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¿José Cecilio del Valle conservador colonialista o liberal progresista?

Hace 246 años nació el hombre más ilustrado de Centroamérica en la época de la pre y posindependencia. El historiador Guillermo Varela hace un esbozo de su trayectoria
23.11.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- José Cecilio Díaz del Valle nació en la Villa de Jerez de Choluteca y mis Reales Tamarindos un 22 de noviembre de 1777 en el seno de una familia acomodada de hacendados criollos.

Sin embargo, un doloroso desacuerdo por herencia entre su padre José Antonio con la hermana menor de este, Paula, forzaron a la familia de Valle a dejar su natal Choluteca y trasladarse a Guatemala en 1789.

A pesar de este temprano y conflictivo episodio familiar, la relación entre Valle y sus primos hermanos Dionisio, Próspero y Justo Herrera fueron cordiales.

Estos administraron con esmero las propiedades que Valle tenía en Choluteca a la vez que intercambiaban opiniones acerca de las vicisitudes de la política centroamericana.

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Valle nunca regresaría a Honduras, pero estuvo en contacto personal con sus primos Próspero y Dionisio quien estudió leyes en Guatemala de donde regresó en 1820.

En Guatemala y en virtud de su condición socioeconómica, ingresó como estudiante a la prestigiosa Universidad de San Carlos (USC) que entonces se ubicaba en el pico más alto de una revolución intelectual.

Se trataba del pensamiento ilustrado europeo que sometía todo el conocimiento: científico, el pensamiento social y a las doctrinas políticas a la crítica de la razón.

Que la USC en la época de Valle fuera rectorada por el ilustrado Fray José Antonio Liendo y Goicoechea, y que tuviera en su planta docentes de altísimo nivel, marcaría en definitiva el espíritu científico, exhaustivo y disciplinado de Valle por alcanzar la excelencia en las diversas facetas de su vida.

En 1794 Valle se recibe como bachiller en filosofía con una tesis en la que expone los principios de la física de Newton así como de la electricidad y su posible aplicación inmediata en el progreso humano derivados de los experimentos del prócer norteamericano Benjamín Franklin con el pararrayos.

En 1799 obtiene el bachillerato en derecho civil y canónico y su licenciatura como abogado en 1803.

Es importante acotar que entre 1796 y 1797 el padre de Valle había perdido su fortuna víctima de los acreedores por hipotecas vencidas lo que explica la escogencia de Valle por la carrera de leyes como medio de subsistencia y acceso a un estatus respetable en la sociedad guatemalteca.

En adición, el prestigio intelectual de Valle lo inicia tempranamente al servicio del gobierno colonial como asesor temporal del Capitán General en 1803.

A partir de ese momento Valle experimentará una gradual evolución en su pensamiento y posicionamiento político. Desde un relativo conservadurismo dada su posición de funcionario de la Audiencia de Guatemala hasta su adhesión a la independencia de Centroamérica basada en el consenso democrático con las demás provincias y que quedaría plasmado en el Acta de Independencia que él redactó el 15 de septiembre de 1821.

Diversos autores (Bumgartner, Gómez, Funes, Leiva) lo califican como un liberal moderado que apostaba por los cambios graduales para evitar la anarquía irreversible como sucedió en la Francia revolucionaria entre 1789 y 1799.

Fue electo alcalde de Guatemala en 1820, redactor del Acta de Independencia de 1821, miembro del gobierno provisional independiente, diputado y vicepresidente del congreso mexicano y primer canciller de ese país entre agosto de 1822 y marzo de 1823.

Más adelante, en 1822, Valle fue electo por el congreso federal constituyente, miembro del segundo triunvirato de gobierno provisional (septiembre de 1823) junto a Manuel José Arce y el guatemalteco Tomás O’haran.

Valle hablaba y escribía en latín, italiano, francés, inglés, castellano y algo de alemán. Era abogado, economista, geógrafo, periodista, historiador entre algunas de las disciplinas y ciencias que estudió y llegó a dominar.

