Sucesos

'Yo también fui pandillero': relato de un exmiembro de la pandilla 18 en Honduras

Aunque la historia de las pandillas ha cambiado drásticamente en la actualidad que en sus inicios, EL HERALDO habló con un hombre que vivió en el núcleo de una de las pandillas más violentas de Honduras

05.11.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- 'Mi casa fue la calle, mi cama unos cartones, mi cobija varios periódicos y mi familia la pandilla'.

Pareciera el inicio de un guión de televisión, un parlamento, pero más bien , es el argumento real con el que 'Javier', un exintegrante de la pandilla 18 en Honduras relata cómo logró salir del mundo del crimen sin ser asesinado.

Parte de la tercera generación de la pandilla 18 en Honduras, aquella banda criminal que advertía a sus enemigos con una paliza, antes de realizar las prácticas comunes de estos tiempos: asesinar con saña.

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Su cuerpo marcado con tatuajes, que ya fueron quemados, cuenta la historia de su oscuro pasado dentro de aquel mundo del mal al que jamás quiere regresar.

Al preguntarle qué recordaba de su niñez, hizo una larga pausa para responder, al parecer quería encontrar en el almacenamiento de su memoria algo bueno, pero no fue posible, porque varios segundos después dijo: 'No recuerdo cosas muy buenas, entré a la pandilla a los 12 años'.

'Javier' confesó que nunca entró al colegio porque sus padres no tenían las condiciones económicas para brindarle educación, oportunidad que vio el grupo criminal para endulzarle el oído y convertirlo en uno de sus miembros.

'En la pandilla encontré lo que no había en mi hogar: un padre, un techo, una oportunidad para el estudio. La pandilla me ofreció eso, lo que en la casa no me estaban ofreciendo', recordó.

Además explicó que en aquel tiempo ellos no fueron golpeados para 'brincarse' a la organización criminal, ellos ya tenían una estructura que estaba formada por 12 personas, en su mayoría niños. 'Nosotros ya éramos un grupo organizado, ya ellos solo nos dieron el pase para poder ingresar'.

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Escogiendo sus palabras para contestar nuestras preguntas, 'Javier' también nos reveló que de niño soñó con lograr objetivos, entre ellos tener poder, algo que pensó que nunca iba a alcanzar dentro del núcleo familiar.

'Yo soñaba con ser grande, ser reconocido entre los demás', sinceró y luego confesó que entre sus funciones estaba extorsionar y cometer otros ilícitos que se negó a recordar.

'Nosotros a la pandilla llegamos directos, solo a señalar, dábamos órdenes de cosas que se debían ejecutar en el momento'.

-¿Qué tipo de órdenes? ¿Matar?
'¡Aaaaaah! ¡Fuuuuu!, sí, pero yo no, había alguien más que estaba encima de mí y él es quien decidía', reveló con un tono de voz más bajo.

'Javier' salió de la pandilla hace 15 años, explicó que en la 'clica' (la célula de la pandilla a la que él perteneció) había que tomar decisiones difíciles, entre las cuales estaba señalar a ciertos 'amigos que eran de los contrarios'.

- ¿Te tocó entregar a algún familiar?
-'No. Yo me alejé de mi familia, ellos vivían en una colonia donde era un grupo contrario y yo ahí no podía ingresar'.

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Muchos integrantes de las pandillas en Honduras hace 15 o 20 años, se vieron influenciados por la película mexicana 'Sangre por sangre' (1993), mejor conocida como 'Los vatos locos', 'Javier' confirmó que sí, ya que esta cinta fue 'un libro maestro'.

Iniciaba la guerra
'Javier' fue parte de la pandilla durante 8 años, en los que también estuvo alejado de su familia, sumido en las drogas y haciendo daño a personas que ni conocía.

Sin embargo, tras varias amenazas y atentados, un día determinó dejar el grupo y con varios amigos decidieron migrar a Estados Unidos, donde fueron capturados y deportados, por lo que optaron por borrarse los tatuajes y vivir escondidos.

Según 'Javier', aquel grupo de doce, como es habitual, creció a más, pero la mayoría perdieron la vida en una guerra que comenzaba a estallar y que ya no era de golpes, sino de métodos siniestros.

Una de las ventajas que tuvo y que hicieron que 'Javier' siga vivo es que sus excompañeros de pandilla están muertos, además de quienes pueden recordarlo están presos y han visto lo que ahora hace: predicar la palabra de Dios.

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De hecho, en algunas células de la pandilla, se pueden encontrar 'perdones' o 'permisos de salida', siempre y cuando el desertor dedique su vida a servir a Dios y su madre, símbolos irónicamente sagrados en los inicios de estas organizaciones criminales.

Ahora, de 35 años, es padre, esposo, hijo, hermano y consejero de jóvenes que en estos tiempos han caído en el mundo de las maras y pandillas.

Tras una década y media fuera de las pandillas, ahora acostumbra a vestir formal y ser una persona de bien, le han negado trabajos debido a los tatuajes quemados que tiene su cuerpo. Sin embargo, aseguró que no siente remordimiento porque la sociedad aún no lo acepte, pues está viviendo una nueva oportunidad, 'en el amor de Cristo', totalmente diferente a aquella vida en la pandilla.

***Para proteger la vida de la fuente de este relato, se ha utilizado el seudónimo de 'Javier' en vez de su nombre real***

El exintegrante de la pandilla recordó su pasado dentro de la organización criminal.

El exintegrante de la pandilla recordó su pasado dentro de la organización criminal.