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Cuba: El agricultor de manos milagrosas

28.10.2016

Al observar las fotografía de Fernando Funes, en su propiedad llamada Finca Marta, a 20 kilómetros de La Habana, en Cuba, donde cultiva más de 60 especies en la granja autoecológica y sustentable que mantiene junto a su esposa, nadie se imagina que cuatro años atrás esa fue un área desértica.

Su tierra es de las más productivas del mundo y sus empleados son de los que mejores salarios cobran.

Lo que ahora es la granja antes era un lomerío de tierra compacta, llena de piedras, tupida de marabú y sin agua. Había que ser muy ignorante o estar extremadamente loco para pensar que allí podría funcionar un proyecto de agricultura ecológica y autosustentable.

Al contrario de lo que cualquiera podría pensar, no fueron sus conocimientos de agronomía los que le permitieron transformar de tal modo las tierras: la clave de su éxito fue justamente dejar la teoría de lado y emprender lo que parecía una locura.

Para dar vida a este proyecto, Fernando dejó la agricultura teórica, que ejercía desde que se doctoró en Holanda, y su esposa renunció a su trabajo en la cadena hotelera Meliá. Ambos se sintieron saltando al vacío, pero cayeron de pie.

El comienzo fue difícil: tardaron siete meses en abrir su pozo de agua rompiendo la roca a mano, armados tan solo de una barreta.

Sin embargo, con el esfuerzo llegaron los resultados. Lo primero que comercializaron fueron los mangos, que pudieron cosechar abriéndose paso entre el marabú con sus propias manos.

Foto: El Heraldo

La agricultura en Cuba siempre fue complicada. Muchos esclavos murieron a costa de los intentos inútiles de los colonizadores de hacer que las tierras produjeran más de lo que podían.

También la naturaleza fue devastada por no ser tratada de forma correcta.

“La teoría te lleva a entender el mundo en pedazos. En cambio, la práctica es multidimensional, multidireccional, compleja. Una de las motivaciones para desarrollar este proyecto es poder entender la agricultura desde dentro, desde sus propias contradicciones, desde sus propios retos” , cuenta Funes.

Ahora, busca difundir su trabajo para que muchos puedan animarse, en todo el mundo, a emprender proyectos agroecológicos tan milagrosos como el suyo.

Él no esta cerrado a generar jornadas de capacitación en su pueblo para que más agricultores se animen a invertir en sus propias tierras y producir sin temor a perder en el intento.

Además de ser un innovador en esta área, es considerado por sus trabajadores como el jefe ideal por su sencillez y espíritu de trabajo.