Luego de su visita a Valle en 1825, el diplomático inglés George A. Thompon escribió sus impresiones y admiración por el carácter intelectual de Valle: “Habiendo llegado a la capital...visité esta mañana a D. José del Valle, persona que goza de gran consideración por su saber y talento. Lo encontré sentado en un sofá... conversando con tres o cuatro señores que habían ido a visitarle. Entre ellos estaban dos ingleses... y dos franceses. Después de que se fueron me hizo pasar a una pequeña biblioteca tan atestada de libros no solo a lo largo de las paredes sino también amontonados en el piso, que con dificultad pudimos abrirnos paso. Valle se sentó en una mesita de escribir, profusamente cubierta también de manuscritos y papeles impresos... Estaba rodeado de todo lo que delata la manía de los que escriben: pruebas de imprenta, hacinamiento de manuscritos, libros en folio... Parecía tener un apetito intelectual desenfrenado... aquel Cicerón Andino”.

Como puede verse, no había en Centroamérica nadie con sus conocimientos y experiencia como funcionario de la administración pública y era moralmente incorruptible. De ahí que la acción del Congreso Federal de elegir a Manuel Arce (más dócil a los intereses conservadores de Guatemala) en lugar de a Valle como primer presidente Federal en 1825, constituyó aparte de inmoral y fraudulento (por haber Valle superado en votos a aquel en elecciones de primer grado), un tremendo desperdicio del candidato mejor preparado para gobernar a Centroamérica en aquel momento.

Entre 1829 y 1834, aunque fue candidato a la presidencia federal en dos ocasiones, Valle parece más interesado en su enriquecimiento intelectual, intercambio epistolar con sabios de Europa y América (el economista español Álvaro Flores Estrada, el naturalista y geógrafo alemán Alexander Von Humboldt, el jurista radical inglés Jeremy Bentham, el francés abate de Pradt, y el también economista francés Jean Baptiste Say, el político mexicano José del Barrio, entre otros) y en sus negocios que en la política.

En 1829 es nombrado director de Humanidades en la Universidad de San Carlos.

No parece incómodo por el triunfo de Morazán y más bien parece simpatizar y comulgar ideológicamente con el nuevo presidente.

En una carta que le envía su primo Próspero desde Londres, le dice: “La gente de aquí conoce tus escritos y tus sentimientos, pensó que serías electo presidente. Les he dicho que Morazán tiene buenas intenciones, que es un patriota y que está decidido a beneficiarse de tu sabiduría, para tener éxito en su nueva carrera” (Bumgartner: 1997, 350).

De hecho, Morazán le nombra embajador centroamericano en Francia (que rechaza) y lo comisiona para fundar una sociedad patriótica dedicada a la educación. Valle recomendó para el primer cargo a su primo Próspero. E igualmente rechazó el nombramiento que el Poder Legislativo Federal le hizo como presidente de la Corte Suprema de Justicia.

El único momento en que hace oposición a las políticas federales del nuevo presidente es su protesta al control federal del comercio de la carne pronunciándose a favor del libre comercio.

Valle compartía con los ilustrados de su época la fe en el progreso y la prosperidad humana. Sin embargo, este estadio estaba vinculado primero y como ineludible requisito a la educación de la sociedad. Para Valle los desequilibrios y desigualdades sociales se podían corregir mediante la educación.

La educación y las leyes justas definían a un buen gobierno. Para lograr este objetivo era imprescindible la participación de los sabios único sector “...capaz de discernir lo que convenía o no hacer, el modo de realizarlo y el tipo de sociedad política adecuado a cada país y momento histórico”.

El escrito donde Valle desarrolla más sistemáticamente sus ideas pedagógicas -nos dice Funes- es la célebre “Memoria sobre la educación”, que empezó a redactar en el convento de Santo Domingo -su cárcel bajo el imperio de Iturbide- y que culminó en 1829.

