Tulio Galeas: “La poesía nunca me abandonó”

Con más de medio siglo en la poesía, el poeta ceibeño, uno de los fundadores de La Voz Convocada, será homenajeado el miércoles 21 en el IX Festival de Los Confines

  • 20 de mayo de 2025 a las 05:49
Tulio Galeas: “La poesía nunca me abandonó”

Tegucigalpa, Honduras.- Para Tulio Galeas la poesía fue un mandato que no pudo desobedecer.

Sin querer, entre el calor de La Ceiba, su familia bullanguera y los libros, se fue fraguando el poeta.

Dice que no sabe en qué momento se asumió como tal, porque “eso es una cosa que uno no lo siente, es como una pequeña llovizna que lo va humedeciendo a uno poco a poco hasta que lo empapa”.

Tulio Galeas, el poeta homenajeado por el Festival de Los Confines 2025

A las puertas de los 81 años que cumplirá el 21 de junio, el urólogo retirado y poeta en funciones será homenajeado en el IX Festival Internacional de Poesía Los Confines. Esto nos llevó hasta su casa para escuchar de su voz cómo ha ido obedeciendo ese mandato poético.

En Tulio Galeas la conversación fluye con la misma facilidad que la poesía. Al calor, pero esta vez de Tegucigalpa, nos contó cómo fueron esos infantiles inicios que ahora se materializan en una antología que es parte del homenaje de Los Confines: “Las grietas del silencio”, que reúne no solo su cosecha poética de “Las razones” (1970), “Cambio de alas” (2010), “Las armas del crepúsculo” (2021) e “Indefenso animal solitario”, sino también obra inédita.

El niño ceibeño

Galeas pudo haber sido maestro, perito mercantil o ingeniero agrónomo, pero resulta que doña Raimunda Agurcia tenía otros planes: su hijo Tulio iba a ser médico.

Pero más allá del deseo de ser médico, en el hijo de doña Raimunda hervía, además, el fuego de la poesía, y la única manera de contenerlo sin que lo consumiera era escribiendo. Y lo hacía desde que era un escolar.

Recuerda don Tulio que en su familia siempre hubo un ambiente literario, y que a la mayor parte de sus hermanos les gustaba la poesía, “había libros de poesía por toda la casa (...) desde la escuela tuve afinidad por la poesía (...) Y en cierta medida fui sintiendo su influjo creativo”, y cuenta que así “empecé a escribir poesía desde la primaria, mis primeros poemas eran cuando el profesor nos dejaba tareas y uno podía hablar sobre el idioma, Lempira, Morazán, la Patria, la Bandera, el Escudo”.

Y entre esas letras y los compromisos con sus compañeros que lo buscaban para que también escribiera las de ellos, comenzaba a andar el poeta.

“La poesía necesita un poco de reflexión, que le dé su tiempo de madurez, que no se vaya con el primer impulso”, Tulio Galeas. En la imagen, el retrato del poeta firmado por el maestro de la plástica hondureña Miguel Ángel Ruiz Matute.


Los intentos hasta La Voz Convocada

Desde que estaba en tercer curso Galeas, con toda su inexperiencia, quiso formar un grupo literario. No llegaba ni a los 14 años, pero ahí estaba, haciendo la lucha y fracasando en el intento.

Hasta que un día con su primo José Adán Castelar, con quien era muy afín “desde el punto de vista existencial, anímico y sentimental, porque él era una persona muy especial, hicimos una dupla literaria”, rememora que escuchaban poesía en la radio, “y así conocimos a Pablo Neruda en un programa de Cuba cuando teníamos como 14 años, escuchamos sus versos que nos fascinaron”.

Pero si Tulio Galeas era entusiasta con la poesía, José Adán Castelar lo era aún más, y un día le dijo: “Fundemos un grupo, y nos pasó igual con Adán, hicimos como tres intentos. La gente iba a la primera reunión y de ahí no volvía”.

Se disolvía el sueño de un grupo literario y Galeas tenía que emprender su retirada hacia Tegucigalpa, donde estudiaría Medicina.

Pero por azares del destino tuvo que esperar un año más en La Ceiba, y ese período de vacaciones forzadas terminó siendo un “año bellísimo para mí”.

Entre lecturas de libros prestados y visitas que marcaron su caminar poético, el joven Tulio ese año creció “más que todo el resto de mi vida”.

Ahí se fundó La Voz Convocada, y este sí fue un grupo literario “muy sólido”.

El tercer integrante fue José Luis Quesada. “Adán me dijo que había conocido un nuevo miembro, que ese sí nos iba a ser fiel. ‘Es un cipote’, me dijo Adán, ‘está en el colegio y no sé cómo escribe tan bien, porque si es cierto que son de él esos poemas estamos ante un genio, te lo voy a presentar’, entonces José Luis se incorporó con nosotros”. Era 1963, y tuvieron que pasar dos años para que alcanzara su solidez.

