Tegucigalpa

La bella modelo que sobrevivió a las llamas de la Feria del Agricultor

Con nuevas metas y más cercana a Dios se declara Mariela Rodríguez, la que joven que resultó con severas quemaduras en sus brazos y espalda.

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19.02.2016

Tegucigalpa, Honduras
Con nuevas metas y más cercana a Dios se declara Mariela Rodríguez, la joven modelo que resultó con severas quemaduras en sus brazos y espalda.

“Para mí es muy difícil recordar ese día, saber que hay muchas personas que ya no nos acompañan y que nosotras -ella y su madre Norma de Rodríguez- fuimos afortunadas”, manifiesta.

Al preguntarle sí las cicatrices afectaron su seguridad, manifiesta que no.

“En mí caso no tengo problemas para ponerme lo que me gusta. Tengo algunas marcas, pero la parte estética no me preocupa”, manifiesta con seguridad.

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Sobre los cambios en su filosofía de vida, el más significativo ha sido su espiritualidad y valorar más los momentos que pasa junto a su familia.

Ahora se enfrenta al reto de entregar su tesis para graduarse como abogada y confiesa que ha dejado la carrera de modelo.

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Fatídico día
Cuando la entrevistamos en 2015, todavía estaban frescas las heridas en la espalda y los brazos de la joven, pero más latente era el quebranto emocional que vivía.

A pesar del tormento interior que su persona padecía, Mariela fue valiente al relatar lo que sucedió el fatídico día en la Feria del Agricultor, donde fallecieron 11 personas y casi 70 resultaron heridas.

“Ese día fue un día normal, me presenté a mi trabajo, todo normal, cuando llegó la hora del almuerzo mi mami me dijo: ‘gorda, vamos a almorzar al Mayoreo’, es una tradición que teníamos hace 12 años, ir a comer allí todos los viernes', relató en ese entonces.

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Prosiguió: '“Yo llegué al estadio, mi mamá ya estaba allí, pero no encontraba parqueo y pensé en dar la vuelta y llamar a mi mamá para decirle que nos fuéramos, pero ella ya estaba sentada y había ordenado la comida, di otra vuelta al estadio y tampoco encontré parqueo, le dije a mi mami: ‘mejor salí y nos vamos’, pero en ese momento por fin encontré parqueo”.

“Cuando empecé a comer me sentía incómoda, segundos después: la explosión', recordó la joven, mientras sus ojos se abrían rápidamente y sus manos no paraban moverse.

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“Volteo a ver para atrás y veo la gran llamarada de fuego, me levanté y corrí hacia el lado equivocado, me quedé atorada en el mismo negocio”, relató como una película de terror.

Y el terror era de verdad: “Solo pensé que era imposible, pensé: ‘Dios mío, que este fuego se apague, no puede ser que yo me vaya a morir aquí’, fue horrible sentir el fuego en la espalda y en mis brazos”.

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