Valle tuvo el cuidado de enviarlo a la Academia Parisina de educación elemental, por la cual fue admitido como miembro.

Con todas esas limitaciones, siendo miembro del Poder Ejecutivo abogó por que se introdujera el método lancasteriano de enseñanza; mandó a imprimir el método de lectura y escritura de Matías de Córdova; presentó un proyecto para que viniera una expedición científica compuesta de astrónomos, geógrafos, botánicos y naturalistas; propició la apertura de clases de matemática, geografía, física experimental y otras relacionadas con la agricultura; exhortó a los hombres de letras para que diesen lecciones desinteresadamente y propició distintos concursos, premiando a quien explicase con más claridad los principios del sistema republicano adoptado por Centroamérica o escribiese la cartilla que mejor simplificase el método de enseñar a leer y explicara adecuadamente los deberes del cristiano y el ciudadano (Funes: 2012).

La estrella polar u orientadora del economista, en su opinión, debía ser la búsqueda de la justicia y del bienestar. La justicia debe ser el basamento de cualquier sociedad.

El gobernante, siguiendo los principios utilitaristas del filósofo inglés Jeremy Bentham, debía dar la mayor felicidad al mayor número posible.

Consideró fundamental la austeridad gubernamental. La rendición de cuentas y la existencia de una ciudadanía activa.

Un aspecto ignorado por los historiadores latinoamericanos es que fue precursor antes que Simón Bolívar del americanismo, es decir, la unidad de los pueblos latinoamericanos como condición para su prosperidad y cuyas bases publicó en su célebre ensayo de 1822: “Soñaba el abad de San Pedro y yo también sé soñar”.

En suma, su legado a sus contemporáneos, como en la actualidad, radica en su ejemplo como educador, político, economista, americanista y patriota progresista.

En fin, un ser humano universal (merced a su admirable erudición) preocupado por el bienestar de su familia que vinculaba con el de Centroamérica y el mundo.

En 1968, Ramón López Jiménez, historiador salvadoreño, publicó en 1968 “José del Valle, Fouché de Centroamérica” con la que popularizó una suerte de leyenda negra contra Valle que tiene muchos adictos incluso entre historiadores profesionales hondureños.

Oquelí argumentó, en fundamentada respuesta a López, que lo propio de Valle a lo largo de su vida es que fue una persona sin necesidades económicas y por lo tanto no se vio nunca condicionado a tener una acción política basada en la traición o la conspiración, lo que eran muy propias de su momento.

Hace casi dos siglos, en 1827, lo mismo expresó sobre Valle el cónsul holandés en Guatemala, Jacobo Haefkens: “El señor del Valle... es... el primer erudito del país. Sus vastos conocimientos literarios, respaldados por una memoria prodigiosa, se suelen ver acompañados por un juicio acertado... es de una moralidad y honradez tal, como rara vez se dan en esta parte del mundo”.

Entre tanto, para fines de 1833 e inicios de 1834 se celebraron nuevas elecciones para la presidencia federal. Pero a pesar de que ganó la presidencia a Morazán esta vez causas naturales le impedirían alcanzar por fin su mayor anhelo de ser presidente de Centroamérica.

Ramon Rosa, en su “Biografía de José Cecilio del Valle” describe así los últimos momentos en la vida del prócer: “El 22 de febrero de 1834 y en la víspera de conocerse los resultados de la nueva elección presidencial que de nuevo lo enfrenta a Morazán, experimenta quebrantos a su salud. Se encontraba entonces en su hacienda La Concepción. El Dr. Flores no dio a la enfermedad de Valle la importancia que tenía. Aplicole algunos calmantes que no produjeron el resultado apetecido. La familia de Valle deseaba trasladarlo a Guatemala, y su deseo fue secundado por el voto del Dr. Flores.

