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Julio César Núñez: 'Empecé la escuela sabiendo leer y escribir...”

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09.08.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Ante nosotros Julio César, el “Negrito” de la familia Núñez Moreira que reinventó la vida a partir de septiembre de 2013 cuando un enfisema pulmonar lo mantuvo en coma inducido por una cruel y larga semana.

Solo quedan algunas huellas que amagan con ir desapareciendo de aquel Julio César que “fumaba una cajetilla de cigarros al día” desde que tenía unos 23 años y ya era un personaje de la radio en su país.

Hoy es un hombre nuevo: el que engulle libros (el último fue “La cacería de Wilson” de su amigo uruguayo Graziano Pascale), devora Netflix (sobre todo la serie “La casa de papel”), escribe en sus libretas todo lo que hace (hasta los pagos de las tarjetas de crédito) y el que ha matado de sus dedos hasta el último aliento a nicotina...

¿Sos de Montevideo, Julio?
No. Nací en la ciudad de Las Piedras, pero fijate que hasta los 11 años mi infancia, sana y hasta con ciertos visos de inocencia, la viví entre plantaciones de manzanas y naranjas en una zona muy granjera del departamento de Canelones, porque mi papá se dedicaba a la elaboración de vinos.

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¿Y qué pasó a los 11 años?
Mi padre, don Julio César Núñez, compró una casa en Las Piedras y a partir de ahí empezó a decantarse en nosotros el gusto por las letras más allá de los números. Gracias a Dios, la vida de niño y adolescente me mantuvo cerca de un lápiz y un papel... con decirte que empecé la escuela sabiendo leer y escribir gracias a mi padre, que aparte de ser enólogo de profesión era un autodidacta de las letras y fue mi primer gran maestro.

“Recién llegado había una final Motagua-Marathón... mi sorpresa es que el juego lo estaban dando por TV abierta, algo impensado desde hace muchísimos años allá en Sudamérica”.

65 años cumpió el ex-Radio Carve, Oriental, Montecarlo y El Espectador.

¿Pero jugabas fútbol como todo uruguayo?
¡Claro! Mi padre era un amante del fútbol y yo jugaba de “ocho”, el volante que se mueve atrás del “nueve”, en el equipo de la escuela. En el barrio también jugábamos a las bochas con los amigos, un deporte muy del campo en Sudamérica, y en la secundaria jugué balonmano.

Y cuando despuntás, ¿cómo te iba con las chicas?
¡No! Era muy tímido y sigo siendo muy tímido para entablar una relación con alguna persona que me guste. Nunca fui un “don Juan”. Mirá que mi primera novia formal la tuve en la secundaria y ella fue después mi primera esposa a los 20 años.

¿Llegaste virgen al matrimonio o con recorrido?
¡No! La virginidad la perdí a los 15 años, pero no con mi futura esposa, fue con otra chica.

¡Ah, vaya! Suerte que eras tímido... ja, ja, ja.
Ja, ja, ja... Lo que pasa que a esa edad ya trabajaba en la radio e iba a la secundaria... Me sentía poderoso y pese a mi timidez me sentía alguien superior, así que ese debut fue inolvidable.

¡Uf! Me imagino. ¿Pero cómo es eso que a los 15 años ya trabajabas en radio?
Es una de las anécdotas que tengo. Con apenas 14 años llegué a las finales de un concurso para ser locutor, el que lee los anuncios, o informativista, el que da las noticias, de una radio local de Las Piedras llamada Canelones en el Éter.

El 16 de julio de 1969, justo el día de mi cumpleaños 15, me dicen que gané la final de los informativistas y cuando les confesé mi edad se fueron de espaldas... ja, ja, ja. Igual me dejaron. Es como el futbolista, no importa la edad, importan las condiciones técnicas.

¿Por qué tomaste la decisión de venir a Honduras?
Una de las cuestiones que provocó venirme para acá fue que me había divorciado y mi hijo Pablo Nicolás ya estaba creciendo... Además, mis padres habían fallecido: primero murió mi mamá, doña María Esmeralda, y mi viejo se fue deteriorando increíblemente y se nos fue como en un lapso de ocho meses.

¿Y ves a tu hijo?
Yo viajo allá y él está ansioso por venir a conocer Honduras con mis dos nietas, adorables ellas, de tres y dos años las pequeñas.

Volver a vivir...

Julio César Núñez prepara el mate -el té típico de los rioplatenses- y lo ofrece caliente a sus invitados. Hay pocas cosas ofrecidas por el destino a las que difícilmente le ha dicho que no, como aquel segundo round de boxeo que le regaló la vida en septiembre de 2013 cuando “estuve muerto por una semana” en una camilla de cuidados intensivos del Seguro Social.

- Se me subió la temperatura y sentía ahogo, pero me resistía a ir al hospital porque se venía un viaje a México para cubrir el juego eliminatorio de Honduras contra el Tri en el DF; mi resistencia duró un día hasta que mi esposa me obligó y manejé el coche con las últimas fuerzas que me quedaban.

- ¿Y qué pasó?
- Me inducen un coma, que se prolongó durante una semana. Es un período oscuro de mi vida del que no recuerdo nada.

- ¿Y el primer día que despertaste tras el coma inducido?
- Recuerdo que, entubado y todo, la primera voz que escucho fue la de una enfermera informándome que habíamos dado el “Aztecazo”... pero que habíamos empatado contra Panamá... ja, ja, ja. Imaginate vos.

Como si de una ruleta rusa a la que pudo esquivar con suerte se tratara, “aguanta corazón” había iniciado “una nueva vida”, sobre todo porque “después del coma y ya sin tubos me pasaron a una sala de hombres en el Seguro Social en donde vi morir a dos personas debido a problemas mucho menores al mío”.

Para entonces ya estabas con tu Shakira, ¡eh!
Sí. La conocí en reuniones de amigos. Y eso que yo soy de tener pocos amigos. Nos vimos un par de veces más y fue amor a primera vista en 2009, un año complicadísimo. ¡Las veces que la llevaba a la Cerro Grande y no podía volver por las tomas callejeras! ¡Eran madrugadas calientes... ja, ja, ja!

¡Habías pasado ya seis años viviendo solo en Honduras, picarón!
Ja, ja, ja... es que con ella hubo una cuestión de afinidades, una gran empatía y hasta de necesidades sentimentales y rápidamente coincidimos. Hace poco miré a un doctor que me atendió en el Seguro Social y me decía: “Don Julio, esa mujer no se apartaba de esa silla”.

Ahora la valoro mucho más de cuando éramos novios y a partir de esa crisis nos hicimos más devotos del Divino Niño, incluso donamos una imagen a la capilla del Seguro Social de La Granja.

Bueno, acabás de cumplir 65 años en julio. ¿Cómo anda la maquinaria: aguanta o ya ocupa viagra?
¡No, está intacta! Por curiosidad en algún momento la probé, pero prefiero la actividad convencional porque en un par de ocasiones provocó que no parara, causó un efecto día y noche y aquella muchacha no se doblaba ni a cachetazos... ja, ja, ja.

¿Pero sin viagra cómo va la cosa, entonces?
Normal. Alguien diría por ahí que “todos los días uno”... uno de octubre, uno de noviembre, uno de diciembre... ja, ja, ja...

Sí, señores. El corazón de Julio César Núñez está intacto y pleno, radiante y lúcido. Con ganas de gritar más goles.

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