Siempre

Ronald Sierra, entre los límites de la abstracción y el realismo crítico

El orden conceptual proveniente de una lectura lineal de la historia del arte ha impedido comprender las extrañas pero productivas asociaciones que se dan entre géneros artísticos diferentes

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29.11.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-A Yesenia Martínez, lúcida historiadora.

Antes del impresionismo, el gran genio de las letras francesas Gustave Flaubert había presentido proféticamente un arte absolutamente distinto del de su tiempo, me refiero al arte realista que él mismo defendía. Lo había descrito en su correspondencia: “La belleza se convertirá quizás en un sentimiento inútil para la humanidad y el arte será algo que se situará a mitad del camino entre el álgebra y la música”.

Se refería a la belleza tradicional y avizoraba una belleza sustentada en la rigurosidad formal y el color. Flaubert, talento de igual realismo que Courbet, había previsto un porvenir artístico situado más allá de los límites de la percepción visual. Son exactamente las mismas coordenadas desde la cual instala Ronald Sierra su pintura, con una salvedad: Sierra, por momentos, acerca esos límites a la realidad social. En esta creativa oscilación desarrolla su propuesta artística.

La profecía realizada

Cézanne fue uno de los que comenzó a realizar esta profecía, fundamentó su arte sobre las leyes estrictas y claras de la geometría: “Tratar la naturaleza por medio del cilindro, de la esfera, del cono, todo ello puesto en perspectiva, de modo que cada lado de un objeto o de un plano se dirija hacia un punto central. Las líneas paralelas proporcionan en el horizonte la extensión, esto es, una sección de la naturaleza. Las líneas perpendiculares a este horizonte le confieren profundidad”.

Se trata de un sistema, de un método, que da prioridad al orden conceptual sobre la percepción sensorial, que exige una armonía paralela a la naturaleza, no una imagen de ella. La obra de Cézanne es un triunfo del espíritu humano, que aspira a sobrepasar las formas de la naturaleza y hallar sus leyes. Más tarde surgió el cubismo de Braque y Picasso, quienes llevaron la representación a la absoluta simplicidad de la línea y el volumen hasta llegar luego a las propuestas de Mondrian, Malévich y Delaunay; estos eliminaron radicalmente los referentes figurativos del arte en favor de una abstracción geométrica que daba cuenta de una nueva sensibilidad en la pintura.

Pintura y reflexión

La obra de Sierra, sin pretender encasillarla, es heredera de la tradición que fundó el abstraccionismo geométrico, aunque la incorporación de elementos publicitarios prediseñados provenientes de la industria textil o la industria del empaque conteniendo textos (signos gráficos), hacen que su propuesta adquiera las condiciones de un abstraccionismo suigéneris que puede rastrearse en algunas obras del cubismo sintético. Las piezas “Pintura emergente, I, II” y “Lado abierto, lado cerrado” y “Pintura que sufrió un golpe” son ejemplos de ello. Apreciamos en Sierra una utilización profundamente irónica del texto en la pintura, permitiéndole acercarse a la crítica social y política.

Estamos ante una obra que desde una formalización o plataforma geométrica, decididamente estructural, alude al gran conflicto social, por eso, insisto en este carácter suigéneris de su abstraccionismo geométrico, su discurso lo confirma: “Mi obra se mueve entre las preocupaciones formales que me sugiere el diseño geométrico y la necesidad de abordar los problemas sociales; los objetivos de mi trabajo no solo apuntan a los problemas de la vida, que desde la moral consolidaba a la pintura moderna. Mi propuesta se apoya, cada vez más, en la complejidad de las estructuras y en una dialéctica de las técnicas: es un enfrentamiento a la ‘Pintura de caballete’, no para derogarla sino para ‘redimirla’”.

En otro momento sostiene: “Toda mi obra es una oscilación entre aparentar ser un tema cotidiano o tratar los problemas del lenguaje artístico, es decir, es una clara referencia para no tratar de manera insustancial la representación de las cosas, pues ella crea a partir de la vida, su propia realidad”. En otras palabras, Sierra define su obra en un doble sentido: como consciencia de su lenguaje y como consciencia de la historia. Al final, esta, y no otra, es la síntesis que genera la experiencia estética.

La anatomía de su obra

Para Malévich: “La pintura se compone de forma y color, dichas formas no serán la repetición de los objetos que viven en la vida, sino serán en sí mismas un objeto vivo. La superficie coloreada es la forma viva real… un estilo puramente geométrico, carente de toda referencia a la figura o el paisaje”. No hay duda que Ronald Sierra se acerca y aleja de esta definición de pintura: por un lado, concuerda con Malévich en que la pintura no puede ser “repetición de los objetos que viven en la vida”, de allí que su universo gráfico-simbólico sea sutil y evocador, no directo; también coincide en que la pintura es “superficie coloreada” y, finalmente, retoma el carácter de su “estilo geométrico”.

Por otro lado, en lo que no acuerda con Malévich es en otorgarle a la pintura una forma “carente de toda referencia”. Sierra construye una anatomía visual en la que costura o ensambla, a manera de collage, materiales con texturas, imágenes y colores preestablecidos en la tela industrial, estos elementos descansan o se modelizan en un formato geométrico. A veces, la estructura geométrica y el color organizan el discurso visual con absoluta autonomía, tal como lo planteaba Malévich. El díptico “Desplazamiento I, II” y otras piezas con iguales características se mueven en ese sentido, pero en otro momento, esa autonomía se pierde para dar paso a una referencialidad crítica y en ese punto se aleja de la filosofía del abstraccionismo geométrico en todas sus variantes.

El reto planteado

Ronald Sierra es un artista que requiere visibilizar más su trabajo, la calidad de su obra contrasta con el bajo perfil de su promoción; por otro lado, debe ser consciente que su obra se mueve dentro de un eclecticismo que reúne la abstracción geométrica y un discurso social crítico. Es ecléctico porque la abstracción de este tipo no admite referencialidades de ninguna naturaleza. Sierra se mueve en una línea peligrosa porque desplazar conceptos comúnmente aceptados en la historia del arte, apropiarse de técnicas o subvertir la filosofía de un movimiento artístico es válido, sobre todo, ahora que “deconstruir” se ha convertido en nuevo paradigma. Lo que no se admite es la incoherencia. Hasta ahora su propuesta artística y su programa estético dialogan con solvencia. Esperamos que este extraño pero seductor híbrido encuentre siempre una expresión inteligente.