El día primero de marzo salió la familia de la hacienda conduciendo al enfermo en una camilla arreglada de provisional manera... El sabio delirante hablaba sin cesar de la Casa de Moneda y del jardín Botánico de México... ´me rodearé de sabios de Europa, amigos míos, a quienes haré venir para asegurar el bien de la patria, y sacarla del caos en que la han precipitado las revoluciones promovidas por el aspirantismo´... sofocado el pecho por cruel fatiga, enardecido el cerebro por la fiebre, con el sepulcro entreabierto, Valle pensaba en el bien de la patria, y con noble orgullo pensaba en su nombre, porque la grandeza de su nombre debía servir para la grandeza de Centro América... a eso de las 10 de la mañana del domingo 2 de marzo, en medio de una de las llanuras del camino, la camilla hizo alto; Valle se moría; la enfermedad le asestaba su último golpe.

Tuvo tiempo de pedir los últimos auxilios del confesor, y dijo, entre otras cosas, a su Capellán: ´Padre, conozco que estoy ya en el último período de mi existencia, y necesito de los auxilios espirituales, para devolver mi alma al Creador, que me la dio´.

La consternada familia rodeaba la camilla; a Valle, ya para morir, faltole el habla; pero aún quedábale un resto de vida en sus ojos que se apagaban. Vio junto a sí a su hijo, niño de diez años, le tomó convulsivamente la mano y la llevó a su pecho. En aquel instante, su corazón como rendido por supremo esfuerzo, dejó de latir; Valle había muerto, y la familia, entre indecibles dolores, sollozos y lágrimas, tuvo que deshacer el grupo conmovedor que formaban el padre y el hijo: el padre muerto, que aún apretaba la mano de su querido niño, del hijo de su amor; el niño que lloraba aún sin comprender su inmensa desventura...”.

El 2 de marzo de 1834 se extinguió aquella notable existencia. Ese día entró en la inmortalidad uno de los hombres de pensamiento más caracterizados, más aptos y nobles que haya nutrido la generosa savia de estas tierras y reconfortado nuestro brillante Sol. (Carías: 2011).

Según Rafael Leiva Vivas, la presidencia de Valle en 1834 pudo haber sido la última esperanza de salvar a la República Centroamericana dado el carácter prudente de Valle que lo ubicaba entre los polos políticos más radicalizados del momento.

Pero para su mejor biógrafo, el historiador estadounidense Louis Bumgartner, es dudoso que Valle hubiera en ese momento salvado a la Federación.

Morazán parecía el hombre más indicado para el crítico momento final de la República. Probablemente 1825 habría sido una coyuntura más apropiada para él. Pero en 1834 cuando logró los votos necesarios para ser presidente federal dejaba de existir a las 10 am del domingo 2 de marzo.

Fuentes

1. Bumgartner. Louis: “José del Valle de América Central”, Tegucigalpa, Editorial Universitaria, 1997.

2. Carías, Marcos: “La muerte del sabio Valle” en: Anales Históricos, La Tribuna, 20/11/2011”.

3. Funes, Matías: “La fuerza transformadora de la educación”, en Anales Históricos, diario La Tribuna, 5/8/2012.

4. Gómez, Alejandro: “José del Valle, el político de la independencia centroamericana”, Guatemala, UFM, 2011.

5. Infante, Segisfredo: “El Cicerón de América Central y México”, Tegucigalpa, Campo Estelar Editores, 2021.

6. Leiva Vivas, Rafael: “Vigencia del sabio Valle”. San José, Educa, 1980.

7. Rosa, Ramón: “Biografía de José Cecilio del Valle”, Tegucigalpa, Tipografía Nacional, 1971.

8. Sierra Fonseca, Rolando: “La filosofía de la historia de José Cecilio del Valle”, Choluteca. Ediciones Subirana, 1998.

9. Varela, Guillermo: “Historia de Honduras”, Tegucigalpa, ENAG, 2022.