Una vez integrados los tres, entre conversaciones y lecturas se sumaron quienes completarían el grupo que terminó siendo todo un movimiento en la literatura hondureña: Julio Fonseca, Marco Tulio Miró (seudónimo de Francisco Sánchez), Carlos M. Martínez, Nelson Merren y Francisco Aquino Pérez.

Tras algunos intentos fallidos, La Voz Convocada pudo publicar en 1968 el libro homónimo que era el objetivo de todos sus esfuerzos, ahí publicaron por primera vez varios de sus miembros, y se constituyó así como el grupo que contribuyó a modernizar la poesía hondureña.

Sus primeras publicaciones

Tulio Galeas ha sido un poeta que escribe mucho y publica poco. Sus primeros poemas los publicó Castelar en un semanario que publicaba la Standard Fruit Company, después Óscar Acosta los publicaría en el periódico El Día. Don Tulio dice que cuando se dio cuenta fue “como tocar el cielo (...) Óscar Acosta era en aquel tiempo como que San Pedro le abriera a uno las puertas del cielo, era un hombre extraordinario, muy bueno y gentil”.

Pero su primer libro fue “Las razones” (1970), que fue revelado a los lectores por la Escuela Superior del Profesorado, que en ese entonces tenía como director de la carrera de Letras a Andrés Morris. De ahí volvería a publicar hasta en 2010, el título fue “Cambio de alas”.

Ese silencio poético se prolongó por cuarenta años por una razón: su carrera de urólogo. A lo largo de esa trayectoria fue presidente del Colegio Médico de Honduras, jefe del Departamento de Cirugía del IHSS y profesor en la Facultad de Ciencias Médicas, entre otros cargos.

Galeas dijo que en su vida ha vivido la confrontación de dos fuerzas naturales: la poesía y la medicina, las dos “terriblemente posesivas”.

Pero resulta que el poeta Roberto Sosa emprendió una misión: no dejar que el poeta se apagara. Cuenta que en ocasiones dijo que no escribiría más, pero Sosa insistía en que publicara, le pedía poemas que luego salían en revistas de otros países, “yo ni cuenta me daba, era obra de Roberto que me andaba haciendo publicidad por todos lados. Me mantenía en el candelero, como decía él”, detalla don Tulio.

“Un día llegó Roberto a mi clínica y me dijo: ‘Mirá, vengo a exigirte que publiqués, no quiero que me digás que no’”, y así, después de mucha insistencia, se publicó “Cambio de alas”.

Finalmente, entre amenazas de retiro, poemas descartados y libros postergados, “la poesía nunca me abandonó, yo no la pude dejar jamás”, dice nuestro conversador.

Y es que hay un detalle en el andar poético del escritor, es huraño ante el reconocimiento. Quería ser poeta no porque lo llamaran así, sino porque era una necesidad: “Nunca busqué un camino notorio de publicidad con la poesía. Escribía porque lo necesitaba, era como una necesidad biológica, pero no porque la gente supiera que yo escribía poesía”.

Para beneficio de la poesía hondureña, Galeas sigue escribiendo, y ese joven que “solo quería ver el territorio limpio de la poesía”, ahora es un adulto que dice que no se arrepiente de nada, ni de ser médico ni de ser poeta.

Y ahora podemos leer la evolución del niño, el adolescente, el joven y el adulto en una poesía que madura con el tiempo, que poco a poco fue encontrando una identidad que partió desde la propia introspección de sus realidades y sentires, para luego abrazar una profundidad que tomaba en cuenta la realidad de los otros.

Y aunque dice que “siempre tuve una facilidad para escribir y nunca tuve que pelear con la poesía o la página en blanco”, ahora escribe bajo la calma de un hombre que camina sin prisas.

“Al final me quedé con la poesía”, la fuerza posesiva de la medicina ha cesado.

Y aunque se sorprende por este homenaje que recibirá en el Festival de Los Confines, en la sala de esa casa capitalina estamos ante un poeta grande y extraordinario, que, como dice Salvador Madrid, es “una poesía de la memoria, del origen, del recuento de las cosas sencillas y simples de la vida”. O como señala Marco Tulio del Arca, “un lírico, un poeta de los más compactos y serios”.

Tulio Galeas, aunque él mismo niegue la trascendencia de su obra, merece el honor.

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Samaí Torres
Samaí Torres
Editora de la sección Vida

Licenciada en Periodismo por la UNAH. Máster en Crítica y Comunicación Cultural por la UAH y Máster en Alta Dirección Empresarial por la EOBS y la UCAM. Es periodista cultural de El Heraldo desde 2011.

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