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Tegucigalpa, Honduras.- La Dirección Policial de Investigaciones (DPI) confirmó la captura de Fredy Arturo Osorto Ordóñez, señalado como el principal sospechoso en la muerte de Johnny Neptaly Gómez Velázquez, un niño de 7 años cuyo cuerpo fue encontrado dentro de una bodega de reciclaje de plásticos en la aldea El Tablón, Distrito Central.
Según la Fiscalía y la DPI, la detención se produjo tras una denuncia de la madre por la desaparición del menor y la revisión de cámaras de seguridad de la zona.
Agentes de la Unidad Metropolitana número 4 (UMEP-4), con apoyo de vecinos que aportaron imágenes y pistas, interceptaron a tres personas y, con base en entrevistas y peritajes audiovisuales, individualizaron a Osorto Ordóñez como el presunto autor del hecho.
El cuerpo del menor fue localizado dentro de una bolsa entre desechos plásticos; la Policía realizó el levantamiento legal correspondiente y remitió el caso al Ministerio Público por los delitos de asesinato y privación de libertad.
El comisario Adolfo Rigoberto Osorio, jefe de la UMEP-4, explicó con dureza las evidencias: las cámaras comunitarias registraron al niño siguiendo a un adulto poco antes de las 6:00 p. m.; en la escena se encontró la prenda de vestir que el sospechoso llevaba puesta y que, según los investigadores, éste intentó ocultar.
“Es una acción que él ya la tenía planificada”, señaló el jefe policial al describir la conducta del detenido.
La DPI confirmó además antecedentes penales relevantes: Osorto Ordóñez había sido enjuiciado por el delito de violación en Puerto Cortés y fue puesto en libertad el 24 de noviembre de 2024, es decir, menos de un año antes del nuevo hecho.
Las autoridades consideran que su conducta podría responder a un patrón delictivo y anunciaron que solicitarán evaluaciones psicológicas para determinar su perfil criminal.
Las pesquisas continúan abiertas para verificar si el sospechoso está vinculado a otros hechos en Choluteca u otras zonas.
En cuanto a la posibilidad de agresión sexual contra la víctima, el comisario indicó que solo el informe médico-forense podrá confirmar o descartar la hipótesis; el estudio está en curso y, de resultar positivo, se agregarían cargos adicionales contra el detenido.
Mientras tanto, la DPI ha entregado el expediente y las evidencias al Ministerio Público para que proceda en el respectivo proceso penal. También se dio a conocer que se detuvieron a otros sospechosos, pero estos ahora servirán de testigos.
Don Calixto Santiago Gómez, abuelo de Johnny, habla con la voz quebrada, con recuerdos que duelen y con la firme petición de que el crimen no quede impune.
En su testimonio aflora la tristeza de una aldea que se siente traicionada por la violencia que llegó de fuera.
Contó que Johnny era un niño alegre, obediente, que iba a segundo grado y que solía visitarlo en su taller de soldadura para hacer pequeños mandados.
El hombre relató que "la última vez le di varios mínimos verdes, ‘llévaselo a tu papi’, me dijo, ‘sí, abuelo, vuelo’”, momentos que ahora se vuelven eternos y que el abuelo repite como si al pronunciarlos pudiera traerlo de regreso.
Don Calixto dijo, mencionando lo que vio en los videos y de los rumores que circulan en la aldea, que el niño salió del mercadito de la residencial Los Robles, pidieron un jugo, fue seguido y entró a un lugar del que ya no salió.
También dijo que vecinos que parecían tranquilos y que, según él, actuaron “como si no hubieran hecho nada” al bajar luego a la bodega donde estaba el cadáver.
Con mucha importencia exigió “que haya justicia” y pidió al Ministerio Público y a la Corte Suprema que impongan el castigo más severo para quien él califica como “un asesino” y reclama controles más estrictos para evitar que personas con antecedentes penales puedan reincidir en delitos tan graves.
También cuestionó la responsabilidad social y empresarial: asegura que la fábrica que empleó al sospechoso debió solicitar y revisar sus antecedentes antes de contratarlo.
La aldea, dijo el abuelo, es “un lugar sano” donde la gente se conoce y se ayuda; ahora los vecinos piensan en organizar un comité de vigilancia para protegerse y evitar que “venga gente de fuera” a causar daño.
Don Calixto, enfermo y dolido, dejó una petición clara: “Que este caso no quede impune... que no lo suelten pronto”.
La muerte de Johnny en El Tablón es el desgarro de una comunidad que exige respuestas y garantías. Las autoridades prometen agotar peritajes, evaluar antecedentes y llevar el caso ante los tribunales; la familia y el pueblo piden que la justicia sea contundente y que la investigación aclare si hubo más personas involucradas.