Tegucigalpa, Honduras.- Cada 15 de septiembre las calles de Honduras, como las del resto de Centroamérica, se llenan de música, colores y pasos firmes.
Pero más allá de las bandas marciales, las palillonas y las coreografías colegiales, los desfiles patrios son un espejo de la identidad nacional: un acto de memoria colectiva que reafirma la soberanía, celebra la cultura y renueva el orgullo.
Un ritual con raíces históricas
El historiador Edgar Soriano explica que los desfiles responden a una tradición que trasciende épocas y civilizaciones.
“En primer lugar, son parte ceremonial de los Estados. Han existido a lo largo de la historia humana y en distintas civilizaciones. En el Estado moderno, claramente hay una concepción alrededor del desfile cívico relacionado con el acto fundacional del Estado en nuestra historia nacional”, señala.
Soriano también recuerda que en el pasado estos actos tenían un carácter marcial muy marcado, pero fue durante la era liberal que empezaron a incluirse escuelas, colegios, gremios y sociedades civiles, reforzando el sentido de nación.
“El 15 de septiembre evoca a todos los sectores sociales de nuestro pueblo a manifestar los planteamientos de cómo debería ser nuestra república. Creo que es un día muy simbólico y que como hondureños debemos conmemorarlo siempre”.
Cultura y reflexión
Por otra parte, los desfiles son en sí mismos una vitrina cultural: en ellos se muestran bailes folclóricos, música de bandas y expresiones artísticas que reflejan la riqueza de las tradiciones hondureñas.
Pero para el gestor cultural Salvador Madrid, el reto es que esta tradición evolucione.
“Los desfiles patrios son hermosos, pero deben evolucionar y resignificarse para mostrar la memoria, la sensibilidad y la diversidad cultural del país, destacar la evolución de la civilidad y pasar a tercer plano el culto al militarismo o a esa idea de farándula que cosifica a las mujeres jóvenes”, afirma.
Madrid enfatiza que el verdadero sentido del 15 de septiembre debe ir más allá de un día en el calendario: “Debemos celebrar pertenecer a esta tierra cada día, y eso implica conocerla, estudiarla, ser críticos con quienes la malquieren y defenderla, pero sobre todo trabajar fuerte para edificarla y salvarla, pues nuestra nación es aún un proyecto inacabado”.
Orgullo y colectividad
Más que un deber escolar o un acto de entretenimiento, los desfiles patrios son una celebración de lo que somos como país. Representan la memoria histórica, la cultura viva y el compromiso de construir un futuro mejor.
Para los jóvenes, es una oportunidad de representar a su centro educativo y de vivir la experiencia de ser parte de un evento que une a todo Honduras.
Asimismo, los desfiles convocan a las multitudes que año con año llenan las aceras para presenciar el espectáculo. Esa participación conjunta convierte el evento en un ejercicio de identidad colectiva que reafirma el sentido de pertenencia.