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Carlos Lanza: 'La lectura nos aparta del fango de la mediocridad”

La crítica no es un mal necesario, como algunos piensan, es la pasión intelectual que mueve a la sociedad contemporánea

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02.11.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Esta vez El Gran Vidrio presenta una entrevista que el poeta John Connolly realiza al crítico de arte Carlos Lanza, es una entrevista abierta en la que reflexiona sobre los debates artísticos y la ausencia de lectura y formación sólida en los jóvenes artistas, afirma que tienen talento, pero el talento sin el estudio de la teoría tiene piernas cortas.

¿La trilogía de artículos relacionados con arte, política e ideología suscitó cierta polémica, ¿qué cree que la motivó?
No estoy tan convencido de que haya sido una polémica, no pasó de chismes de Facebook, le dije a un amigo que había respondido pensando sobre todo en los jóvenes artistas que tienden a confundirse. Aquí no tenemos verdaderas polémicas intelectuales, apenas llegan a rabietas emocionales o resentimientos públicos.

Creo que el fondo de todo esto tiene que ver con que las reflexiones filosóficas sobre arte son escasas, no hay una clara comprensión sobre la epistemología que sostiene al arte y a la estética, entonces ha existido la tendencia a analizar la relación del arte y la política con manuales de una izquierda que repitió lo que el Partido Comunista soviético sostuvo como verdad en la ciencia, el arte y la cultura.

Pero usted ha sido un hombre con pensamiento revolucionario vinculado a la izquierda.
Sí, pero ser de izquierda debería eximirnos de ser chatos y corrientes al momento de analizar la realidad y sus fenómenos; yo no renuncio a mi ideología, a lo que renuncio es a las manipulaciones baratas que pretenden hacer de la teoría una fórmula y del arte un recurso propagandístico.

También ha cuestionado los discursos de la posmodernidad.
Es cierto, sobre todo cuando a principios de los años noventa muchos artistas buscando fama se autoproclamaron posmodernos, creo que no sabían a qué se estaban refiriendo pero les resultó más cómodo ponerse la etiqueta cultural del “capitalismo tardío” como ha llamado Fredric Jameson a la posmodernidad; de todas maneras, no es un tema fácil, ya nadie puede negar la existencia de un modelo cultural posmoderno, el problema es que si no examinamos ese modelo de manera crítica corremos el riesgo de caer en una terrible desubicación histórica.

Una vez me dijo que el día que triunfara una revolución en Honduras y se hiciera el “museo de la revolución”, allí tendría que estar la obra de Carlos Garay, ¿qué es exactamente lo que quiso decir?
Comenzaré esta respuesta contando una anécdota que describo en el libro sobre la historia de la Escuela Nacional de Bellas Artes (aún inédito pero pronto a publicarse), resulta que el 6 de julio de 1970, Garay realizó una muestra, pero al calor de los tragos Hermes Maltez y Gelasio Giménez atentaron contra las telas del maestro y el maestro, indignado, puso la denuncia ante la Dirección de Investigación Nacional (DIN), todo parece indicar que no le perdonaban que en medio de la dictadura militar pintara paisajes; lo que no se daban cuenta es que los paisajes de Garay, en sí mismos, ya eran una revolución pictórica por su técnica y calidad, eran una extraña fusión entre impresionismo y expresionismo, una síntesis que le daba total dignidad al paisajismo hondureño y eso era más revolucionario que ciertos panfletos políticos convertidos en pintura.

Una vez me dijo que no le parecía correcto que los artistas jóvenes que hacían arte contemporáneo renegaran de la pintura, siendo que la pintura había forjado la tradición del arte hondureño, ¿podría ampliar al respecto?
Bien, fui uno de los que respaldé las primeras expresiones del arte contemporáneo en Honduras y no me arrepiento. Jamás le dije a un muchacho o muchacha que la pintura había llegado a su fin, esa fue una calumnia. No me gustó que para ser contemporáneos algunos artistas desacreditaran nuestra tradición pictórica, pero ciertos pintores también cometieron el error de negar los nuevos valores estéticos que estaban surgiendo en el medio. Fue un enfrentamiento innecesario.

Pienso que nuestro arte contemporáneo es deudor de la tradición que fundó la pintura moderna, muchas de sus producciones se modelizan como pintura aun siendo arte objeto o performance. La pintura sigue siendo el género predominante, eso no está mal, pero poco a poco se están afincando nuevos discursos estéticos que es necesario valorar.

¿Su trabajo como crítico ha sido valorado?
No lo creo, como dije una vez, nunca pensé hacer una carrera de crítico, pero después de 24 años haciendo esta labor ya hay un trabajo sostenido que me hace aceptar que efectivamente he realizado una labor de crítico, pero repito, no creo que este trabajo haya sido valorado, la mayoría de los artistas no le dan importancia a la teoría crítica, creen que es innecesario, y hoy, que existe un mundo interdisciplinario, ningún artista tendrá peso específico si no valora la teoría y la crítica; si no existe una reflexión intelectual sobre el mundo, el artista estará limitado a una emocionalidad ramplona y a un razonamiento famélico.

¿A qué se debe que hay tanto desprecio por la teoría?
Debo aclarar que no son todos, pero hay una tendencia general a despreciar la reflexión teórica. Léster Rodríguez acaba de leer en Colombia su tesis de maestría sobre educación artística y en un capítulo referente a la educación artística en Honduras hace referencia a que en la ENBA se inculca una educación artesanal que centra toda su atención en las destrezas manuales, dedicando escasa importancia a la reflexión teórica, de esta manera, el joven artista con talento sale creyendo que arte es hacer una manualidad de calidad; quizá esta sería una primera respuesta, pero estoy seguro que hay otras explicaciones.

Recuerda que hace poco se publicó un estudio que nos presenta como el país que menos lee en Centroamérica, es doloroso decirlo, pero en el fondo es un tema de ignorancia; desprovistos de herramientas teóricas, estos artistas, incluso algunos ya entrados en años, recurren al insulto o la calumnia “feisbuquera” (viene de Facebook) para dirimir sus diferencias.

¿Qué textos recomendaría como lectura obligatoria?
Hay pocas investigaciones pero podría sugerir “Apuntes a lápiz”, de Pablo Zelaya Sierra; “Honduras, visión panorámica de su pintura”, de Longino Becerra y Evaristo López; la “Batalla pictórica”, de Leticia de Oyuela; “Contrapunto de la forma”, de Carlos Lanza y Ramón Caballero; “La otra tradición”, de Adán Vallecillo y Ramón Caballero, “Las artes visuales en Honduras y su problemática trayectoria”, de Gabriel Galeano, y un texto sobre la historia de la ENBA que pronto será publicado, escrito por su servidor.

¿Algo más que quiera agregar?
Solo expresar a los jóvenes artistas que la lectura abre nuevas perspectivas para la vida y la creación, la lectura abre universos de conocimiento y sensibilidad y, sobre todo, aparta nuestro espíritu del fango de la mediocridad.