabe hacer.
Una bella historia
Cuando el arte se lleva en las venas aun sin instrucción previa se desarrolla cada idea, eso es precisamente lo que ha sucedido con María Cristina, quien sin ningún conocimiento pedagógico, digámoslo así, inició su colección, misma que ahora ha traspasado las fronteras patrias y muchos de sus adornos decoran hogares de algunos de sus compradores residentes en Costa Rica y otros engalanan los hogares de sus clientes en Estados Unidos.
Con esta referencia seguro para estas fiestas navideñas muchos lectores de El Heraldo decorarán su casa con una o varias de estas piezas completamente originales.
Desde recolectar las latas, labor en la que le ayuda su esposo, Jael Cárcamo, un contador publico; transformar esta pieza utilizando esmalte, pegamento, cinta y fino alambre, entre otros materiales, hasta darle una forma diversa, es una tarea en la que no escatima el tiempo utilizado, y entre sus labores domésticas, una que otra salida acompañando a su familia, María Cristina atiende su pequeña tienda artesanal, en donde transcurren sus días sin sentir el paso del tiempo y menos aún, sin sentir que sus manos hayan dejado de trabajar, actividad que le hace revivir cada día en cada obra que realiza.
Es como dejar un sello personal en cada pieza, una huella imborrable y lo mejor es una huella que comparte con tantos y tantos clientes que la buscan a diario, sobre todo en estas fiestas de navidad y año y nuevo.
Ayuda en familia
Y sus hijos Ronny, Erick y Henry Gabriel; sus nietas Carolina y Yessica Gabriela, a quienes se suman además sus nueras, Carolina, Yessica y Karina, le ayudan en su empresa, tanto en la adquisición de los materiales como en la venta y distribución de sus productos, haciendo eco de un viejo adagio que dice: 'La unión hace la fuerza', y cuando la fuerza nace con tanta pasión y prácticamente de la nada, utilizando lo que cientos de personas botan indiscriminadamente sin pensar siquiera en el daño que hacen al medio ambiente, el resultado es aún más significativo.