Siempre

Regina Aguilar: Pasaron veinte años y 'Nos vale verja”

La artista nos enseña que el arte es una voz que alienta el gran disenso, nos enseña que a pesar de todo “nos sigue valiendo verja”; es ella la que nos dice “mi obra sigue querellando la imposición y la exclusión”
04.02.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Y sucedió que la artista, primero, y la presidenta, después, dijeron: ¡quítese la verja! Y la verja se quitó.

A mediados del año 2002, una movilización de docentes arrancó la verja que el presidente del Congreso Nacional, Porfirio Lobo Sosa, había mandado a instalar para evitar que las protestas populares llegaran a los bajos del hemiciclo.

La represión fue brutal: golpeados, gaseados y heridos. Un profesor perdió un ojo. El hostigamiento fue tal que quien escribe, junto a veinte maestros más, fuimos enjuiciados “por daños a la propiedad del Estado”. Finalmente se nos dio sobreseimiento definitivo al no encontrarse pruebas suficientes para llevarnos a prisión.

En el mes de noviembre la artista Regina Aguilar, junto a los “Artistas de la gente”, presentaron el proyecto performático “Nos vale verja”; si somos estrictos en el lenguaje de los géneros visuales, esta experiencia estuvo más cercana al happening que del performance mismo.

Originalmente la propuesta fue concebida para mostrarse en el marco de la Antología de las Artes Plásticas de Honduras, pero los organizadores la rechazaron debido a su potente contenido político, por esta razón, el proyecto se ejecutó en las afueras del viejo Paraninfo, es decir, enfrente del lugar donde se estaba inaugurando el evento de la Antología.

Desde un inicio esta obra de Aguilar encaró al sistema del arte hondureño y al sistema político del país.

De esta manera, tanto a Regina Aguilar como a los “Artistas de la gente” y al público que asistió, les valió verja en qué lugar se exhibió la propuesta que consistió en mostrar una acción teatralizada majestuosamente por Roger Rovelo, un video sobre el instante en que los maestros arrancan la verja y diversas acciones que denunciaban y ridiculizaban el régimen de represión que ya mostraba su poder de asedio y control.

Todo el guión artístico del proyecto permitió captar en un fragmento de tiempo la configuración completa del Estado de intolerancia, abuso e irrespeto a la condición humana que se empezaba a gestar bajo el gobierno de Ricardo Maduro y que, siete años después, evidenciaron el monstruoso perfil de una oligarquía fascistoide al calor de los terribles acontecimientos del golpe de Estado de 2009.

“Nos vale verja” es una premonición de la dolorosa década que nos ha acompañado como sombra de todas nuestras sombras. Veinte años después la verja cae.

Precisamente el 20 de enero de 2022 la presidenta Xiomara Castro ordena a un oficial de la Policía que retire esa verja, lo curioso es que aún no había terminado de dar la orden cuando el pueblo presente ya la estaba quitando, fue como un acto de continuidad histórica que le dio vida a una tarea pendiente desde el año 2002.

El 20 de enero de 2022 la presidenta Xiomara Castro ordenó a un oficial de la policía que retire esa verja, lo curioso es que aún no había terminado de dar la orden cuando el pueblo presente ya la estaba quitando. Foto: Emilio Flores / El Heraldo

El 20 de enero de 2022 la presidenta Xiomara Castro ordenó a un oficial de la policía que retire esa verja, lo curioso es que aún no había terminado de dar la orden cuando el pueblo presente ya la estaba quitando. Foto: Emilio Flores / El Heraldo.

'Nos vale verja', un desafío al gran desacuerdo

Veinte años después, el proyecto de Regina Aguilar hace converger el tiempo de la historia (el contexto y los hechos del 2002), el tiempo de la política (la asunción de un nuevo gobierno, el de Xiomara Castro) y el tiempo del arte (el fragmento de tiempo en que se desarrolla “Me vale verja”).

Para Jacques Rancière la política no existe siempre, no se da en todo momento, lo político solo sucede cuando los sujetos irrumpen el orden, crean disenso y generan lo que él llama un nuevo reparto de lo sensible, es decir, cuando el tiempo del arte y el tiempo de lo político se conjugan para abrir nuevos espacios de sensibilidad donde los excluidos, además de reconocer que viven explotados, asumen su derecho a construir una sensibilidad que los humanice, convirtiéndose así en creadores de nuevos espacios y temporalidades que se conjuntarán para propiciar el goce estético, esto es precisamente lo que configuró la acción colectiva llevada a cabo por Regina Aguilar.

A “Nos vale verja” solo le cambiamos la J por la G e inmediatamente se traduce en un gran desafío, en un gran reto, en una expresión que nace de la antropología verbal hondureña y que tiene significados tan diversos como precisos, es algo así como el “no me importa” del pueblo, como el grito de desobediencia, como un gesto verbal que enuncia el malestar y el desacuerdo.

Extraordinaria lectura de Regina Aguilar, el título se inscribe dentro de la gran protesta del arte; la obra es un gesto histórico que ha tenido la capacidad de pervivir en el tiempo gracias a que su estructura simbólica pudo recepcionar los signos de su época con absoluta solvencia.

Siguiendo la lógica de Rancière, creemos el sujeto político surge como un “estallido” y tal como ya lo indiqué, sólo aparece en el momento de irrupción y disenso, en el instante en que el sujeto participa del profundo desacuerdo dando lugar a “escenas de “enunciación y de manifestación”.

Esencialmente “Nos vale verja” es eso: una forma de pronunciar el gran desacuerdo, una forma de reagrupar en una proverbial síntesis los grandes momentos de la crisis política que son tratados con una ironía corrosiva.

La obra es un mosaico de fragmentos que participan de una poderosa unidad de sentido, no se trata de un guión lineal, nuestra historia social y política tampoco lo es, por eso cada segmento de la obra, cada momento artístico del guión, es la enunciación del gran desacuerdo y, a su vez, se traduce en la expresión estética del gran manifiesto político que los hondureños hemos sustentado frente al poder en 200 años de pobreza y humillación.

Veinte años después, Regina Aguilar nos enseña que el arte es una voz que alienta el gran disenso, nos enseña que a pesar de todo “nos sigue valiendo verja”; es Regina Aguilar la que nos dice “mi obra sigue querellando la imposición y la exclusión”; veinte años después, las verjas del Congreso caen para siempre, pero ya Aguilar se había adelantado a los hechos.

La artista de San Juancito nos ha dado un ejemplo de resistencia y persistencia. Su trabajo siempre ha estado incidiendo en la construcción de una nueva subjetivación de lo político, estos son los artistas que forman parte de la máxima conciencia posible de su época.