Sucesos

Rigor y disciplina en nuevos agentes penitenciarios en Honduras

EL HERALDO conoció cómo se prepara la nueva generación de agentes de la Academia Nacional Penitenciaria

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04.08.2019

TÁMARA, HONDURAS.- Tres meses de preparación les dan el aval para cuidar a convictos que pasarán días, años e incluso el resto de sus vidas en la celda de una prisión.

Es oscuro aún. El termómetro marca 16 grados de temperatura ambiente para la región de Támara, en el valle de Amarateca. A las 4:45 de la mañana una voz fuerte se escucha en un pequeño pabellón: “¡Saquen la fibra!, ¡Formarse!”, exclama un oficial de aspecto juvenil.

Es Luis René Torres Murillo, uno de los instructores de la Academia Nacional Penitenciaria (ANP). La luz incandescente de los focos termina de despertar a 59 jovencitos aspirantes a agentes penitenciarios, todos profesionales de nivel secundario.

Es así como inicia cada día para los futuros elementos penitenciarios, quienes serán los encargados de vigilar a los casi 22,000 reclusos internos en los 25 centros penales del país y sus anexos.

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Todo impecable

Sin mucho preámbulo, no sin antes dejar su cama impecable y sus zapatos en el lugar correcto, en ropa y zapatos deportivos, el frío de la madrugada los espera para iniciar una nueva jornada de formación.

Con cadencia, varones y mujeres empiezan a practicar ejercicios de estiramiento y calentamiento al mando de sus adiestradores, todavía sin los rayos del sol.

De repente, con cánticos de arenga que se escuchan por todo lo alto, inician una carrera que dura entre 15 y 25 minutos en las proximidades de las instalaciones de la Academia Nacional Penitenciaria (ANP).

A tan sólo unos metros, solo separados por muros de bloques de concreto, están los que serán objeto de sus cuidados dentro de pocos días en la Penitenciaría Nacional de Támara.

Tres meses

dura el adiestramiento
que tiene 33 cátedras
las que reciben para
poder graduarse.


“¡Somos los de la doce los que más nos divertimos!”, gritan sin dejar de correr, entre otras frases, para levantar el ánimo de los que podrían sentir aflicción o de los que les hace mella la carga física del momento.

Ya es de día. Después de una hora de ejercitarse tienen 15 minutos para bañarse y salir debidamente corregidos para la segunda formación del día.

El aspirante a agente al mando del grupo de futuros celadores penitenciarios reporta al inspector los detalles de su grupo, cuántos están formados y cuántos están en otras labores, a fin de poner en conocimiento a sus superiores sobre el presente del regimiento.

Antes de comenzar el día, deben dejar sus camas impecables.

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Corriendo a comer

Son las 6:00 de la mañana. “¡Corriendo, corriendo, corriendo!”, grita una de las instructoras. Los estudiantes salen de su dormitorio y -como ocurría décadas atrás en las escuelas públicas del país- con un plato y un vaso en la mano se disponen a pasar por sus desayunos.

Desde la entrada al comedor, una humeante olla con café caliente se ve al fondo. Un joven, vestido de fatiga moteada en colores azul y negro, espera con un cucharón en la mano para darle la respectiva cantidad a cada uno de sus compañeros, que hacen fila disciplinadamente.

Casi sin hacer ruido, nada más que el de sus cubiertos o tenedores, los 59 aspirantes ingieren sus alimentos con rapidez; en menos de diez minutos todos se han levantado de sus mesas para lavar sus trastos.

Como ya lo establecen sus procesos internos de formación académica, a las 6:20 de la mañana deben estar una vez más en el lugar de reunión, alineados ordenadamente para escuchar las órdenes del día, los primeros consejos y en qué no se debe de fallar en la jornada.

Para mantener el ornato de las instalaciones de la ANP, después de la corta pero incisiva reunión, varones y mujeres comienzan las labores de aseo.

Las jovencitas se encargan de limpiar la cocina, el comedor y los dormitorios, entre tanto, los varones limpian cualquier sucio encontrado en las áreas verdes y barren las calles de acceso, entre otras limpiezas de los espacios libres.

El patriotismo es otro de los aspectos a inculcar. A las 7:45 de la mañana, justo antes de iniciar las clases teóricas en sus aulas, proceden a izar la Bandera mientras cantan el Himno Nacional de Honduras.

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El tiempo en las aulas de clases

Gran parte del proceso de formación de los agentes penitenciarios se desarrolla en un aula de clases.

Desde las 8:00 de la mañana hasta las 12:00 o 12:30 del mediodía, los estudiantes de dicha academia se prepara en materias como Legislación del Sistema Penitenciario y Carcelario Nacional, Psicología Penitenciaria y Prevención de la Tortura y Tratos Crueles en Prisiones, entre otras asignaturas.

En la parte operativa se les instruye con énfasis en armas de fuego y prácticas de tiro, registro y cacheo, para aprender a cómo esposar a un reo al momento de ser trasladado y extracción de celda, en los casos que los reclusos se rehúsan a salir por su propia voluntad.

El olor a comida se percibe en el ambiente y al filo del mediodía nuevamente el desfile de los estudiantes es visible en el campus de la ANP para tomar su respectivo almuerzo. Otra vez se les ve corriendo.

Pero a su día académico le hacen falta tres horas más en las aulas. De 1:00 a 4:00 de la tarde reciben conocimientos sobre su futuro proceder para hacer frente a cualquier tipo de reo.

Y como todo es disciplina, física, vestimenta, limpieza, entre otros aspectos, desde las 4:00 hasta las 5:00 de la tarde vuelven los ejercicios físicos o aprendizaje de movimientos corporales cerrados o marchas, antes de tomar la cena a las 5:00 de la tarde.

Como dice la norma: si ensucia, limpie, a las 6:00 de la tarde todos se aprestan a dejar nítido el establecimiento, a fin de inculcar valores que sean puestos en práctica en el desarrollo de sus funciones a posteriori.

Al caer la noche, hay una hora dedicada al estudio particular y también un momento dedicado a un llamado de atención de parte de los superiores hacia sus pupilos para hacerles ver en qué fallaron. A las 9:00 de la noche todo el mundo debe dormir.

Esa rutina se repite durante tres meses para formar a los encargados de vigilar las hacinadas cárceles de Honduras.

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Los ejercicios físicos comienzan desde horas de la madrugada.