Un técnico en mantenimiento de computadoras murió este jueves de un escopetazo que le infirió un guardia de seguridad en la residencial El Trapiche en Tegucigalpa.
La víctima fue identificada como Wilmer David Lagos Pavón (29), originario de El Zamorano y residente en la colonia Las Palmas.
Jonathan Bejarano, compañero de trabajo de la víctima, relató que ellos llegaron a la zona residencial para llevar varias máquinas tragamonedas a las que brindaban mantenimiento.
Preso de nervios, el joven dijo que a las 11:40 AM llegaron a la residencial, pero el guardia no los dejaba entrar al circuito cerrado, pese a que no es la primera vez que visitan la zona.
Bejarano afirmó que la empresa para la cual trabaja ofrece el servicio de mantenimiento y reparación de una máquinas tragamonedas que funcionan en El Trapiche.
“Nosotros venimos para llevar las máquinas tragamonedas, pero ellos (los guardias), no nos dejaron pasar, siempre que venimos es la misma cosa, no sé qué es lo que se tienen en contra de nosotros”.
Afirmó que Lagos Pavón se bajó del vehículo pick up, blanco, doble cabina, en que se conducían y se dirigió a uno de los guardias para preguntarle cuál era el problema y por qué no les permitía el acceso aún a sabiendas de que ellos llegan a reparar las máquinas.
Ante la negativa de los centinelas de permitirles el ingreso, el jefe de los técnicos les instruyó para que cruzaran el carro en el portón de accceso a modo de presionar a los guardias para que les permitiera ingresar a la residencial y cumplir con su trabajo.
“El guardia estaba frente a mi compañero y él le preguntó 'qué pasó' y el guardia sacó su arma y le disparó”, repetía el acongojado hombre.
Acusó que en todo momento “ellos (los guardias) nos tiraban a matar”.
Bejarano recalcó que ellos llegaron a la residencial como “parte del trabajo, veníamos a traer máquinas. De la nada nos dispararon, solo les preguntó por qué no nos dejaban entrar”, repetía el hombre en evidente shock nerviosismo.
Dijo que en la entrada de la residencial habían cuatro guardias de seguridad, pero después de los primeros disparos llegaron entre dos y tres más.
Agentes de la Policía Nacional se presentaron a la zona para resguardar la escena del crimen y proceder a la captura del sospechoso.
Después de cometer el crimen, los guardias se refugiaron en la caseta de vigilancia de la residencial, la cual fue acordonada por los agentes para evitar que el culpable se diera a la fuga.
Más de tres mil hondureños fueron asesinados
en el primer semestre de 2013, según el Observatorio de la Violencia.